Vino Y Miel (gay)

CAPÍTULO XXXII

—¡Felicidades a todos ustedes por haberse graduado!

 

Gritó la directora con Tanner a su lado cuando ya todos estaban por darse el “último” abrazo. Eran cerca de las diez de la mañana. Más tarde habría la cena de graduación. El sol brillaba con fuerza. Los árboles del campus se veían mejor que nunca. Todo tenía cierto aire a perfección que nadie podía negar sus sentimientos de felicidad.

 

 

—¡Felicidades! —gritaron todas las familias.

—¡Nos graduamos! —gritó Alex a Noah quien de manera sonrojada aún tenía los anillos en su bolsillo.

—Nos graduamos —le sonrió.

—Felicidades —se acercaron Melissa y Julieta.

—Lo logramos —sonrió la de cabello azul.

—¿Has…? ¿Has visto a Diana? —preguntó la otra mujer.

—No hay necesidad de preguntarle —rio ella por detrás.

—Felicidades —sonrieron todos al mismo tiempo. La hicieron llorar.

—Calma, nos volveremos a ver —Alex frotó sus cabellos mientras ella se negaba.

—Me voy de la ciudad. A Ciudad Este a vivir una vida pacífica.

—¿Te vas? ¿Por qué te vas? —preguntó Julieta pues no se había enterado de nada

—No tengo nada aquí —suspiró—. Ustedes tienen la suerte de tener a alguien que los quiere y que siempre va a estar a su lado. No todos estamos destinados a tener un final feliz. —sonrió— ¡Por eso me voy! —sonaba feliz.

—¿Te vas sola? —Alex estaba preocupado.

—¡Nací sola, moriré sola! —le dio un abrazo— Gracias por ser mi amigo —Noah la vio con algo de recelo—. Tú también, cariñito Freeman —le acarició los cabellos—. Puedes estar tranquilo, no te lo voy a robar.

—No es como si pudieras —la retó aún con algo de nervios.

—¡Me encanta lo rudo que eres! —se lanzó a darle un abrazo— Espero nos volvamos a ver, Noah.

—Yo también lo espero —logró calmarla—. Suerte en tu nuevo inicio.

—Suerte en su vida juntos —les dio un beso en la mejilla a ambos y se soltó— ¡Hasta algún día en el futuro! ¡O hasta nunca! ¡Lo que ocurra primero!

 

El momento en el que vio a las otras dos mujeres decidió mover su cabello y sacarle la lengua a Julieta antes de irse caminando. Ambas la siguieron. No lograron verlas por el montón de gente.

Alex le tomó la mano a Noah antes de verlo directamente a aquellos ojos verdes tan perfectos que tenía. Suspiró aguantando el deseo de besarlo. Varias chicas se acercaron a hablar con él una última vez. Hubo celos en algún sentido. Seguían tomados de la mano, pero se estaba volviendo incómodo. A lo lejos un chico gritó el nombre de Noah. Parecía venir corriendo. Él lo reconoció al instante y decidió ir a saludarlo.

Alex intentaba hablar con las mujeres e intentaba que su novio no lo dejara atrás, pero este hizo lo primero que se le ocurrió. Se paró de puntillas y le dio un pequeño beso en la mejilla. Lo hizo sonrojar tanto que las mujeres se quedaron pensando en lo que había pasado. Como un toque final de estar feliz y marcar lo que era suyo, dijo:

 

 

—Vuelvo en un minuto, amor —por poco se desmaya al decirlo.

 

 

Amin estaba en medio de la multitud y Noah cayó rendido en sus brazos mientras moría de la risa. El chico lo había visto todo. Parecía feliz. Ambos estaban alegres por alguna razón. Noah se sintió débil. Se sentía extraño por haber dicho eso, jamás lo había hecho. Amin lo apretó en sus brazos.

 

 

—Lamento mucho lo que dije la última vez que nos vimos —la consciencia lo había estado matando desde ese día.

—No tienes de qué preocuparte, idiota —sonrió— ¿Viste lo que hice?

—No pensé que fueras gay —lo apoyaba por completo—. Felicidades por salir del closet —se acababa de dar cuenta.

—Es verdad —estaba feliz a pesar de que no podía mostrarlo demasiado—. Lo logré... —Amin no entendía, pero le frotó los cabellos

—Lo lograste.

—También fue por lo que dijiste ese día… Lo de que no era asqueroso.

—Ah, mierda, pero yo te dije asqueroso —se sentía mal aún—. Perdón.

—Para nada, en ese tiempo todo era una mierda —Alex apareció desde atrás y lo abrazó.

—¡Yo me voy! —rio Amin— Felicidades por graduarte, Noah.

—Gracias —se despidió con la mano mientras lo veía correr.

—¿Y ese? —el pelinegro no deseaba dejarlo escapar.

—Un chico que conocí un día —el otro asintió.

—Noah —le levantó la quijada para verse directamente—. Te ves hermoso hoy.

—¿Eso crees? —se acercó a sus labios lentamente— ¿Quieres aprovechar que nadie nos ve? —susurró— Ya no tengo miedo.

—¿Lo dices en serio? —se estaba perdiendo en todo lo que decía.

—Cuando me abrazas de esa manera, no tengo nada de miedo… ¿Y tú?

—Claro que no.

 

Lo levantó en sus brazos como si fuera a llevarlo al cielo. Lo aprecio por unos cuantos segundos. Lo sostuvo con una sonrisa antes de poner sus labios encima de los suyos. No le interesaba el mundo que lo rodeaba, estaba tan feliz de poder tener lo que quería que se olvidaba de la existencia. Sabía que nadie se lo iba a arrebatar. Estaba más feliz de lo que había estado en muchos años. Se ponía a pensar si todo era un sueño, pero una mordida lo hizo despertar.

Ver a Noah en sus brazos llorando de alegría porque ya no sufría y porque el miedo que siempre tuvo ya no existía lo hizo reaccionar. Alex había sido la pieza faltante para poder salvarse. Lo abrazó del cuello sin dejarlo ir. No importaba que las mujeres lo estuvieran viendo. Estaba demasiado feliz. Ni siquiera le importaba la gente que podría tratarlos mal alguna vez. Se decía a sí mismo que nadie podría juzgar su amor. Ya nadie podría lastimarlo y mucho menos dejaría que alguien lo lastimara.

Pensó que esta vez la perfección de su vida se mantendría.

Cuando vieron a los alrededores todo estaban en brazos de sus familiares. Hermanos. Madres. Padres. Abuelos. Todos menos ellos. No sabían que los Allamand habían ido pero su madre estaba tan avergonzada de su comportamiento que se negó a mostrarles su rostro.



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En el texto hay: romance, gay, amor lgbt

Editado: 29.12.2022

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