Wade
Odiaba los gatos. Y tenía que aguantar a la rata peluda de la niñata por toda la maldita casa.
El gato se paseaba por los pasillos como si fuera el dueño. Cada vez que me veía, sacaba las garras dispuesto a arañarme.
El día que se vayan de aquí haré una fiesta a lo grande.
Entré en el despacho donde ya todos estaban esperándome.
Pasee mi mirada por esas cuatro paredes. Estaban todos.
Mi ojos fueron a parar a la niñata. Tenía unos pantalones bastante cortos, que no dejaba nada a la imaginación.
Algunos la miraban descaradamente esperando su oportunidad para acercarse.
Seth estaba a su lado, hablando y sonriendo como si yo no hubiera entrado.
Me senté encima de la mesa, aplaudí para llamar la atención y todos callaron.
—Estamos aquí para hacer planes. –Comencé a hablar y varios se cruzaron de brazos esperando a que siguiera hablando. Seth seguía hablando con la camarera. Una sensación de desagrado me invadió.– Si Seth deja de hablar, podremos empezar.
Seth me miró sorprendido por mi arrebato. Yo no solía ser así, no era una persona que exigía atención. Siempre la llamaba sin pedirlo.
La niñata me miró con cara de asco. Segundos después se cruzó de brazos y me prestó atención.
—Los Blakness intentan jodernos de nuevo. –Anuncié. Todos empezaron a hablar sin esperar a que me explicara.
—¡Vamos a enfrentarnos! ¡Como siempre, Wade! –Gritó William, uno de los mas recientes en la banda.– Nunca le hemos temido. ¡Le ganaremos!
Todos empezaron a gritar dándole la razón. No podíamos arriesgarnos a atacar. No de nuevo.
—No es tan fácil. –Negué con la cabeza. Me di la vuelta sin bajarme de la mesa y cogí un mapa grande. Lo abrí en la mesa y todos se abalanzaron para poder verlo.– Podemos ir desde Los Ángeles hasta San Diego. Después pasaremos la frontera de México. Y nos quedaremos en Tijuana.
—¿Nos estás tomando el pelo, Wade? –Preguntó Axel irritado. Todos querían protestar, pero solo él se atrevía.– No vamos a huir. Ese nunca a sido nuestro plan.
—¿Que propones entonces? –Solté enojado. – No podemos luchar. Y menos cuando tenemos a dos niñas que no han cogido un arma en su vida. –Escupí y por un momento me arrepentí. Diane se acercó más a su hermano que la estaba abrazando, y la niñata se quedó tal cual. – Podemos protegernos, pero a ellas no podemos protegerlas.
Todos empezaron a gritar y a decir barbaridades. No estaban de acuerdo con la idea de huir, pero tampoco estaban muy contentos con proteger a dos niñas.
—¿Quién nos metió en guerra con Edler? –Pregunto Iván, que fue el que en el apartamento de Elisa encontró a su gato.– ¡No sabemos las razones por las que quieren empezar una guerra contra nosotros! ¡Se supone que esto es una banda y que confiamos los unos en los otros! ¡Exijo explicaciones!
Algunos aplaudieron mientras que otros gritaban insultos a doquier. Estaban bastante enojados, y tenían toda la razón para estarlo.
Seth se alejo de Elaya y se puso en el círculo que habían hecho alrededor de la mesa.
—Edler fue a Amdyle en busca de nosotros. –Narró Seth para intentar calmar las aguas.– Al parecer uno de nosotros mató a dos de los suyos. –Al decir esto empezaron a sonreír. Sin poder evitarlo miré a la niñata. Estaba sorprendida.– Querían pelea. Elizabeth, la chica que trabaja en el bar de Adam, se metió para evitarlo.
—¡Entonces es culpa de ella! –Acusó Sean señalándola con el dedo.– ¡Si se la damos nos dejarán en paz!
—¡ESO NO ES UNA OPCIÓN! – Gruñó Adam poniéndose enfrente de Sean, dispuesto a pelearse. Diane retrocedió. Estaba asustada y era para estarlo. Adam era uno de los hombres con más mal carácter de la banda. – Como yo me entere de que intentas hacer algo contra ella, te arrancaré los ojos con dos cucharas.
Tras la amenaza, Sean bajó la mirada. Seth, Axel, Adam y yo éramos los mas importantes. Siempre solían hacernos caso en todo.
—Si ella se queda aquí con nosotros, propongo algo. – Cuando escuché la voz de Josué sabía que no era para nada bueno. Todos callaron para escuchar su propuesta.– Nos ha metido en esta guerra, es su culpa. –Todos gritaron alentandolo a que siguiera hablando.– Nosotros la protegeremos, pero a cambio podremos follarla cuando se nos apetezca.
La boca de Elisa se abrió. Al ver su cara una sonrisa se instaló en mi rostro, sorprendiendo a todos.
—¡No seré vuestra puta personal! –Gritó dejándolo claro. Todos empezaron a abuchearla. Eran todos unos degenerados.–
—¡Con esos pantaloncitos dan ganas de comerte toda! –Gritó Álex haciendo que los demás chillaran cosas similares.–
— ¡Vuelve a decir eso y te arrancaré la polla, imbécil! –Gruñó Adam poniendo a Elisa a sus espaldas, protegiéndola.–
—¡No harán eso! –Ordenó Seth con voz tajante. Los demás callaron al ver el tono de voz que había utilizado.– ¡Tienen totalmente prohibido tocarla! ¿Entendido?
Todos callaron y me miraron a mi. Buscaban mi opinión sobre la propuesta.
Sería divertido, pero por otra parte no podía permitir que le hicieran eso.
Quien tomaba la decisión era yo. Siempre había ido así, y esta vez no sería la excepción.
—Entiendo que queráis castigarla de una manera o de otra por meternos en un fregado que ni nos viene ni nos va. –Me miraban con atención, esperando a la decisión final.– Y admito que sería divertido... ¡Pero vamos, señores! ¡Somos unos caballeros! –Bromeé, y estos comenzaron a reír.– La decisión está tomada. Nos quedamos en Los Ángeles y lucharemos. Sin tocar a las chicas.
Hubo algún que otro abucheo, pero aceptaron la decisión. Fueron abandonando la sala hasta que solo quedamos Seth, Axel, Elisa y yo.
—¿Estas seguro de todo esto, Wade? –Preguntó Axel con el rostro totalmente serio. Se tomaba en serio todo esto, y más después de lo que pasó.–
Asentí y este satisfecho, abandono la habitación.
—Te acompañaré a tu habitación, Elizabeth. –Se ofreció Seth. Esta asintió y lo siguió hasta la puerta.–
Esos pantalones le quedaban de escándalo.
Cuando se dio la vuelta para cerrar la puerta detrás suya, murmuró un 'gracias' y me regaló la sonrisa más verdadera que había visto.
Cuando la puerta se cerró, me permití cerrar los ojos. Y una vez más en estos días, cerré en un baúl lleno de cadenas mis sentimientos.
No podía permitirlo otra vez.
Editado: 13.06.2018