Volando al Viento [ Genshin Impact ]

Capítulo 35. Elige a tu campeón

Capítulo 35
Elige a tu campeón

Cuando Itto le mencionó a Kazuha que conocía todos los lugares en los que se reunían los gatos en Hanamizaka… el espadachín vagabundo no tardó mucho en darse cuenta de que aquello no era de hecho una exageración. Los dos miembros de la Banda Arataki le dieron un recorrido por varios de los rincones de aquella área, todos ellos en efecto habitadas por decenas de gatos.

Anaranjados, negros, cafés, atigrados, grises, incluso algunos totalmente blancos… Pero ninguno de ellos era Tama. La mayoría huían en cuanto se les acercaban, pero algunos se aproximaban con extrema confianza, en especial a Kazuha.

—Parece que los animales te quieren, amigo Kazuha —señaló Itto, intrigado al ver cómo un grupo de gatos se remolineaba a los pies del muchacho de cabellos claros. Éste se agachó hacia ellos, pasando sus manos con cuidado por sus cabezas y lomos.

—Los animales nunca temen a aquellos que poseen un alma tranquila —indicó el espadachín, pronunciándolo casi como si de una poesía se tratase.

—Supongo que eso significa que su alma no es muy tranquila, jefe —le murmuró Akira en voz baja a su amigo oni. Éste se sobresaltó, sorprendido por la afirmación.

—¿Qué dices? A mí los animales me adoran. ¿Olvidas quién es el mejor atrapando escaradiablos de toda Inazuma?

—No sé —masculló Akira, un tanto inseguro—. No creo que los escaradiablos cuenten. Ellos prácticamente nunca huyen de nada. Casi siempre se quedan sólo ahí quietos para que los tomes.

—Ja, es obvio que no entiendes la complejidad de la mente de un verdadero guerrero. Ellos mantienen la mente despejada y en blanco, sólo hasta que es el momento de verdaderamente luchar. Todos podemos aprender algo de la manera de su manera de pensar.

—¿Es decir… tener siempre le mente despejada y en blanco? —inquirió Akira con curiosidad—. Bueno, eso no suena demasiado complicado…

Cuando Kazuha se incorporó de nuevo, los gatos emprendieron la marcha, alejándose calle abajo en grupo.

—Me temo que quizás la gata que buscó no se encuentre por los alrededores —masculló Kazuha con pesar—. Quizás por instinto se fue a buscar a mi compañero. Debería ir a buscarlo a él.

Aunque claro, considerando el sitio al que Tomo había dicho que iría, la idea de ir tras él en realidad no le apetecía del todo.

—Hey, hey, no te preocupes, amigo Kazuha —exclamó Itto con extrema confianza—. Aún falta un sitio, el más popular de todos. De seguro la gata perdida que buscas se encontrará ahí. Anda, sígueme.

Antes de que Kazuha pudiera decir “sí” o “no” a su propuesta, Itto emprendió de inmediato la marcha, andando con rapidez. Akira lo siguió de cerca, y Kazuha no tuvo más remedio que ir detrás de ellos.

Kazuha no estaba seguro de qué tan preocupado debía estar por Tama en realidad. Tomo la había ya adoptado cuando se vieron unos meses atrás (antes de reclutarlo para ese viaje rápido a Inazuma) y casi siempre se la pasaba muy pegada a su dueño. Así que no llevaba el suficiente tiempo conociéndola como para saber si se podía cuidar sola o no. Pero como hubiera sido, Tomo se la había encargado, y necesitaba al menos intentar encontrarla. Pero esa ciudad eran tan grande… podría estar en cualquier lugar ahora mismo.

Al menos la compañía de Arataki Itto, ahora que ya no estaban peleando el uno con el otro, resultaba agradable, además de útil. A lo largo de sus viajes por Inazuma, Kazuha había conocido a muchas personas interesante, incluyendo a otros Oni, incluso otros tipos de Youkai. Pero este individuo era un poco más peculiar que la mayoría. Pero, sobre todo, le sorprendía que hubiera podido vivir tanto tiempo en el corazón mismo el Shogunato con una visión, cuando lo más sensato hubiera sido alejarse lo más posible de ese lugar. Debía ser en verdad alguien muy valiente… o quizás no muy listo…

O quizás ambas; una no excluía a la otra, después de todo.

El sitio al que Itto lo dirigió fue justo en la salida principal de la ciudad, en la parte más exterior de Hanamizaka, en la cual se erguía un alto y frondoso árbol de cerezo, en esos momentos con sus ramas rebosantes de flores rosadas. Era una de las primeras cosas que la gente podía ver en cuanto ingresaban a la ciudad por el camino principal.

Kazuha no pudo evitar recordar que hace unos días por esa zona, se había suscitado aquel incidente en el que la Comisión Tenryou despojó a aquel ronin de su visión Pyro; aquel que Ayaka había llamado Ouji. Había sido también ahí donde vio a Ayaka por primera vez luego de tantos años, al intervenir para ayudar a aquel hombre.

Justo como Itto había prometido, había varios gatos rondando cerca de aquel árbol; incluso algunos reposaban sobre sus ramas cómodamente. Pero no sólo había gatos, pues a la sombra de sus ramas se encontraba también un grupo de cuatro niños, tres niños y una niña, de cuclillas formando un círculo.

—Mira, son ese grupo de perdedores —masculló Itto con arrogancia mientras se aproximaban, esbozando una amplia sonrisa.

—¿Perdedores? —preguntó Kazuha con curiosidad—. ¿Te refieres a los niños…?

—¡Hey, ustedes! —gritó de golpe Itto, agitando además una mano en el aire—. ¡Kouichi, Midori, Shouta, Daisuke! ¿Cómo están perdiendo el tiempo esta tarde? ¿Eh?




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