Elizabeth
Abrí mis brazos con una sonrisa. Diane corrió hasta a mí y nos unimos en un fuerte abrazo.
Axel y Seth se cruzaron de brazos viendo la escenita que estábamos haciendo, mientras que Wade sonreía complacido.
Habíamos podido escapar del centro comercial sin un rasguño. Ni habíamos vuelto a tocar el tema que me torturaba la mente.
Wade me gustaba, sí. Eso ya era algo visible para todo el mundo, pero había algo en él que no me llegaba a creer.
Había muchas cosas que no sabía de Wade, ni de sus amigos tampoco. Adam siempre nos había avisado de que no nos acercaramos demasiado a ellos, pero la cosa había cambiado demasiado.
Gracias a ellos es que nosotras seguíamos vivas.
— ¡Pequeñaja! – Saludó Adam saliendo del coche. Corrió hasta a mi y me envolvió con sus brazos apartando a Diane.– ¡Te he echado de menos! ¿Cómo estás? ¿Te ha pasado algo? ¿Te han tocado? ¿Te han dicho algo? –Al ver que no respondía se giró a Wade.– Te voy a cortar las pelotas como le hayas hecho algo. –Amenazó.–
Wade negó con la cabeza divertido. Le parecía graciosa la escena, pero sabía que a él también le hacía falta estar con sus amigos.
Axel se acercó a él y se dieron unas palmaditas en los hombros, en señal de ánimos.
— Te habrás quedado a gusto de tanto empotrartela[*] – Le susurró Axel a Wade, pero lo habíamos escuchado todos. Adam se acercó a Axel y lo enfrentó.
[*] Encajar una cosa con otra,
generalmente con un golpe o choque. (Ahora mirenlo con su lado pervertido 😂)
— ¿Qué has dicho? – Preguntó Adam fulminandolo con la mirada. Axel tragó saliva y le sonrió.
— Que tenemos que empotrar un armario.
Adam se acercó más a él. Seth corrió y lo agarró del brazo, empujándolo hacía atrás.
Wade tenía una sonrisa plegada en su cara, le divertía está situación. Le divertía que dos de sus amigos estuvieran apunto de agarrarse a puntos.
— Que haya paz. – Rogó Seth poniéndose enfrente de Adam. Al ver su mirada, tragó.– Por favor.
— Pues que deje de decir que se a follado a Elizabeth. – Escupió Adam cruzando los brazos. Seguía observando a Axel durante unos segundos más hasta que su mirada chocó con la de Wade.– Más te vale no habértela follado. –Advirtió.– Tiene que llegar virgen al matrimonio.
Abrí mis ojos sorprendida. No era virgen, tenía que reconocerlo. Lo había hecho con un chico, por primera y última vez.
Los ojos de Wade repitieron mi acción.
— ¿Es virgen? – Preguntó Axel con un hilo de voz. Su mirada cambió de destinatario. Me observaba con un poco de interés.– Podemos solucionarlo ahora mismo si quieres.
— ¡No es tu vida como para que la vayas contando, Adam Evans! – Le regañó su hermana, pegándole una colleja.– Y tú, deja de ofrecerte como un puto, maldito anormal. – Se acercó a mí y me agarró de la cintura.– Dejenme aclarar algo. – Esperó durante unos segundos y sonrió.– Elizabeth no es virgen.
— ¿Qué? –Escupió Wade perplejo.–
Esta era la peor situación que había vivido en mi vida. Por un lado, tenía a mi hermano de no-sangre queriéndome matar. Por otro lado, tenía a mi hermana de no-sangre que había gritado a los cuatro vientos lo poco virgen que era.
Y por último, tenía al chico que volvía mi vida en una atracción de feria mirándome perplejo, sin palabras.
Pero ¡vamos! ¿Que se creían? ¿Que iba a esperar a un príncipe azul? Pues no, perdí mi virginidad con un imbécil en el orfanato.
En el armario donde el conserje guardaba la lejía y toda esas mierdas.
Al recordar como caí en ese suelo tan sucio y me llené de lejía, me entró un escalofrío.
— ¡Propongo algo! –Gritó Axel terminando con el silencio sepulcral que había logrado Diane.– Me ofrezco voluntario para probar tus dotes.
Lo único que consiguió fue una colleja de Adam y otra aún más fuerte de Wade.
Axel se acarició el área dolorida, mirándolos mal.
— Solo quería hacer un bien por la sociedad, estúpidos. –Refunfuñó Axel cruzándose de brazos.
Adam se puso enfrente mía. Estaba enojado, demasiado. Era mi mejor amigo y le contaba absolutamente todo.
Pero jamás quise decirle algo así porque no lo veía necesario.
Pero al parecer para él lo era.
— ¿Me lo puedes explicar Elizabeth Brooks? – Elevó una de sus cejas. Mal. Esto estaba demasiado mal. – Cuéntamelo. –Exigió.
— Sí. Eso. –Wade se puso al lado de él, cruzándose de brazos al igual que Adam.– Cuéntanos.
Miré nerviosa a Diane. Esta me pidió perdón con la mirada. No la culpaba, la verdad. Adam podía ser muy protector cuando se lo proponía.
— No tengo porqué contar nada. – Me encogí de hombros.
Eso fue la gota que colmó el vaso. Adam miró hacia el cielo y elevó los brazos.
Estaba demasiado enfadado.
— ¡A mi mejor amiga le han desvirgado y no sabía nada! ¡A mi amiga le han metido por primera vez un miembro viril y no me ha contado nada! –Gritó elevando aún más los brazos.– ¿Qué va a ser la próxima, Elizabeth? ¿Que te has casado? ¿Que eres madre? ¡Cuenta lo que tengas que contar! ¡Total, ya me has decepcionado!
Agradecí que estuviéramos en el parking de la casa de Wade. No podrían escuchar las exageraciones de Adam, no tampoco los chillidos que podríamos ocasionar.
Me sentí un poco mal por Adam, pero no veía necesario el espectáculo que estaba haciendo. Era demasiado dramático.
— ¿Quién fue? ¡Lo quiero saber! –Volvió a chillar Adam.–
— Yo también. – Wade dio un paso y se acercó un poco más a mi.– Nombres y apellidos, si puede ser. Me ayudaría también saber la dirección, correo electrónico, teléfono y su grupo sanguíneo.
— ¿Grupo sanguíneo? –Pregunté desconcertada.–
— Sí. –Afirmó esté muy seguro de si mismo.– Para ir a todos los hospitales y poder echar las bolsas de sangre correctas por el váter. Sí no, no te preocupes, las echaré todas.
Lo decía totalmente en serio. Abrí mi boca sorprendida y parpadee perpleja.
¿Que iba a responder a eso?
Me crucé de brazos en los encaré.
— No tienen ningún derecho para saber de mi vida pasada. –Gruñí.
Segundos después estaba pasando por el puente hasta llegar a la puerta de la casa.
Editado: 13.06.2018