Voracidad

30. Los secretos de un padre.


El amanecer llegó confuso y aunque el sol brillaba en lo alto ella se sentía con el cuerpo dormido, tal vez era la situación frente a sus ojos, o quizá lo nostálgica que se sentía, como un peso en su corazón. Parecía estar atada a un recuerdo que no se vislumbraba con claridad en su mente, pero que se hacía espacio en sus sentimientos.

Suspiró profundamente y apoyó su cabeza en su palma, su apagada mirada se dirigió hacía el hombre increíblemente alto frente a ella que se paseaba por las estanterías de su biblioteca buscando un libro en específico.

Nix bajó los ojos, viendo con una atención lejana el libro de letras doradas en la mesita frente a ella. Lo había empezado con ansias, con tantas que al final perdió el interés rápidamente.

—¿No deberías estar haciendo alguno de tus entrenamientos para recuperarte? —preguntó su padre.

Arrugó la nariz debido al matiz de su voz, tan maltrecha y cansada que le dolía escucharlo.

—Estoy dónde debería estar —respondió por lo bajo.

—Humm... —musitó pensativo—. Te noto pensativa, Nixten —su cuerpo se tensó en respuesta—, ¿pasa algo?

Movió los hombros, relajandolos y murmuró un par de cosas que no se entendieron, siguió en lo mismo hasta que su padre la regañó, así que en respuesta ella bufó pero terminó haciendo caso, como siempre.

—Amm, tal vez si —murmuró haciendo pucheros—, tal vez no, puff, quien sabe.

—¿Por qué estás tan nerviosa?

—Yo no estoy nerviosa, tú estás nervioso —se defendió señalandolo.

—¿Quién, yo? —frunció el ceño—. ¿Por qué habría de estarlo?

—¡Hump, y yo que voy a saber! —dijo alzando tanto los hombros como las manos.

Su padre chistó y se acercó para sentarse frente a ella.

—Bueno, ya basta de jueguitos —se cruzó de brazos—. Dime qué es lo que pasa —ella abrió la boca para responder pero él se adelantó alzando una mano—. Y no me digas que nada que no te lo voy a creer.

—¡Bien! —exclamó derrotada, sin intentar resistirse más y se echó sobre el respaldo del asiento.

—Bien, te estoy esperando.

La pelinegra suspiró profundamente y lo miró decidida.

—Estuve el otro día hablando con Gatek, sobre el asunto porque tenía un par de dudas y vaya que me costó un poquito asimilarlo, pero bueno ese no... —se mordió el labio inferior y lo miró preocupada—. Conocí a mi Tándem, bueno, no tanto así y ese es el problema, que le dije que nos veríamos en dos días, que el eligiera el lugar y...

—No crees aguantar esos dos días —asintió terminando por ella.

—¡Exacto! —dijo dando un brinco en el asiento—. Yo le dije que tenía unos pendientes que resolver pero ya los resolví así que...

Nazareth se veía pensativo y también se puso algo nostálgico, cuando su mirada perdida se encontró con la de Nix había una sonrisa divertida y dulce en su rostro, pero sus ojos se veían tristes.

—Así que encontraste a tu Tándem —musitó con una sonrisa que Nix le devolvió—. Eso me trae muchos recuerdos —se quedó callado unos segundos pensando en que decir—. Mira sé muy bien lo confuso que es al principio, las emociones y esa sensación de sentir que el mundo entero te une a esa persona.

Nix se llevó una mano a la cara y se la restregó.

—Es tan abrumador.

—Lo sé, cariño, lo sé, pero sentirás como encajas, como perteneces —murmuró y le tendió la mano—. Me alegro tanto de que se hayan encontrado, así no te lastimará tanto mi partida, ese es mi único consuelo.

—No... —susurró Nix con la voz ahogada, sus ojos se humedecieron y su corazón dolió—. Eso no es cierto, nada ni nadie hará que tu perdida me duela menos —le apretó la mano y buscó su mirada anodada—, ¿cómo puedes decir eso, papá?

Nazareth quiso reír pero al final no pudo hacerlo así que le dió una sonrisita que hacía relucir sus ojos terracota.

—Ya lo entenderás —dijo soltando su mano y recostandose en la silla—. Ahora dime en qué necesitas mi ayuda, Nix.

La pelinegra meneó la cabeza y también sonrió más tranquila, de alguna forma.

—Ya no importa, he pasado toda mi vida sin él, dos días no son nada.

—Pensé que ya lo habías aceptado —dijo entretenido alzando una ceja—, porque debes saber que entre más te resistas la unión entre ustedes dos se va a ir tensando hasta que ya no lo soportes.

Nix veía sus uñas con especial atención.

—Algo de ese me dijo Gatek.

—Entonces deberías hacer caso.

—Son solo dos días —protestó

—Te sorprendería todo lo que puede pasar en dos días.

—Ay, viejito, mejor no diga nada —se quejó Nix con los ojos bien abiertos, asustada.

Su padre solo se echó a reír sumamente divertido por la reacción.

—¿Cómo se encuentra tu cuerpo? —preguntó a la vez que sus ojos emiten un brillo que se acerca al color de los suyos y la observa de arriba a abajo.

—¿No ves nada? —cuestionó con el ceño fruncido y semblante preocupado.



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En el texto hay: fantasia, romance, magia

Editado: 22.06.2023

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