Capítulo 5

— Bien necesitamos organizarnos —estamos todos reunidos en una improvisada sala de estar en una vieja cabaña, llevamos de camino dos días desde que logramos salir de la ciudad— de casualidad ¿alguien tiene un mapa de estados unidos?

Yo creo que guardé uno la anterior vez que fuimos a cazar en un lugar distinto al habitual, me apresuro a buscarlo.

— Kalín —lo llamo para extenderle el mapa.

Lo toma y extiende sobre la mesa para que todos podamos observar con claridad.

— Son 782 mil kilómetros —interviene Zac.

Mientras caminábamos tuvimos la oportunidad de conocernos entre todos un poco más, la niña Zoe como lo pensé tiene 13 años, y el hijo mayor Zac 26.

— Por la carretera principal a pie serían unos… 12 días sin detenernos —digo señalándola en el mapa— digamos un mes por si tenemos algunas complicaciones.

— Podríamos seguir por el bosque evitando la carretera —sugiere Martin igualmente señalando— sería un riesgo, pero al ir por el bosque llegaríamos más rápido y tendríamos acceso a agua, yo digo unos 20 días rodeando las demás ciudades grandes —tiene razón.

Me dedico a observar la posible ruta que podríamos seguir

— Podríamos ir de pueblo en pueblo, además puede que a esos lugares la epidemia aun no haya llegado, y si lo ha hecho, al ser pueblos se encuentran menos personas, no será difícil despejar la zona —comunico.

— Me parece bien —Habla Ela.

— Entonces adelante, debemos aprovechar la luz del sol.

Hasta ahora no nos encontramos con muchos errantes y eso es demasiado bueno, sobre todo porque hay niños aquí y no es bueno que tengan que ver ese tipo de cosas, aunque tarde o temprano pasará.

Estoy exhausta, caminamos alrededor de unas 5 horas sin detenernos, a veces bajábamos el paso por Zoe, pero nunca paramos, no era conveniente, Kalín siempre está ahí para alentarme a seguir, él y yo nos turnamos para llevar a Josh.

— Ahí está “El Dorado”, pueblo de cazadores —dice Zac emocionado.

— Perfecto, necesito un descanso —susurro soltando un suspiro mientras me estiro un poco.

El haber llegado significa descanso, anqué si está infestado significa acción, pero… digamos descanso.

— Rodearemos el pueblo antes de entrar en él para dejar las mochilas ocultas por donde saldremos —todos asienten ante las ordenes de mi hermano.

°°°

Todos armados con un cuchillo y la pistola de papá, entramos al pueblo.

— Está todo desierto, parece que no hay nadie en este lugar —susurra la pequeña Zoe.

— No se confíen —avisé— Josh dale la mano a Kalín.

El que no estén en las calles no significa que no estén en las casas o por algún lugar cerca, aunque también existe la posibilidad de que los hayan evacuado a tiempo.

— Pero supongo que eso es bueno —contesto dejando el bate colgado en mi espalda.

Mi hermano me imita, resulta que conseguimos estuches para colocar flechas en una cabaña del camino, se llevaron todo menos los estuches, supongo que no los necesitaban y nos sirvieron bastante bien para portar los bates.

— Ustedes vayan por ese sector de casas y Kalín, Zac y yo iremos por las de aquí —señalo.

Los chicos y yo encontramos una cabaña de cazador bastante prometedora, aunque en el extremo derecho del pueblo.

— Yo voy primero —dice mi hermano— Josh sostente de aquí y no te muevas.

Abre lentamente la puerta de la cabaña, no tenía ningún tipo de seguro, y una vez que la puerta está totalmente abierta todos nos ponemos en posición, siempre listos para lo que venga.

Dos toques al marco de la puerta son suficientes como para llamar a lo que sea que pueda haber adentro.

— Parece que no hay nadie —doy unos cuantos pasos adentro.

Estoy por seguir, pero siento como alguien me toma por atrás y jala de mí, mi cuerpo choca fuertemente contra el suelo de las afueras de la cabaña. Cuando estoy a punto de protestarle a Zac lo que acaba de hacer, veo como Kalín se agacha y clava su cuchillo en la cabeza de un errante sin piernas que se arrastraba por el suelo.

— Domi —Josh rápidamente se aproxima a mí— ¿estás bien?

— Si, no te preocupes cariño, creí haber escuchado a Kalín decirte que te quedaras ahí, obedece y ve.

Rápidamente va y se sostiene del lugar donde lo dejó Kalín.

— Ten más cuidado hermanita —extiende su mano para que la tome.

Me levanto sacudiendo mis prendas de la tierra del suelo.

— Gracias Zac —le sonrío.

Y él me guiña un ojo. Zac se ha vuelto rápidamente nuestro amigo, mis hermanos se llevan bastante bien con él.

— Bien, ahora sí, adelante —digo.

El lugar es pequeño, pero acogedor, se nota que tomaron lo que pudieron de manera apresurada porque hay varias cosas desparramadas.

— Miren, son cartas —sonríe—  luego podríamos apostar un rato —dice Zac divertido mostrándonos las viejas cartas que encontró sobre la mesa de madera— ¿te he dicho antes que me encanta tu bate?

— Y tú, ¿Qué vas a apostar? ¿munición? —me rio al ver que está apunto de afirmarlo— claro que no vamos a apostar, mucho menos mi bate por algo que obviamente no tienes.

— Lo dice porque es muy mala jugando —contesta mi hermano desde otra habitación, volteo para contestarle cuando se adentre a la habitación en la que estamos, pero me detengo— miren lo que encontré mientras ustedes holgazaneaban —dice llamando nuestra atención.

Mis ojos se abren de par en par al ver lo que mi hermano sostiene.

— ¡Un perrito! —chillo emocionada.

— Pueblo de cazadores… al parecer el dueño de éste se convirtió y nadie más pudo llevárselo, estaba encerrado en la habitación de al lado —se encoge de hombros.

Tomo entre mis brazos al hermoso pastor alemán que tengo en frente.

— ¡No lo toques!, va a morderte —exclama Zac con una cara que solo expresa terror.

— Claro que no.

— ¿Le tienes miedo a un cachorro Zac? —bromea Kalín.

— Se puede decir que tengo una mala experiencia con ellos, solo mantenlo alejado de mi —dice moviendo sus manos exageradamente.