Elizabeth
Notaba en mis mejillas dos pequeñas llamas que me quemaban. Wade seguía encima mía mientras que las balas seguían rompiendo copas por todas partes.
Rompieron unos cuantos vasos muy cerca. Pequeños cristales salieron disparados hacia nosotros.
Wade se pegó más a mi. Escondió mi cara en su pecho sin dejarme respirar y se agachó más.
—¡Tenemos que salir de aquí! — gritó Adam, con un ataque de nervios. Wade gruñó y miró de un lado hacia otro intentando encontrar algo.— ¡Van a entrar dentro de nada!
Me liberó de la presión que sentía en su pecho. Rodó y se puso a mi lado.
La gente gritaba sin parar. Intentaban llamar a la policía, pero de los nervios el móvil se les caía una y otra vez.
—¡Adam! — gritó esta vez Wade y señaló la mesa de billar que teníamos al lado.— ¡Intenta caminar hasta aquí con tu hermana! ¡Voy a llamar a Axel! –Adam asintió y hablo en susurros con Diane, contándole el plan y como lo harían. Volteé mi cabeza a Wade y este me señaló. — Elena me gustaría haberte dicho esto en otro momento más íntimo, pero me da que no va a poder ser —chasqueó la lengua y me miró — ponte a cuatro patas y avanza hasta la mesa. Quédate ahí hasta que llegue. Adam y su hermana irán en seguida.
—Me llamó Elizabeth... — repliqué pero este empezó a marcar números.
Wade dejo de hacerme caso. Enojada, me puse como él había dicho y me arrastré como pude.
Cuando estaba apunto de llegar, un disparo me rozó el brazo. Grité del dolor. Me retorcí como pude hasta llegar a mi destino. Ya allí, me agarré la herida con miedo.
Estaba sangrando, pero solo me había rozado.
Tienes que tranquilizarte, Elizabeth.
Esto va a pasar.
—¿¡Qué fue eso!? — gritó Adam preocupado.— ¡Elizabeth!
Este se levantó sin pensárselo dos veces y corrió hasta a mi. Diane que estaba a pocos metros de él, aceleró el paso hasta llegar a mi.
Cuando Adam vio la sangre que revosaba se puso pálido. Arrancó un trozo de su camiseta blanca y la puso en mi brazo, haciendo un nudo.
—Tranquila, ¿vale? — pasó su brazo por mis hombros y me empujó hacia él. Mi mejilla acabó en su pecho. Su corazón iba con velocidad pero de una forma o de otra me tranquilizaba.
Diane corrió al otro brazo de su hermano y se abrazó a él, llorando. Este la consoló y hizo igual que conmigo.
Las dos estábamos en su pecho.
Wade, después de haber colgado la llamada, se acercó hasta nosotros. Sacó una pistola de su cintura y comenzó a disparar hacia las ventanas. Cada bala que salía me rumbaba una y otra vez en la cabeza, mareandome.
—Elvisa no te duermas — la voz de Wade retumbó por todo el bar. Abrí los ojos rápidamente y lo vi. Seguía disparando mientras se apoyaba en la mesa de billar con la pistola. — No es la hora de la siesta.
—Me llamó Elizabeth. Eli-Za-Beth — recalqué. Este sonrió de lado, mirando con detenimiento a la ventana, buscando algún movimiento.—
—Eso no me interesa. — aclaró, sin expresión alguna. — Solo no te duermas. No quiero aguantar al llorica de Adam.
El chico que estaba a mi lado quería replicar, pero se quedó callado cuando los disparos dejaron de sonar.
Wade sonrió y se levantó confiado, sin preocupaciones. Tendió su mano a Diane, esta la acepto y la levantó.
La gente empezó a salir empujándose los unos a los otros, con urgencia.
Le ofreció la mano a Adam, pero no a mí.
—¡No puede ser! — gritó alguien a mis espaldas cuando me levanté. Mi mano buena seguía agarrando mi brazo herido — ¿No sabes cuidar a las personas, capullo? — se quejó. Al darme la vuelta vi a Seth poniéndole mala cara a Wade. — Pensaba que tendrías piedad con una persona como ella, ¡pero me equivocaba!
Axel entró en el bar aún con la pistola en su mano. Al vernos a todos sonrió y bajó el arma acercándose a nosotros.
—Creo que no hace falta decir que este bar no se va a poder abrir en mucho tiempo. — Axel miró a Adam, esperando una respuesta. Este último asintió y se acercó a su hermana, abrazándola.— Es mejor que nos vayamos de aquí. Os aseguro que van a volver cuánto antes.
Wade que se había quedado callado ante la discusión que le estaba planeando Seth, caminó hasta los dueños del bar.
Seth mientras tanto, se acercó a mí y pasó sus manos en mi espalda y en mis rodillas, alzándome.
Todo estaba destruido. Había marcas de balas por todas las mesas de billar. Las sillas estaban todas por los suelos mientras que el suelo eran todo cristales.
—Solo puedo proteger a dos de vosotros. — anunció Wade. Sabía lo que estaba haciendo. Intentaba poner en un compromiso a Adam. Él tendría que decidir entre su hermana, él o yo.— Tú decides. Aunque ya sabes mi opinión.
—No dejaré a Elizabeth sola en esto. Ya te lo he dicho — soltó Adam con furia. Su pecho bajaba y subía rápidamente. No le gustaba pelear, pero cuando se enojaba a Diane y a mi nos daba miedo. — No puedo creer que tengas el corazón tan gélido como para hacerme esto.
— Perfectamente podría mandarte a la mierda y no proteger a nadie. — Wade se encogió de hombros y cruzó sus brazos en su pecho. — Te estoy dando a elegir. Desde mi punto de vista estoy siendo un trozo de pan.
No podía permitir esto.
Seth me mantenía alzada como si no pesara nada.
Por un momento me sentí mal por él. Seth se había preocupado por mi. Y ni si quiera lo conocía.
No veía a Axel y a Seth malas personas. Siempre ayudaban a Adam cuando había algún borracho exigiendo más alcohol. Y eran agradables.
Wade era una persona controladora, fría y egocéntrica. Aparte de ser un idiota.
—Protege a Diane y a Adam — exclamé, muy decidida. Este me miró con una ceja alzada.— Podré cuidarme sola. Quiero que los protejas a ellos.
Wade asintió y con un gesto, Axel avanzó hasta Diane cogiéndola con delicadeza. Adam, quejándose no se movió. Un hombre que no conocía de nada entró y lo agarró.
—¡No! ¡Elizabeth por favor! ¡¡Elizabeth!! — gritó mientras lo empujaban por la puerta. Se negaba a irse. No se dejaron de escuchar sus gritos hasta que vino un segundo hombre y ayudando al otro, se lo llevaron.
—Seth, puedes bajarla. Es su brazo el herido, no sus piernas. — dijo Wade acercándose a la puerta.— Podrá volver a su casa sola. Vámonos — ordenó —
Seth me miró con tristeza. Pidiéndome perdón con la mirada, fue tras Wade.
Me había quedado sola.
Editado: 13.06.2018