Voces en el cielo

25

— ¿Dónde diablos están? — preguntó Edson.

— No tengo idea, pero iban delante de nosotros, ¿no? — dijo Flor.

— ¡No puede ser! — estaba furioso — no puede ser que los hayamos perdido.

— Tranquilízate por favor Edson, deben haberse escondido cerca de aquí, seguramente ya hasta nos están esperando en algún lugar seguro.

— Tu problema es que eres muy positivo, Matías — le temblaba la vena de la sien — ese es tu maldito problema.

No respondí, porque sabía que no era momento para estar discutiendo, me tragué el coraje y seguí tambaleando con Flor en nuestros hombros.

La alarma chilló más fuerte conforme avanzábamos al norte, <<debía estar cerca de ese lugar>> el sonido sobresalió de aquel que provenía del cielo, esas trompetas que tenían días anunciando algo, algo que hasta ese momento no podíamos descubrir.

Insectos carnívoros se quedaron atrás, devorando a los cientos de soldados que sólo están defendiendo a su patria, esos soldados que sólo querían tener un futuro junto a su familia <<si es que aún la tenían>>. Sabía que ellos sólo deseaban que todo terminara de la mejor manera posible también.

Kelly llevaba la delantera, con Duque corriendo a su derecha, y justo atrás le seguíamos nosotros tres, tratando de ir al nivel de la pequeña.

 

— ¡¿Qué están esperando?! — nos gritó. — ¡Vamos, más rápido!

Los jadeos de Flor eran evidentes, y Edson parecía que en cualquier instante caería desmayado.

Le seguimos, pero unos segundos después de estar gritando, pasó de ser esa persona valiente, a ser la pequeña niña asustada.

Se detuvo de golpe, mirando hacia arriba, con temor. No entendíamos que ocurría. Dio un paso hacia atrás, luego otro, y otro. Duque yacía paralizado también, se había detenido y gruñía levemente.

<< ¿Qué rayos pasaba? >>

Nos paramos a unos metros de Kelly y tratamos de ver lo que ella también observaba.

— Oye — dije bruscamente — ¿Que está pasando?

No respondía.

— ¡Hey!, ¿me escuchas?

Kelly temblaba, daba pasos hacia atrás y parecía que Duque la estaba imitando.

Miré hacia arriba, con un dolor crítico por las heridas.

Entre el polvo que flotaba había algo, se encontraba levitando, sacudiendo sus alas con majestuosidad. Tenía en la mano un arco blanco tan brillante como su cuerpo. Sus músculos tenían en sus límites unas líneas casi amarillentas, y la barba negra lo hacía parecer casi humano.

Me recordó a aquel ser que estuvo en mis sueños hace unos días, después de ser herido de bala levemente, cuando mi amigo conciencia me hablaba.

Emprendió el vuelo rápidamente con rumbo al horizonte, sin mirar un momento hacia abajo, su cuerpo se puso en forma horizontal y salió disparado haciendo que todas las partículas de polvo se movieran con brusquedad.

Kelly cayó sentada, y Duque corrió a meterse entre mis piernas, temblando.

Volteé a ver a Flor y a Edson, que me miraban sorprendidos.

 

— ¡Wow! — soltaron al mismo tiempo.

— ¿Qué era esa cosa, Matías?

— No lo sé, Flor, yo también quisiera saberlo.

— Parecía un... Un .... - Decía sin éxito Edson. Su mirada gris se clavó en la mía, con los ojos muy abiertos y los delgados labios temblando.

— ¿Un ángel? - pregunté dudando de mis palabras. Él asintió mientras una gota de sudor le resbalaba por la patilla.

Le respondí con un gesto de indiferencia, pidiendo concentración.

— Vamos Kelly, debemos seguir.

Ella asintió, tenía la boca abierta ante la sorpresa de haber visto un ser mitológico frente a sus ojos. Le di la mano y se levantó lentamente, con los ojos muy saltones y la mirada perdida. Sus anteojos ya no estaban.

Me limité a contemplar su pequeño rostro, y continué caminando con Flor, quien dependía en parte de mí.

— ¿Puedes seguir?

Ella me respondió con un gesto, con una mueca de dolor, pero segura de sí misma.

— Andando pues.

 

Un kilómetro más adelante se escucharon las hélices de un helicóptero, pero la oscuridad no nos permitió apreciar con claridad.

— Por aquí — susurré. Ellos me siguieron hasta lo que quedaba de un viejo autobús despintado, manchado por sangre y algunos cuántos roedores muertos sobre el cofre. Al parecer se había volcado en algún momento de desesperación.

Nos pusimos tras el autobús y minutos después pasó en el aire un enorme cuerpo de metal, el cual iba a toda máquina y sólo dos luces en toda su superficie eran lo que les permitía observar el panorama.

Se dirigía a la zona de guerra de la que estábamos huyendo, donde estaban las langostas devora hombres, y a donde se dirigió aquella criatura parecida a los ángeles, como los que me describía mi madre. Pude ver que tras el helicóptero iba otro, más escandaloso que el anterior, y llevaba más luces aún en la parte anterior. Nunca antes había temblado tanto, me parecía al pequeño Duque en invierno.



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En el texto hay: romance, aventura, tercera guerra mundial

Editado: 01.06.2020

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