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Molesto,  Ian se bebió de un solo trago la copa de vino que tenía en la mano y que hasta entonces no había probado. El calor del alcohol sintió que se le estaba subiendo demasiado rápido, algo a lo que no estaba del todo acostumbrado. De pronto vio cómo Edwina venía en su dirección abriéndose paso entre la gente.

—¿Dónde estabas?—dijo Ian irritado, casi como un reclamo.

—Me encontré con unas personas del ministerio de agricultura y me quedé a escucharlos—dijo Edwina quitada de la pena —. Muy interesantes y muy útiles las cosas de las que estuvieron platicando.  ¿Tú que tal? ¿Ha venido Jess?

—No, pero la vi pasar. Iba muy bien acompañada supongo que del tal Daniel—dijo Ian con desdén —. Iban bastante contentos, muy acaramelados.

—¿Qué iban haciendo?—preguntó Edwina con preocupación

—Jessica iba muy colgada de su brazo y los dos riendo como si nadie más existiera en este mundo.

—¿Nada más?

—¿Querías más?—dijo indignado Ian, como si eso no fuera suficiente para molestar a cualquiera.

—Ian, entiendo perfecto que preferirías que Jessica estuviera aquí contigo, pero recuerda que ella está trabajando, no puede nada más dejar todo tirado por estar al pendiente de nosotros. Así que ni siquiera se te ocurra empezar con una escenita de berrinche y de celos. ¿Si estás viendo quiénes están aquí?—dijo Edwina tratando de que Ian se ubicara —. Por allá está el ministro de cultura, por aquel otro lado está un embajador. Agradece que nos invitaran porque nosotros no tenemos asunto aquí.

Ian dio un suspiro profundo que se asemejó más a un bufido y trató de mantener la calma. Sabía que Jessica estaba trabajando, sabía que lo que había visto no era nada realmente alarmante ni malo, pero honestamente deseaba ser él con quien Jessica caminara del brazo y riera.

La noche parecía extenderse hasta el infinito, pero Jessica ya había perdido la noción del tiempo.  A pesar de todo el trabajo que tenía y de tener que estar al pendiente de todos los invitados, estaba disfrutando demasiado la velada. Estaba disfrutnado hacer su trabajo, escuchando tantas pláticas interesantes, conociendo a más personas intersantes en diferentes campos, Edwina estaba ahí y estaba más que emocionada por saber que Ian estaba también ahí. De pronto pensó si no sería la emoción del “último día” y de saber que el proyecto al fin había terminado y que ahora que faltaban a penas un par de horas para avisarle a Daniel que se retiraría, su vida volvería a ser tranquila y podría pasar mucho más tiempo con Ian, como habían planeado desde un principio.

Las salas de exposición ya se habían abierto para todo el público luego de un discurso de bienvenida y una breve reseña por parte de los curadores de Te Papa y los discursos de los representantes de todos los equipos involucrados. Una vez que se dio acceso, todos los invitados pasaron a recorrer cada una de las salas que se habían preparado y estaban asombrados con todos los artefactos que se encontraban ahí, la organización para hacer del recorrido lo más lógico y orgánico para que cualquier persona que visitara la muestra lo comprendiera fácilmente aun sin tener referencias previas a las culturas prehispánicas de México.

En cuanto el grupo al que Jessica y Daniel guiaba terminó de recorrer la primera sala, se detuvieron para comentar lo bien elaborada que estaba la exposición y no paraban de elogiar a todos los involucrados en el proyecto.

—Felicitaciones, Daniel—dijo Ron Brownson uno de los invitados y director de una de las galerías de arte más importantes del país—. Will ha hecho un trabajo excelente manejando todos tus proyectos y ahora vemos que pudiste dedicarte por completo a esta presentación.

—Muchas gracias. Me encantaría llevarme el crédito, pero la realidad es que no habría podido hacerlo sin toda la ayuda de esta señorita—dijo Daniel mirando a Jessica —. Les presento a Jessica Albarrán, ella es quien nos ha ayudado a que todo este proyecto sea posible.

—¿Y en dónde encontraste a esta maravilla? — preguntó Ron mientras estrechaba la mano de Jessica.

—En realidad, ella fue quien llegó a nosotros y no puedo estar más agradecido de que haya sido así—dijo Daniel —. Actualmente Jessica está de intercambio en la universidad, estudiando arte, y en México está por terminar la carrera de información visual y diseño. Encima de todo eso, está haciendo sus prácticas con nosotros y este es el resultado.

—Felicidades, señorita Albarrán. No es nada usual escuchar a Daniel elogiando el trabajo de alguien—dijo Ron.

— Me da gusto saber que he de verdad he sido de ayuda —dijo Jessica —. Daniel y Jeff han sido muy pacientes conmigo durante todo este tiempo.

—Qué gusto saber que tu practicante ha estado a la altura de la ocasión—dijo Ron.

—No es nada más mi practicante, Ron, es la persona que yo necesitaba—dijo Daniel mirando de nuevo a Jessica y poniendo su mano sobre la espalda de ella.

Jeffrey, que ya se había unido al grupo junto con el resto de personas a quienes atendía con ayuda de Will, observó el gesto que había tenido Daniel y ahora, luego de lo que Rodrigo le había hecho notar, estaba mucho más atento a las interacciones de Daniel y de Jessica, pero principalmente las de Daniel.

Hasta ese momento no había pasado nada fuera de lo común, aunque si se había percatado que Daniel estaba más al pendiente de Jessica que de costumbre y se acercaba a ella mucho más de lo habitual, aunque lo adjudicaba a que por el ruido del lugar tendría que inclinarse mucho más y acercarse al oído de Jessica para que lo pudiera escuchar mejor. De momento nada alarmante, aunque de pronto notó que Daniel llevaba bastante tiempo susurrándole al oído a su practicante y tenía una sonrisa un tanto pícara, así que antes de que Daniel cometiera una imprudencia que pudiera mal interpretarse, intervino discretamente.

—¿Les parece si continuamos?—dijo Jeffrey a lo que todos accedieron y eso hizo que por un momento Daniel se separara de Jessica.