Virginia Colt, Investigadora Privada

Cap. 2 La misión del tío Francis

Francis Colt, podría ser el sujeto más increíble para su sobrina, tenía un trabajo poco común: era investigador privado y era uno de los mejores en su rama.

Su hermana detestaba ese trabajo, lo hacía el más sucio y peligroso del mundo; sin embargo, Francis amaba lo que hacía, había dedicado toda su juventud en ello y ya bordeaba los 36 años.

Se afeitó y miró al espejo, si no fuera por esa amargura que tenía en el alma podría ser el tipo más feliz del mundo; no obstante, el mal se cura de raíz o no se puede solucionar el problema y su problema tenía sin solución cerca de 28 años, tomó su diario en donde tenía registrada toda su vida, con fotos y detalles de su investigación central. Por cierto, no eran fotos de un tipo sonriendo o con una linda novia, o de comidas familiares los domingos, viajes alucinantes por el mundo. No, para nada, eran fotos de crímenes y de dolor, pena de muchas familias que habían sufrido la muerte de un ser querido y de lo terrible que era la falta de respuestas para solucionar esos crímenes.

Como muchas de esas familias, él seguía buscando las suyas y no pararía hasta encontrarlas cueste lo que cueste.

 

Cena en familia

Dan Estévez, era un oficial de policía muy respetado en San Paul, su esposa Nidia, una dama muy querida para la comunidad, tenían una vida que muchos envidiaban y su hija Virginia nació como esa cereza de un pastel perfecto: Virginia era alegre, dicharachera y muy curiosa.

 Esa noche, mientras cenaba, le hacía muchas preguntas a su tío:

—Dime tío, ¿has resuelto algún caso de grueso calibre?

—Sí—respondió él—estuve investigando la desaparición de un joven millonario que se escapó con su novia gótica.

—Interesante ¿qué hizo él?—preguntó Dan.

—Parece que el chico es esquizofrénico y está involucrado en un crimen, son gente de grueso calibre.

Nidia se molestó con esa charla, no deseaba ese tipo de conversaciones frente a su hija y les preguntó:

—¿Pueden hablar de otro tema?

—Mamá.

—Virginia, esos asuntos no son para niños.

—Quiero saber, ¿lo atrapaste?

—No—vio su desilusión—escapó fuera del país y lo protege la mafia rusa, uno sabe cuándo debe detenerse, era gente peligrosa.

Mafia metida en eso, la vida de su tío era súper.

—Quiero mostrarles algo—se levantó y sacó de un bolso una caja cuadrada aterciopelada—miren esta belleza.

Era un precioso collar de diamantes, todos quedaron boca abierta:

—¿Son reales?

—Muy reales—dijo Francis.

—Nunca vi algo como eso—dijo Virginia—es increíble.

—¿Saben cuánto cuesta?

Todos menearon la cabeza:

—Cien mil dólares.

—¡Esa cantidad no me cabe en la boca!—exclamó Virginia.

Dan entonces le dijo:

—¿Vas a necesitar resguardo?

—Creo que sí—sonrió.

Nidia envió a dormir a su hija:

—Despídete y te vas derecha a cepillarte los dientes.

—Mamá, hay visitas.

—Y tus dientes se quedarán en tu boca después de que la visita se vaya.

 

Francis sonrió, amaba a esa pequeña y en verdad no iba a dejar que nadie la lastimara.

 

Pesadillas

Esa noche Francis podía ver a Angelic con el ceño fruncido, no era nada bonita cuando estaba enojada, él intentaba protegerla y ella no entendía:

—¡Ya para con esto! Es muy tarde—decía enojada.

—No hasta que termine.

—De nada vale si ya estoy muerta, para con esto Francis antes de que también te alcance.

Se despertó sobresaltado, otro sueño con su amor eterno, era como si continuara con su amistad en sueños, muy raro, miró el reloj, iban a ser las 7:30, hora de levantarse.

Al salir percibió el olor a pan recién horneado y al entrar en la cocina vio a su hermana sirviendo café y preguntó:

—¿Pan?

—Recién salido del horno, toma asiento.

—Hace siglos que no como pan de casa—entonces preguntó—¿En serio viste a mamá?

—No tengo por qué mentir.

—Es que Colt…

—No nombres a ese sujeto, por favor.

Nidia no perdonaba, no sabía qué tenía contra Edward Colt, su padre de crianza y le dijo:

—No te entiendo, ¿sabes?, Colt nos dio todo.

Nidia respondió rotunda:

—Nos quitó a papá.

—Hermana, papá nos dejó mucho antes, ¿recuerdas?




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