Subí y un gran hombre luego de golpear a T-Dog le apuntó con una pistola.
— Merle no lo hagas.
Vi a Rick en el suelo y junto a él un Rifle, seguro con el que el idiota disparaba.
El tal Merle Dixon escupió sobre T-Dog y se levantó aún con el arma.
— A votar —todos trataban de ayudar a T-Dog— ¿todos a favor?, ¿a? Vamos, voten— gruñó.
— Oh por favor —dijo Andrea estresada.
— ¿Todos a favor? —volvió a preguntar Merle.
Como tenía un arma y ya no querían escucharlo levantaron la mano.
Miré a Rick quien se estaba acercando a Merle y lo detuve, le hice una seña para decirle que yo lo haría, no quiso, pero me puse delante de él frunciendo el ceño para que supiera que voy enserio.
— Bueno, sí. Ahora soy el jefe ¿cierto? ¿alguien más? —me acerque a él por detrás bajo la atenta mirada de todos— ¿nadie?
— Sí —hablé y con el bate le golpeé la cabeza una vez.
Fue un buen golpe, mínimo un home run, o como dirían los latinos: jonrón.
Cayó al piso y Rick rápidamente lo esposó a una tubería.
— ¿Quién eres?
— Él oficial amigable —respondió Rick.
— No hablaba contigo, hablo con la única con pelotas aquí. —no le contesté— te vi allí abajo con el bate.
— Cállate pedazo de imbécil —espeté— tus disparos asustaron a mi hermano, no hagas que te golpeé de nuevo.
Rick se rió.
— Te dije que era él oficial amigable.
— No me digan que son pareja —Rick lo ignoró y habló.
— Escúchame Merle, ahora las cosas son diferentes, ahora ya no hay "negros entre nosotros", tampoco hay más "estúpida basura blanca", solo hay carne muerta y carne viva, nosotros y los muertos, vamos a sobrevivir juntos, no separados.
— Jodete.
— Veo que no pones atención a lo importante aquí.
— ¿Sí? Bueno, jodete dos veces.
Estaba sacando de quicio a mi amigo el oficial.
— Más respeto al hombre armado —le apuntó a la cabeza— es sentido común.
Todos miraron a Rick mientras yo... pues yo solo trataba de no matarlo con mis propias manos. Apenas lo conozco y me irrita con solo verlo.
— No lo harías, eres policía.
— Ahora soy un hombre que busca a su esposa y su hijo.
Silbé lo más bajo que pude y aplaudí.
Todos me miraron y me quité una lagrima imaginaria.
— Lo siento, sus discursos me hacen llorar.
Rick solo negó con la cabeza y se dirigió a un borde de la terraza con uno de los hombres siguiéndolo.
Merle desde donde estaba le gritaba, no vi muy bien, pero creo que Rick tiró su droga.
— Creí haberte dicho que te callaras —me acerque a él.
— Jodete perra.
— Ya va una advertencia, te daré otra —lo escuché reír— si de nuevo abres la boca y mi hermanito sube por ahí preguntándome que pasa, te mataré —no esperé a que dijera nada y lo golpeé dejándolo inconsciente.
Ninguna de las chicas o T-Dog me dijo algo, talvez hice lo que ellos querían.
Caminé hacia donde estaba Rick y aquel hombre, siempre con el bate apoyado en mi hombro.
Me miraron.
— No me digas que... —miró a mi espalda.
— ¿Qué?, es un idiota, Josh está jugando tranquilamente allí abajo ignorando un poco éste mundo de mierda. No dejaré que nadie se lo quite.
Rick asintió comprendiendo.
— Dominique ¿Cierto? —me extendió su mano y giré un poco la cabeza a la izquierda para mirar a Rick con una ceja alzada y él asintió para que estrechara su mano— soy Morales.
Asentí.
Caminamos de vuelta a donde estaba el resto.
— ¿Como está la señal?
— Como el cerebro de Dixon —reí por la nariz al escuchar a T-Dog— Débil.
Hombre que por fin despertaba le sacó el dedo del medio.
— EL centro de refugiados es una ilusión, solo un grupo pequeño de personas a las afueras de la ciudad —Morales.
— Somos nuestra única salida —Andrea.
— Suerte con eso —¿Como hace ese hombre para ser tan rompe bolas?— a lo que escuché, las calles no son seguras en esta parte de la ciudad ¿No es cierto tetas dulces? —eso ultimo lo dijo mirando a Andrea— Oye encanto que tal si me quitas esta esposas y nos vamos a algún sitio a juntar nuestras cosas.
— Yo te las voy a quitar —gruñí— pero las pelotas.
— Lesbiana. Lo sabía —dijo apuntando a Andrea que ignoró su propuesta.
Me sonrió y yo me crucé de brazos mirándolo fijamente.
— ¿Y abajo de las calles? ¿Las cloacas? —Rick logró distraerme de ese hombre.
— Oh viejo —Morales buscó con la mirada— Hey, Glenn, mira el callejón ¿Ves las tapas de la alcantarilla?
Rápidamente Glenn se asomó por los bordes.