Vuelta a los orígenes

Cap. 4

Ya habían pasado unos días de la boda de Amanda, desde entonces Kate había abierto todos los días a buena mañana la tienda de antigüedades y objetos varios de sus padres, mientras esperaba a que entrara a algún cliente se dedicaba a diseñar, después al volver a casa se preparaba la cena y la comida del día siguiente y seguía trabajando, no era una vida muy divertida, pero es a lo que estaba acostumbrada. Ser una mujer joven y de éxito profesional acarreaba una serie consecuencias, entre las cuales la principal era olvidarse de prácticamente todo lo que no fuera el trabajo, de normal trabajaba hasta altas horas de la noche y madrugaba cada día de la semana, y si alguna vez salía de fiesta, era básicamente para galas o premios en los que se dedicaba a hacer publicidad de la firma o captar nuevos clientes. Sabía que su vida podía parecer aburrida, de hecho en muchas ocasiones lo era, pero adoraba su trabajo, era algo que le llenaba, y además, había luchado muchísimo por llegar donde estaba. Aunque tenía sus inconvenientes, como era olvidarse de tener cualquier tipo de relación personal, pese a ello, eso no le importaba mucho. La mayoría de sus compañeras tenían pareja, pero ella no había encontrado a nadie que le interesara, los modelos y actores o cantantes solían ser demasiado aburridos para ella, solo tenían un tema de conversación, que normalmente era ellos mismos, y la mayoría de los hombres que conocía fuera del trabajo (que eran muy pocos) se asustaban, les daba miedo estar con una persona como ella, no todos los hombres aceptaban que su pareja tuviera más éxito laboral que ellos o que ganara mucho más dinero, pese a vivir en una ciudad muy moderna el machismo en algunos aspectos estaba muy arraigado. 

Por su parte Luke había tenido una semana agotadora, había tenido que doblar turnos y hacer una barbaridad de horas ya que en el hospital estaban faltos de personal, y siempre que se iba a ir a su casa llegaba algún caso de urgencia, y claro, no iba a dejar a una persona con el brazo roto o con la cabeza abierta durante horas muriéndose de dolor a esperar que estuviera libre algún compañero, por lo que siempre acababa yéndose a casa mucho más tarde de lo que le tocaba. 

Nada más salir de trabajo se dirigió a casa de sus padres, como estaban de viaje por su trabajo tenía que pasar con asiduidad a ver que todo estaba bien y regarles las plantas que su madre adoraba para que no se marchitaran. Tras regar cada una de ellas decidió ir a arriba a acostarse un rato, estaba que se moría de sueño, había tenido guardia y ya eran más de las cuatro de la tarde, solo había tenido tiempo para descansar a la hora de comer, bueno, a la hora de engullir su plato entre timbre y timbre que le llamaban para atender a algún paciente.

Nada más entrar en su habitación inconscientemente lo primero que hizo fue  mirar por la ventana, lo que vio le trasladó por un instante al pasado. Katherine estaba en su habitación, parecía enfrascada en unos papeles, con el ceño fruncido mientras mordía el extremo del lápiz, todavía seguía teniendo esa manía. No pudo evitar que una sonrisa se le dibujara en la cara, sus habitaciones siempre habían estado una en frente de la otra, por lo que siempre se habían visto desde sus grandes ventanales. Desde niños ya se pasaban horas hablando desde su teléfono hecho con una cuerda y dos vasos desechables de plástico (por los que no se escuchaba prácticamente nada y siempre acababan hablando a grito pelado, por lo que toda su familia se enteraban de lo que decían), después pudieron verse siempre, casi nunca corrían las cortinas, solo en momentos de imprescindible intimidad como al cambiarse de ropa o cuando llevaba a alguna chica a su habitación. Todos estos días se había estado asomando pero nunca la encontraba, estaba en la tienda, pero hoy al ser sábado no abría por la tarde por lo que había salido antes.

Como cuando eran adolescentes cogió ilusionado una libreta y escribió una corta frase en una de las hojas, miró por su escritorio y pudo encontrar dentro la caja donde guardaba unas cuantas pequeñas piedras, su habitación no había cambiado nada desde que se fue a la universidad. Levantó su enorme ventana y tiro una de las piedrecitas a la ventana de Katherine, la cual por acto reflejo levantó la vista corriendo. Nada más ver lo que pasaba sonrió contenta, ese era uno de los pocos buenos recuerdos que tenía de sus años de adolescencia. 

L: HOLA KATHERINE 

La diseñadora leyó el cartel y se rió un poco por lo que ponía debido a la nostalgia, por lo que levantó la mano y la agitó en forma de saludo, no sin antes gesticular un "solo Kate" poniendo los ojos en blanco.

L: ME ABURRO, ¿TE APETECE QUE DEMOS UNA VUELTA?  

Luke escribió esto último en varias hojas y las fue pasando poco a poco esperanzado en que le dijera que sí, le apetecía pasar un rato con ella, bueno, siempre le apetecía estar con ella. Kate puso cara de pena e hizo una mueca con la boca mientras levantaba un cartel.

K: TRABAJANDO

L: VA, SOLO UNA VUELTA

K: LO SIENTO

Negó con la cabeza, le apetecía mucho salir con Luke, pero no tenía tiempo, debía entregar los bocetos nuevos al día siguiente y todavía le faltaba bastante trabajo, con la tienda y todo el follón que había tenido al irse al maldito pueblo la habían atrasado bastante y ahora no podía permitirse ningún error, no cuando la empresa había confiado tanto en ella.

Siguió mirando bien sus diseños, eligiendo qué tipo de telas podían ir mejor, cambiando colores, arreglando algunos trazos, no tenía nada seguro, una cosa era diseñar para la firma siguiendo una temática ya establecida y otra muy diferente era crear tu propia línea, ahora las expectativas en ella eran todavía tan altas y no quería defraudar a nadie. Algo la desconcentró de nuevo, Luke había puesto música en su habitación, simplemente para llamar su atención, la esperanza de poder pasar con ella un rato había hecho que momentáneamente se le fuera todo el cansancio de golpe. Levantó la vista y se encontró al médico bailando delante de la ventana, no puedo evitar echarse a reír a carcajada limpia, Luke hacía el tonto solo para llamar su atención, le conocía muy bien. Intentó concentrarse en su trabajo, pero le era imposible no alzar su mirada cada pocos segundos para ver a su amigo haciendo algún pase de baile ridículo.




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