Estrujo un poco mis ojos, la arena hace que piquen, vaya viento acaba de pegar, estamos en una casa playera. Llevo un vestido playero de flores, un sombrero y unas sandalias blancas, el viento hace que mi pelo vaya en todas las direcciones y junto con ella mi sombrero sale volando. Corro tras él y por fin lo tomo entre mis manos en medio de una sonrisa victoriosa. Me siento cerca de la orilla del mar pero, no lo suficiente para no mojarme. Solo quiero aprovechar este clima soleado.
Aun así tengo una sensación inquietante, falta alg… ¡Mierda!
Siento como el agua me cae de la cabeza y me recorre la espala, junto con este escalofrío repentino me llegan ganas de asesinar a quienquiera que me haya mojado.
Volteo y allí está el, con una sonrisa traviesa, va vestido con unos pantalones de color mezclilla, una camisa blanca muy sedosa que tiene los dos primeros botones sin abrochar y mis instintos asesinos pasan a convertirse en un juego.
Me pongo de pie, un poco atontada y con sonrisa de enamorada.
Sus rizos rubios le caen por la frente casi le tapan sus hermosos ojos claros, si, tiene el pelo largo y aun así parece un ángel, travieso pero mío y muy lleno de vida.
Él echa a correr y yo más detrás comenzando así una persecución, cuando estoy a dos pasos salto abalanzándome sobre él.
Los dos caemos y nos reímos, si pudiera escoger un lugar para quedarme por siempre seria aquí. En medio de nuestras carcajadas, un dolor que apenas molesta, yo encima de él y el sonido de las olas chocando.
—Alex, no solo me has dado el mejor verano de mi vida, has llegado a iluminar mi vida. — Le digo mientras acerco mi rostro al suyo para que nuestros labios se unan en un beso.
Quiero atesorar este momento por y para siempre conmigo.
—Lo sé, amor, sabes que podemos estar juntos. Las cosas se van a complicar un poco porque mi padre quiere que me quede trabajando en la empresa con él y no me dará tiempo de casi nada pero hare lo posible para que funcione.—Habla mientras se incorpora y me extiende una de sus manos para que yo pueda ponerme de pie, la acepto gustosa y dejamos nuestros dedos enlazados.
Nos detenemos y veo angustia en su mirada. Me acerco, le doy un abrazo y aprovecho nuestra cercanía para reconfortarle.
—Todo estará bien, cariño. — Le susurro al oído, como si fuera un secreto que debiéramos guardar, como si no quisiera que nadie me robara la certeza de asegurarle que todo iría perfecto.
—Lo sé, Al…—Dice mientras toma una de mis manos entre las suyas y la besa.
De repente todo se comienza a tornar borroso y apenas logro divisar confusión en su mirada, grito e intento lanzarme hacia el para no apartarme pero un sonido seco me sobresalta.
Me llevo una mano a la cabeza ¡Agh! Tuve un sueño y al patalear tanto me caí de la cama.
Me voy incorporando pero, la puerta se abre de golpe.
—Ally, ¿Estas bien?—Pregunta sophie con cara de preocupación irrumpiendo en la habitación.
—Tranquila sophie, solo me he caído de la cama. No pasa nada. — Aseguro mientras me siento en la cama sobándome la cabeza.
—Tranquila, ya me ducho y salgo de la habitación. Hoy debo volver a la casa de Alex… A casa.—Me hiere un poco pensar que Alex ya no estará.
—Sabes que puedes quedarte aquí siempre que quieras Ally, aún me preocupa y sé que no es fácil por lo que estás pasando. — Intenta convencerme sophie pero, ya tome una decisión.
—Tranquila amiga, ya salgo y está más que hablado. Hoy regreso a casa. —Hago un gesto para darle credibilidad a mis palabras.
Sophie suspira, hace un gesto con ambas manos de rendición y sale de la habitación.
***
Ha pasado una semana desde el inconveniente con el perro, lo único bueno que salió de allí es que ahora no aparezco entre los mayores sospechosos (y no es que haya una lista) de haber asesinado a Alex. Así que, la investigación sigue, debo asistir al psicólogo aun pero no soy una amenaza.
Ya puedo regresar a casa, así que iré a allí y puedo tomar las responsabilidades que Alex tenía con la empresa.
Uno de los socios, Scott Collins se ofreció a ayudarme un poco y a actualizarme con la ajetreada agenda de Alex, así que hoy será un día ajetreado. Justo en este momento me dirijo a Brenden Inc. Y solo pido clemencia para que no me vaya tan mal.
***
Vale, si yo creía que iba a ser un día muy rudo, fue el doble de eso. Estoy agotada y siento que trabaje como una esclava en épocas coloniales, por Dios si Alex era el dueño y socio mayoritario; aun así tenía tanto que hacer no me quiero imaginar el resto de empleados.