—¡¿Con quién mierda fuiste al partido anoche?! —Noah despertó por aquel grito.
—Con nadie —suspiró Alex.
—¡Deja de mentirme! —Noah se levantó sin querer entrometerse, por fuera se estaban peleando. Amanda lo golpeó y terminó quitándole la camisa. Vio los arañazos y mordidas que Noah le había dejado la noche anterior— ¡¿Me engañaste?! Te acostaste con Diana ¡¿verdad?! ¡Ella fue a verte! —Diana era animadora, siempre iba, pero nunca hablaban— ¡Idiota, idiota, idiota! ¡Voy a matarte!
—Mierda... —suspiró Noah. Tras limpiarse, salió. Amanda lo vio con duda— ¿Puedes dejar de gritar? No me dejas dormir.
—¿Qué haces aquí? —iba a golpear a Noah también. Sentía que nadie le devolvería el golpe por ser mujer.
—¿A ti qué te importa eso? —cruzó los brazos con fuerza. Marcaba territorio— Deja de gritar, estúpida.
—¡Es mi novio! ¡Me traicionó!
—¿Y a mi qué me importa eso? —chasqueo los dientes— Lárgate.
—¡No entiendes que yo lo amo! ¡Me traicionó! —Noah se enojó. No quería ver a Alex. Amanda gritaba demasiado. No entendía por qué el otro estaba sin camisa aun sabiendo que estaba marcado.
—¡Te estoy diciendo que dejes de ladrar, perra! —la empujó fuera de la casa— ¡No vuelvas a tratar a Alex así! —su furia había nacido una vez más— ¡No me dejan dormir! Dios.
—¡¿Qué mierda haces?! ¡Déjame ver a mi novio! —intentaba moverse, pero Noah la empujaba. Se preguntaba seriamente porqué jamás hizo eso con su hermana, luego recordó que ella pagaba la universidad.
—¡Lárgate! —la sacó por la puerta— No me dejas dormir, maldita estúpida —frotó sus cabellos y volvió a entrar— ¡Dios! Que maldito odio, personas ridículas y estúpidas. No me dejan dormir.
Alex estaba recostado en las sillas de la piscina. Se lo veía calmado. Llorando. Se sentía estúpido desde la noche anterior. Sus lágrimas caían, pero estaba callado. Un sufrimiento silencioso. Noah se cambió de ropa primero. Dejó calentando la cafetera y caminó hacia él. Se sentó en el suelo. No sabía qué decir, estaba enojado consigo mismo, pero también con Alex. No quería repetir una pelea más. Suspiró dando a entender lo cansado que estaba, luego habló.
—Deja de llorar.
—Cállate —sentir el rechazo de Noah, la ira de Amanda y el poco amor que se tenía, lo estaba lastimando—. Solo cállate, no quiero escucharte.
—Vas a tener que hacerlo, no me interesa lo que quieras —quería fumar, nunca fumaba frente a la gente, pero ahora quería hacerlo frente a Alex—. Perdón por lo de ayer. No fue mi intención hacer nada de lo que hice. Solo no me gusta que la gente prometa cosas —Alex en verdad quería que se callara.
—¿No crees que es suficiente? ¿No es suficiente ya? Solo te pido algo de silencio hasta poder respirar.
Estaba harto y se sentó. No podía no estar cansado. Quería darse otro baño y pasar todo el día en cama como no había hecho en mucho tiempo. Se dejó llevar mirando al cielo. Al sentir aquel incómodo silencio, regresó a ver al otro chico. Cuando notó la manera en la que lloraba sin decir nada, supo de alguna manera que el haber gritado tanto la noche anterior era porque nunca lo hacía. Como si todo el dolor que sentía se lo reservara para sí mismo. Ahora era puro silencio, pero sabía que estaba conteniendo miles de palabras en lo más profundo de su ser.
—¿Puedo preguntar algo? —Noah se quedó callado, no quería responder— ¿Qué fue lo que pasó anoche? —insistió, quería una respuesta, quería insistir, el otro no respondió— Noah.
—Hubo alguien que me dijo lo mismo. Dame un segundo —fue por su cajetilla y un encendedor. Apagó la cafetera. Volvió donde Alex. Encendió el primero.
—No sabía que te gustaba fumar —no hubo respuesta.
—Alguien me dijo lo mismo, pero no lo cumplió —fumaba con odio, su cuerpo empezó a temblar—. Es una estupidez. Jamás debes prometer algo si no lo vas a cumplir —el silencio de Alex le gustaba a Noah. Cuando hablaba acerca de sus sentimientos prefería que nadie lo cuestionara—. El muy idiota me abandonó, me dejó solo, me quedé solo. Odio que la gente prometa cosas que no sabe si va a cumplir —rompió su cigarrillo—. Mierda, siempre pasa lo mismo.
—¿Quién era? —insistió demasiado.
—No quiero responder —suspiró.
Con suma delicadeza y lentitud. Alex abrió sus brazos y dejó que rodearan al de ojos verdes. Lo abrazó con fuerza a pesar de que Noah parecía querer soltarse. Cuando se dio cuenta de que no quería ser soltado, sus propias manos hicieron que el abrazo se fortaleciera. No podía evitar sentir el sabor del cigarrillo mezclarse con la culpa de su actitud.
—Lamento mucho lo de ayer —escuchó murmurar a Alex.
—Se sintió bien lo que hiciste ayer, bastante bien —buscaba cambiar de tema—. Además, fue divertido ir a verte jugar.
—No evadas el tema, por favor.
—Alex, ya conseguí donde vivir —mintió—. Me voy a ir el próximo viernes —ya no soportaba haberse enamorado. Había olvidado a Akram por Alex, pero no quería estar con Alex por miedo a que se volviera igual de inolvidable que León.
—¿En serio...? —lo apretó aún más fuerte, vio cómo encendía nuevamente un cigarrillo, fumaba de una manera tortuosa, como si gritara a través del humo.
—Es mejor para ambos —lágrimas cayeron de sus ojos al saber que no quería decir nada de eso—. Yo no puedo depender de ti, tú deberías ponerte una camisa, dejar a Amanda y vivir una mejor vida —hizo que lo soltara a pesar de querer sentir sus brazos mucho más tiempo.
—Noah —lo llamó, quería insistir, pero no se sentía seguro, lo mataban sus traumas—. Perdón por no poder ser quien quieres —pensó que León era la persona que amaba y que lo había rechazado. Estaba enojado. Furioso. Lleno de odio contra nada—. Perdón por no ser León —se levantó mientras Noah lo veía con un rostro perplejo. Como si su corazón se hubiera vuelto a romper—. No puedo ser la persona que quieres.