Cuando me dieron la fecha para mi graduación, hice todo lo que estaba a mi alcance para encontrar un pasaje y poder volver al lugar que me vio crecer: las Islas Mujeres, en el mar caribe muy cerca de la península de Yucatán, al sureste de México. Según mis planes estaría allá tres días después de la graduación…
Mientras me encontraba en el departamento, el cual he compartido con la única chica que no me discriminaba, ni me señalaba por mi enfermedad de la piel. <<Simona>>, quien en estos últimos años se convirtió en mi mejor amiga, me ha apoyado, defendido y ayudado luego de que mamá falleciera.
Aquí estábamos juntas, como uña y mugre, mientras ella parloteaba de un lado al otro en su habitación buscando que ponerse para su cita con un tal Álex, a quien no conocía y no se si se trataba de un traficante de órganos o algún loco.
— Simona cálmate, ni que se tratara de un actor coreano de doramas, es solo un chico. Has salido con muchos.
Ella me miro un poco indignada y con la mano en su cadera dijo:
— No, no lo es, pero es guapo y eso es muy importante.
— No muñeca, lo más importante es que te quieran por lo que eres y no por un atractivo físico — le respondí.
Me coloqué de pie y caminé hacia ella, guiándola para que tomara asiento frente al tocador.
— Se que tienes razón Kaira, pero esta será la última vez que me ilusione con un chico.
— Esta bien Mona, si ese tipejo te hace algo llámame, conmigo tendrás un hombro donde llorar, helado y muchos doramas asiáticos.
Caminé saliendo de su habitación para ir a la mía, pasado mañana era la graduación, quería tener todo listo; empacado para dejar esta ciudad y pasar un tiempo en el último lugar, donde murieron mis padres.
Ya había pasado una hora así que decidí poner en pausa lo que estaba haciendo y lanzarme boca abajo en mi cama para un breve descanso; a lo lejos escuché como la loca de mi amiga gritaba:
— ¡Ya me voy, deséame suerte! ¡No me esperes despierta!
Solo volteé los ojos; pensando en ella y esas citas, esperaba que esta vez no le rompieran el corazón.
Estando en un momento de silencio recordé que tenía una carta sin abrir de mi mejor amigo, me la envió cuando entre a mi primer año de universidad; jamás la abrí, ni le respondí. Así que, porque no abrirla ahora que voy a regresar. Busqué entre los cajones de la mesa de noche: ya al tenerla en mis manos, la abrí y procedí a leerla:
Kiara, sirenita
No sé por dónde empezar; no quiero que me odies después de que las esta carta, recuerda que siempre serás el amor de mi vida y mi mejor amiga de la infancia. Debes estar ocupada con tu primer semestre de la universidad y no quiero ser una distracción para ti.
Jamás te lo dije antes, ¡Te amo! Y sí, soy un cobarde; pero aquella vez que me preguntaste si me interesaba alguien y te dije que me gustaba Morgana era mentira; siempre has sido tú, nunca me ha importado tu enfermedad de la piel porque con o sin ella eres hermosa.
Pero esta carta no es para confesarte mi amor, si no para desearte suerte en tu primer año, cuando seas una diseñadora famosa espero ser uno de tus modelos; también te escribo para contarte que me voy a casar. Sí, así como está escrito; pues mamá me comprometió con la hija del nuevo socio del hotel de papá.
Yo hace poco me enteré y me duele porque no la amo a ella si no a ti, además se parace a Úrsula y que horror, no te pido que me esperes, aunque cuando vuelvas a la isla seguramente estarás casada con el hombre de tus sueños y no conmigo, como muchas veces lo soñé.
Tampoco espero recibir respuesta de esta carta y enterarme de tu decisión, solo no olvides que yo también he sido un peón más de mis padres.
Emiliano.
— ¡No, No, No, No! — repetí mientras sostenía la carta.
No, esto paso hace tres años y yo jamás le respondí la carta, no puedo evitar llorar sé que no tome la mejor decisión, pero si su madre no me hubiera amenazado aquella vez, él estaría en el ejército; pensé que él no querría eso, ahora está casado y hasta hijos debe tener, lloré hasta quedarme dormida.
Los dos días siguientes pasaron bastante rápidos; mi graduación fue hermosa, lástima que estuve sola en un evento tan importante en mi vida y ver a los demás compañeros con sus familiares me dio envidia, sabía que en donde estuvieran mis padres estarían orgullosos de mí.
Hace unas horas llegué a la Isla, todo había cambiado para bien desde la ultima vez que estuve aquí, había más turistas y las vistas eran increíbles.
Estar de nuevo en la casa donde pase toda mi niñez y parte de mi adolescencia me provocaba nostalgia ya que viviría sola. Mis padres me dejaron un gran patrimonio el cual cuidar y no lo pensaba arruinar por nada del mundo. Solo me quedaba una cosa por decir:
— ¡Estoy aquí madre!
Y sabía, aunque la casa estuviera sola donde quiera que esté, escuchó mi grito.