Volveré, pero tal vez en otra vida

15

Y se hará una cicatriz
Con un tiempo solo, aquí…

 

No me podía mover aunque lo intentará. Me dolían hasta las uñas. Lo que me habían administrado disminuía el uno por ciento del infierno que recorría todo mi cuerpo.

El irritable sonido del monitor me indicaba que seguía viva. No me sentía muy feliz por eso. En lo único que pensaba era en el inmenso odio que le tenía a ese miserable, en lo mucho que deseaba tomarlo del cuello con mis propias manos y regresarle el triple de las cosas que me había hecho.

Pagaría por todo, no moriría hasta asegurarme de eso.

─Em… lo siento mucho ─se disculpó Jos por quinta vez en el día─. No sé qué hacer para poder arreglar esto. Me siento horrible, si no me odias, te pido que lo hagas.

─Jos… no quiero hablar de eso.

Lo que en realidad quise decir, es que no quería hablar con nadie. Quería estar sola en mi sufrimiento.

─Está bien, dejaré ese tema a un lado, pero hay varias cosas que es importante que sepas. Michael se robó todos los documentos: la carta que te dejo la abuela, las escrituras de la casa y las cuentas de banco. El hijo de puta, vacío una de ellas, Tate cree que lo uso para pagarle a Gabe, hoy se cumple el plazo que le dio.

Lo que menos me importaba era el dinero. Con desesperación apretaba el botón para que la enfermera fuera a ponerme otra dosis para calmar el dolor. Nadie acudía, para mí, que lo desconectaron para qué dejará de molestar.

─El banco ya fue notificado y la denuncia contra Michael es un hecho, en unas horas la policía lo estará buscando hasta por debajo de las piedras. ─No sentí alegría, ni emoción. No sentía nada─. Los chicos ya casi llegan a la ciudad. Kart envió a una agente para tomar tu declaración, estará aquí en cinco minutos.

No fueron cinco minutos, en cinco segundos mi habitación estaba rodeaba de policías, oficiales y la agente que llevaría el caso. Entre todos, su hermoso cabello rizado y esponjado resaltaba. Quería tocarlo y apretarlo. No puedo creer que eso era en lo único que pensaba. Le echaré la culpa a los calmantes y los otros analgésicos que recorrían por mi sangre.

─Hola Em, lamento mucho conocerte en ese estado ─su sonrisa inmensa mostraba sus enormes dientes blancos. Sus lentes combinaban con el color de su labial. Que mujer tan hermosa, pensé. Sí, era el medicamento─. Soy la agente Marissa Maciel, soy nueva en la ciudad y una gran amiga de Jonathan, desde ahora te puedo decir que este es un caso que ganaremos. Sé que en estos momentos te estas pudriendo del dolor, pero necesito hacerte unas preguntas de lo que paso. ¿Tienes problema con que grabemos el interrogatorio?

Su voz era muy suave. Confiaba en ella y apenas la conocía. ¿Dónde estuvo todo este tiempo? ¿Por qué tardaron tanto en despedir a esos malditos corruptos que no aportaban nada a la ciudad?

─Muy bien, Em ─coloco la grabadora sobre la cama, uno de los oficiales fue el encargado de tomar notas─. ¿Nos podrías decir a qué hora Michael apareció en tu casa?

─Fue cerca de las seis y media, cinco minutos después de que Jos se fue.

─¿Llamo a la puerta o entro a la fuerza?

─Llamo a la puerta, pensé que era Jos, por eso abrí sin ver quien era.

─¿Nos puedes describir todo lo que paso desde que entró a la casa?

Cerré los ojos, inhalando y soltando el aire de forma dramática. Intente acomodarme sobre la cama, cada movimiento se sentía como si me clavaran vidrios en la espalda.

─Me tomo del cuello aventándome al suelo. Cerró la puerta, me levanto y sujetándome otra vez del cuello, me recargo en la pared. Quería saber dónde estaba Tate, se enteró de que no estaba en la ciudad y que el festival era una mentira. Me aventó contra la mesa, se subió sobre mí dejándome inmóvil, me cacheteo un par de veces. Él seguía insistiendo en que le dijera donde estaba Tate. Se burló de mi abuela. Por el miedo, hice una mala elección de palabras, lo que hizo que creyera que mi abuela fingía su muerte y que junto a Tate estaban haciendo un complot contra él. Que se burlará me hizo enojar mucho, quise ser valiente y lo confronté, forcejeábamos una última vez, hasta que me aventó al librero y al caer me golpeé con el filo de la mesa.

La cabeza me punzaba al recordar lo que paso. Todo fue tan rápido. No dejaba de odiarme por estropear el plan que Kart había elaborado junto a la abuela. Las cosas pudieron ser diferentes, supongo que los planes no siempre están a nuestro favor.

─Si nos lo permites, ¿podemos tomar unas fotografías de los golpes? Esto le agregará diez años más a su sentencia, tenlo por seguro.

Diez años… veinte años… cincuenta… Ninguna cantidad sería suficiente. Nada regresaría a la vida, eso que me arrebato.

Con la ayuda de Jos, pude moverme y levantarme de la cama. Me fotografiaron las marcas de los horribles dedos que Michael me dejo en el cuello, la parte izquierda de mis costillas estaban pintadas de un mapa color morado, la espalda no alcance a verme, debía estar igual o peor.

Regrese a la cama soltando todo. Volví a tocar el botón, para mi alivio, la enfermera acudió. Se asustó al ver tanta gente en la habitación.

─La señorita Caballero necesita descansar ─les indico, inyectándome otro de esos calmantes que amaba como nada en el mundo─. Responderá todas sus preguntas cuando se sienta mejor.




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