De Emiliano:
Amor. Eres la forma más bonita que me ha puesto la vida en mi camino, para
enseñarme que vale la pena arriesgarse a mar. Que tengas un lindo día.
Era imposible no enamorarse cada día más de un hombre, el cual enviaba mensajes así todas las mañanas. No dudé en responderle algo a la altura de ese hermoso mensaje.
De Kaira:
Cariño. Uno de los hombres más perfectos, después de mi padre; que sin ninguna
barrera logro amar a esta pobre chica a pesar de su color de piel y que cada día
le demuestra que hay que apreciar los pequeños detalles de la vida. ¡Espero y tú también tengas un hermoso día, Guapo!
Salí de mi habitación y vi caminar a Simona rumbo al baño, pero ahora qué tendra pare una anciana caminando de esa forma.
— Amiga ¿Estás bien?
— No, llegó Andrés esta madrugada y se trajo de arrume a su colega Don Cólicos.
¡Oh! Solo abrí mi boca sin decir nada; ella entró al baño cerrando la puerta y recordé que no me había bajado aún, tampoco cuándo fue la última vez que me bajó, ¡ahhh, no! corrí de vuelta a mi habitación y busqué entres los cajones de la mesa de noche el cuaderno el cual uso para anotar mi periodo. Según mis cálculos tenia diez días.
— ¡Oh! Por Dios ¡Tengo un retraso!
— ¿Qué tienes un qué?
— ¡Por Dios Simona, pareces gato!
— Escuché bien, ¿Tienes un retraso? ¿De cuántos días?
— Que metiche eres, solo son 10 días.
— Hay que ir a comprar una prueba de embarazo.
— Para que, no estoy embarazada, además hay mujeres que su periodo llega cada 48 días.
— ¡Ay! Por Dios, de donde sacaste esa blasfemia.
— De Internet.
— Ajá y como todo lo que está en internet es tan creíble, cualquiera con un hombre así a su lado, también estaría embarazada.
— Que no estoy embarazada, y ya que muera el tema aquí.
Salí de la habitación rumbo a la cocina por algo de comer, tenia ganas de comerme una ensalada de aguacate, Simona iba detrás mío:
— ¡Dios!, porque será tan terca esta chica, no dejará el tema hasta que no haga lo que ella quiera — susurré mientras caminaba.
Entré a la cocina y caminé en dirección al otro lado del mesón; allí estaba comiéndose algo, yo no sabia qué era y le pregunte:
— ¿Qué te estas comiendo?
— Ensalada de Atún.
Solo pensé en ese Atún y se me revolvió el estómago; corrí al baño más cercano a vomitar. Dejé que mi alma saliera por mi boca, lágrimas salían de mis ojos y detrás de mí escuche:
— ¿Ahora si quieres que compre la prueba de embarazo o aún tienes alguna otra duda?
— Te odio — le dije esas palabras como pude.
— Ahora vuelvo, no te vayas a desmayar, espera a que yo vuelva y grabe tu reacción.
Quince minutos después me encontraba sentada en el inodoro; inclinada un poco había adelante, vomité hasta el alma y sin haber comido nada aún. Luego llegó Simona; me entregó la bolsa, le hice una seña para que me dejara sola y eso hizo. Realicé el procedimiento como estaba escrito en la caja, esperé el tiempo necesario.
— ¡NOOOOO! — grité mientras intentaba no caerme al suelo.
Lágrimas empezaron a salir de mis ojos; no sabía cómo sentirme, si feliz, nerviosa o con miedo. Solo sabía que me estaba dando un ataque de pánico; pensaba en lo que diría Emiliano, no llevábamos ni cinco meses juntos y ya me había embarazado.
De pronto la puerta se abrió y entró Emiliano con cara de preocupación, pero antes de preguntarme algo miró la prueba que aun tenía en la mano y su boca se abrió; nadie decía nada, él solo estaba allí procesando todo.