Mientras hablábamos en el salón de la antigua casona D'olbeck, no podía pasar por alto, la muchacha sentada en el rincón más lejano de la habitación, donde la luz tímidamente la iluminaba. Apenas podía ver esos inmensos ojos azules, su tristeza expresada en lágrimas que ella trataba de evitar, sin éxito. luego extrajo de su mochila, de los tantos bolsillos laterales que esta exhibía, unos lentes para ocultar sus ojos llorosos y el retazo de cielo contenido en ellos. Me miró, trató de evitar el contacto... Pedí a Margarita, ( la dueña de la casona) un vaso con agua, me dirigí al rincon triste y gentilmente le ofrecí el agua, me miró nuevamente, tomó el vaso con sus manos delicadas y extensas, me dijo en un castellano afrancesado gracias, después agregó mercy. Yo sonreí recatadamente, - es lo menos que puedo hacer por un alma herida _ agregué. Bajó la mirada y otra vez, con ese tono afrancesado, que formaba un pack perfecto con su atractiva figura, me dijo puede sentarse si quiere, claro...
_claro que quiero_ respondí. De fondo sonaba un tema interpretado por Amy Belle " no quiero hablar de eso" Era la música perfecta con el concejo perfecto. Usted no parace ser de aquí, se referia a Chilechico, _se equivoca soy de aquí,_ naci a un par de cuadras de acá. _Sonrió... Nos habló de sus penas, lloramos por ella , pero lo que nunca supo que yo también lloraba por mi. Luego todos reíamos.. en un momento dijo llamarse Estée, que en Toulouse la esperaba su familia... Cuando nos despedimos, pude ver que en los cielos que resaltaban su cara, brillaban otra vez las estrellas ...