Helena se enfureció. Missi en serio se estaba pasando y ella no se iba a dejar, incluso si no tuviera nada en su contra o sin importarle el hecho de que Missi era más alta. Así que cuando la niña deposito unos golpes burlescos sobre su cabeza, Helena dejo a un lado el panecillo junto con las compras y se abalanzo sobre la otra niña. La reacción de Helena tomo a la otra por sorpresa, pero esa ventaja solo duro un segundo, porque en cuanto las dos acompañantes de la brabucona reaccionaron tomaron a Helena por los costados y la sujetaron. Missi se levantó y aprovechando su posición, tiro de las trenzas de la niña haciéndola chillar. Luego la empujo y finalmente con una mueca burlona en la cara, se llevó el panecillo que Helena había dejado sobre el muro antes del alboroto. El grupito de niñas se marchó dejando a Helena en shock. No sabía que pensar, se había enojado como nunca antes en su vida. Por primera vez había peleado con una persona, y había perdido de manera bastante humillante. Había sentido una ira extraña, sobrenatural. Nunca se le había pasado por la cabeza pelearse con alguien, mucho menos una compañera de su salón. Su madre le había enseñado que los golpes no arreglaban nada. Pero en ese momento cualquier pensamiento racional se había evaporado, solo había pensado en lastimarla mucho, en vengarse, y eso la asustaba. Como si no fuera suficiente también se sentía vulnerable. De todos los lugares se había sentado justo donde las personas no transitaban a esa hora, por la tanto nadie la había ayudado. Pero su impresión fue tan grande que no lloro, por los golpes ni por la humillación, solo se quedó sentada en el muro.
—Helena, hija ¿te encuentras bien? — Denise vio a su hija mirando al vacío, completamente quieta— Yuju, Helena.
—Oh mama— la niña pestañeo y sacudió la cabeza como si estuviera dormida— lo siento no te vi, ¿cómo te fue?
—Bien, compre todo lo que necesitaba— levanto unas bolsas con carne— ¿me guardaste mi ración de panecillo? — su hija siempre le compartía ese aperitivo. Le compartía todo, sin importar cuanto le gustara.
—No, lo siento— parecía mas seria de lo habitual— tenía hambre, mucha. Como siempre.
Su voz era plana, carecía de emoción alguna. Su madre estuvo a punto de empezar a indagarla, pero una voz corto cualquier intento de conseguir información.
—Hey, Denise te he buscado por todos lados— La mujer se sorprendió al ver a su amiga María, trabajaba con ella en el taller de costura.
—Hola maría— saludo—¿De qué hablas? creí que hoy era mi día libre.
—Lo se cariño y lo lamento— dijo la mujer abanicando las manos de forma exagerada— pero llego un pedido grande, de los gordos. Ofrecieron mucho dinero. Es algo para el baile de un fin de cursos. Por favor necesito ayuda— sujeto la mano de Denise tratando de sugestionarla— Prometo darte los dos siguientes fines de semana.
Denise lo pensó. No quería dejar sola a su hija, pero el dinero extra nunca cae mal. Además, le recompensarían su descanso.
—Bien, te ayudare— luego se dirigió a su retoño— ¿Querida crees poder irte a casa sola?
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amistad sin limites, magia blanca y oscuros poderes, lazos ancestrales y herencia de sangre
Editado: 19.06.2019