Volver a amar

Capitulo 3

Noah

En varias ocasiones me llegue a sentir fuera de lugar, de hecho, en todas las ocasiones me sentía así, que no encajaba, que algo en mí no le gustaba a la demás gente, por eso nadie se daba el tiempo de querer hablarme o estar conmigo. Siempre me pregunte que tenía de malo.

Cuando tenía 6 años nadie quería ser amigo del niño que siempre venia golpeado a la escuela. Las maestras siempre se quedaban conmigo a la hora del recreo y siempre me hacían preguntas sobre cómo me había hecho esos golpes, pero desde pequeño fui entrenado para evadir o contestar de otra manera esas preguntas. Me caí de la bici le conteste esa vez, cuando llegue con un ojo morado a la escuela no podría poner la misma escusa, ¿Qué paso esta vez, Noah?, me golpee con la manija de la puerta.

Siempre sabia como contestar, porque ellos siempre me decían como hacerlo, como hacer que la gente no se metiera en mis asuntos, desde pequeño tuve una historia falsa de como resultaron mis golpes, porque no podía decir en clase que el novio de mama me golpeaba cuando trataba de calmar su ira y ella estaba lo suficientemente drogada como para pararlo, una vez trate de golpearlo, pero mi fuerza no se comparaba con la de el cuando tenía 6 años.

Pasaron siete años y había cumplido 13, recuerdo a ver esperado mi cumpleaños con ansias, había repartido invitaciones de Superman a todos los de mi clase, iba a tener un pastel de vainilla con fresas, mama me lo había prometido, cuando llego la hora de mi fiesta, recuerdo que nadie llego, ningún niño de mi clase se pasó por casa para partir el pastel conmigo o darme un regalo, recuerdo a Robert el novio de mama reírse de mi porque nadie vino, dijo que nadie vendría al cumpleaños de un niño raro. Llore en mi habitación cuando nadie me escuchaba, ponía la almohada sobre mi cara y lloraba, quería tener amigos, salir a jugar como todos los niños. En ese momento deje de insistir, deje de esforzarme para hablarle a alguien, lo que hiciera no iba a funcionar.

Al cumplir los 15 entre a la preparatoria y pensé que todo sería diferente, porque la gente madura y eso, había cambiado mi peinado, todas las mañanas arreglaba mi cabello chino para que se mirara bien, vestía como todos los demás, pero nunca nadie se me acerco a hablarme, ni el primer día ni el segundo, no porque tuviera moretes, sino porque la ciudad era pequeña y todo se sabía, nadie quería ser amigo del chico con padres drogadictos, las madres pensaban que sería una mala influencia para sus hijos, aunque yo nunca llegue a consumir nada.

Robert seguía golpeándome, pero esta vez cada que estaba ebrio porque sabía que no me defendería, no podría pegarle, mama siempre me dijo que era feliz con él, ¿Cómo podría arruinar la felicidad de mama?, aunque también pensé en como mi madre podría ser feliz con un tipo así, solo se drogaban y no hacían nada productivo, pero no importaba podía aguantar esos golpes. Ahora sabía que para un ojo morado tenía que ponerme hielo y para un labio roto tenía que limpiar la herida, había aprendido a como curarme solo porque después de todo solo me tenía a mí.

Aprendí solo cada cosa, porque mama siempre estaba drogada para darme un beso cuando tenía un golpe, para curarme cuando me sangraba la nariz o para decirme que era valiente. Nunca me caí de la bici y nunca me pegué con la manija de la puerta. todo era una mentira y todo por culpa de ellos y sus malditas adicciones.

Al entrar al último año de preparatoria con 17 años, me acostumbre a estar solo, a caminar por los pasillos solo y sentarme en la última mesa de la cafetería, los trabajos en equipo siempre los hacia solo, porque cada vez que volteaba a ver a alguien para que hiciera equipo conmigo se iba.

Recuerdo que un inicio de semana, del primer mes de mayo, todo cambio, había llegado un chico nuevo, tenía el cabello castaño claro y ojos verdes, era alto como tres centímetros más que yo, recuerdo que volvió a ver el aula después de presentarse y se fue a sentar al lado mío y me saludo.

—Hola, ¿no hay problema que me siente aquí, verdad?

—No, ninguno, adelante

La clase había pasado rápido, el señor Gillespie hablaba sobre un proyecto como primera evidencia del semestre, teníamos que hacer un video sobre el medio ambiente.

—Oye, ¿podemos hacerlo juntos? —Nick se había acercado desde su silla hacia a mí, hablando en un susurro.

—¿Seguro?, ¿no quieres hacerlo con alguien más? —Era la primera vez que alguien me pedía trabajar en equipo.

Tenía que admitir que al principio pensé que sería una broma, recuerdo decirme a mí mismo, "no te emociones, eso es raro", pero era la primera vez que no haría algo solo.

—SI, estoy seguro, además solo te conozco a ti, ¿Cómo te llamas?

—Está bien, podemos hacer el fin de semana si te parece, Soy Noah

—En mi casa entonces, seguro que para el fin de semana ya terminamos de desempacar todo, Noah, y, por cierto, soy Nick. —Me extendió la mano para saludarme y me pareció raro, otros chicos solo te daban un golpe en el hombro o la espalda cuando se saludaban, aun así, se la estreche.

Ese día, le enseñe la escuela a Nick, donde serian sus clases y su casillero, pensé que después se iría por su lado, pero como coincidíamos en casi todas las clases, siguió a mi lado contándome cosas de su antigua escuela y que la empresa donde trabajaba su padre se cambió para acá, por eso se habían mudado. En realidad, nunca le pedí ningún detalle de nada, el solo me los decía, pero me hizo entrar en confianza, pero no la suficiente como para contarle sobre mi vida, porque si lo hacía seguro se iría.




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