Laboratorio:
— Prueba número 173 fallida —la robótica voz de la computadora central se oyó en toda la planta.
Mientras tanto el líder de toda esta investigación trataba de convencer a su jefe.
— Arthur es una mala idea —caminaba tras suyo siguiéndole por donde fuera— si colocamos más de la sustancia el cerebro del sujeto morirá —aún tenía esperanza de convencerlo antes de que iniciara la prueba número 174.
— No lo entiendes ¿no es así? —El científico estaba haciendo que perdiera la paciencia— ¿sabes que significaría para mí que lo logremos? O ¿para ti?, además si te importa la gente que está muriendo por nuestras pruebas… creo que sabes que son personas inservibles, si mueren les hacemos un favor al hacer que sirvan de algo y al país por eliminar personas que no pagan impuestos como nosotros —gruñó mirándolo directamente a los ojos.
— Invertí años de mi vida en este proyecto, Mi proyecto —resaltó el “Mi”— mi propósito es ayudar a los demás y hallar una cura para el cáncer no ponerlos en riesgo jugando con el cuerpo de personas que ¡tienen sentimientos! —musitó más que furioso por la insensibilidad de su jefe. Trato de regular lo más posible su respiración antes de seguir hablando— además sabes que si esto falla estarémos no solo en peligro nosotros si no sabemos controlarlo, sino también el mundo, más de esa sustancia sabes lo que provocará.
— Estamos en un laboratorio aislado de la civilización, deja tus nervios de niña y has tu trabajo. —lo apuntó con el dedo— Aun no murió, nos sigue sirviendo así que ponle al nuevo sujeto de prueba más sustancia si no quieres que tu familia salga afectada —se dio la vuelta y empezó a caminar hasta su oficina, pero se detuvo justo antes de cerrar la puerta y volteó para mirarlo de nuevo —cuando tengamos el dinero en nuestras manos veras lo estúpido que fuiste.
Con ese portazo decidió obedecer por su familia, lamentaba cada muerte que provocaba, pero debía hacerlo, con el objetivo de hacerse sentir mejor no dejaba de repetirse que las muertes de aquellos sujetos serían las nuevas oportunidades para miles más.
— Eva dime el estado del sujeto de prueba —dijo bajando por las escaleras de metal.
— Se encuentra estable señor —hizo una pausa para bajar su libreta y mirarlo a los ojos— a pesar de la falla se logró registrar una reducción del 40% en el tamaño del tumor cancerígeno alojado en su cerebro.
Ese dato no hizo más que darle más fuerza en intentarlo con una cantidad de sustancia más grande, talvez si funcionaria, no podía dejar de pensar en lo felices y orgullosos que estarían sus hijos de él.
— Bien —dijo acercándose a los aparatos conectados al sujeto que daban sus signos vitales— adminístrale 100 g de dihidrodesoximorfina.
— Pero señor, es más del doble de lo que le administramos anteriormente —dijo angustiada al saber exactamente lo que puede pasar— su cerebro morirá y reaccionara, no es seguro, sabe lo que paso con “El sujeto de prueba núm… —no la dejo terminar.
— Lo sé —suspiró— créeme que lo sé, pero son órdenes del jefe. Asegúrate de sujetar sus extremidades en la camilla.
Con la preocupación y nerviosismo a flor de piel obedeció y lentamente preparó la sustancia para introducirla en el nuevo sujeto de prueba, solo quedaba esperar.
Desde el panel de control el científico observaba con detenimiento al sujeto, él también se encontraba nervioso por los resultados.
— Señor vaya a descansar, yo me quedaré a tomar sus signos vitales y mañana le tendré el informe —Eva llamó su atención.
Esa inteligente mujer se había ganado el cariño del padre científico. Todos sabían que Eva sentía algo por él, pero él ni siquiera lo notaba.
El científico sabía que si esto salía mal el nuevo sujeto de prueba se volvería violento, pero estaba tranquilo al saber que el hombre tendido en la camilla estaba asegurado.
— ¿Estas segura Eva? —ella asintió con una sonrisa— está bien, llámame si algo sale mal ¿sí?
Le pidió asiendo un gesto con su cabeza hacia el teléfono con el que podía llamarlo mientras él estaba en su habitación de la planta de arriba donde se alojaban todos a unos metros del laboratorio.
Le dio un inocente beso en la cabeza y volteo para empezar a caminar viendo como aún había algunos otros científicos trabajando en sus proyectos hasta tarde, eso lo dejaba más tranquilo, si algo salía mal estaba seguro de que se enteraría.
°°°
Ya se encontraba en su habitación, pero por más que lo intentaba no podía conciliar el sueño pues tenía un mal presentimiento en el pecho que no lo dejaba tranquilo, pensó que talvez debería llamar a sus hijos.
Cuando estuvo por tomar el teléfono de su habitación este sonó de repente y lo tomó sin dudar.
— No sé qué está pasando —Eva estaba muy alterada— El sujeto despertó cuando fui por un café —le costaba hablar y a él le impacientaba que no fuera al grano, pero pensó que para entender ella debía contarle todo— Ron estaba cerca y lo notó —uno de los científicos que trabaja conmigo— notó algo extraño en sus ojos así que se acercó —empezó a llorar.
— Eva vamos cálmate, tu puedes —la alentó a seguir mientras el colocaba el teléfono entre su hombro y oreja para empezar a vestirse lo más rápido que podía.
— Como no había reaccionado violentamente el creyó que no había nada malo y aunque luego empezó a comportarse de una manera extraña se acercó y cuando prendió una linterna para poder observar mejor sus ojos —sorbió su nariz— el nuevo sujeto lo mordió en el cuello —volvió a dejar sus lágrimas caer.
— Tu… ¿estás bien?
— Sí, pero Ron no —dijo con la voz entrecortada— lo he dejado en uno de los pasillos por que no aguanto verlo, pero el sujeto aún está atado a la camilla en la sala de pruebas.
El científico estaba por hablar, pero un sonido seguido por unos gritos hizo que se detuviera un momento.
— ¿Eva que fue eso?
— N-No lo sé —susurró— viene del pasillo en donde dejé a Ron.