Ya ha pasado tres meses desde que le confesé al modelito sobre mi enfermedad, y sin exactamente tres meses desde que ambos nos confesamos bajo la luz de la luna que nos gustamos y que estaríamos juntos en las buenas y malas.
Desde entonces viene cada noche a mi departamento a ayudarme con mis tareas de la universidad, en cuidarme cuando me siento débil debido a mi enfermedad y me acompaña a mis consultas médicas cuando necesito apoyo. Hasta hace poco el médico detectó células cancerígenas en las células de mi piel, padecía actualmente de cáncer de piel.
La noticia nos cayó a ambos como un balde de agua fría pero no nos permitimos destruirnos o al menos él, me dio de todo su apoyo cuando caí al suelo tendida en lágrimas al saber que ahora era paciente con cáncer. Elida quedó destrozada con la noticia, y son ellos quienes me acompañan a mis quimioterapias cada noche al hospital de la ciudad.
—¿Necesitas algo? —. Él estaba a mi lado en una silla, con mi mano entrelazada a la suya, mientras recibo la quimioterapia.
—Mi pica un poco. —. Señalé la zona donde estaba una vía intravenosa.
—Sienna, no podemos quitarla al menos hasta que se acabe el tratamiento. —. Responde Elida, ella está de mi otro lado trenzando mi azulado cabello.
Frunzo mis labios no quedando más remedio que soportar la comezón que me produce eso ahí.
El modelito acaricia mi brazo relajándome y haciendo que mi mente se concentre en otra cosa que no sea esa.
—¿Por qué mejor no le cuentas a Elida como me conociste? —. Propone y mi rubia amiga lo escucha.
—¡Si, Sienna, por favor! Quiero saber cómo es que llegamos hasta esto. —. Ella bien interesada en nuestra historia descansa el codo en su pierna y su cabeza en su mano viéndonos con interés.
—El modelito sin querer casi me atropella cuando estaba de regreso a casa. —. Digo entre sonrisas, estaba un poco cansada.
—¿Qué? —. Elida ríe a carcajadas.— Buena manera para conquistar a mi amiga, Máximo.
Él se elevó de hombros con modestia.
—Gracias, gracias. He mejorado mis técnicas de conquista. —. No pude evitar reír ante eso.
Él comienza a relatar cómo después de eso iba cada noche por esa calle para poder encontrarme y pedirme salir, hasta que una noche ya dado por vencido va al establecimiento de Román Galilei dónde me encuentra cantando.
—Esa fue la mejor noche de toda mi vida. —. Él acaricia mi mejilla con dulzura.— La había encontrado y la tenía junto a mi, nada podía ser más que perfecto.
Elida chilla emocionada viéndonos a ambos con una gran sonrisota y sollozando de la emoción.
—De verdad que ustedes están hechos el uno para el otro. —. Seca una de sus lágrimas.
El modelito me de vuelve la mirada y sonríe de lado.
—Lo que significas para mí importa más que cualquier otra cosa en el mundo. —. Sabe que sus palabras tienen un efecto poderoso en mi estado de ánimo.
A la semana vuelvo a mi hogar con él ayudándome a subir las escaleras hasta mí piso, eran las cinco de la tarde y había muchísimo sol y calor, mi cuerpo no soportaba el dolor que emitían mis manchas en mi piel. Él sin más me carga en sus brazos hasta mí piso, abro la puerta y él la cierra de inmediato, dentro Elida me espera con los aires encendidos.
Ella le indica dónde está mi habitación y me lleva, me recuesto en mi cama y me cubre con mi edredón para luego quedarse a mi lado en una silla.
—¿Estás mucho mejor? —. Me pregunta mientras me pasa un vaso con agua y mi pastilla del día.
—Si, ya el ardor pasó. —. En la comodidad de mi habitación y en lo frío me sentía mejor que fuera dónde había mucho calor.
—Me preocupas cuando caes inconsciente en mis brazos.
Abajo cuando él me abría la puerta de su coche caí en sus brazos debido al malestar que siempre experimentaba cuando estaba en contacto con el calor y los rayos del sol.
—Lo siento, no quería preocuparte. —. Él negó.
—Solo quiero que estés bien y que todo esto pase para que puedas ser feliz.
—Ya lo soy, lo soy siempre que estás aquí. —. Puedo por fin permitirme amarlo, solo que mi miedo al rechazo seguía presente.
—Y no sabes cuánto me alegro, quiero que siempre seas feliz y mantengas esa linda sonrisa adornando tus labios. —. Roza mis labios con sus dedos haciendo que me ponga nerviosa.
—¿Sabes? Siempre soñé con que alguien en algún momento me quisiera tanto que aceptase que estaba enferma, que me quisiera por encima de eso y viera más allá de lo que era o de lo que soy. Y finalmente puedo decirlo a voz viva que lo encontré; eres tú.
—Tu sueño es mi sueño hecho realidad también, lo somos Sienna. —. Inclina su rostro al mío rozando mi nariz con la suya.
Y ocurre, me da mi primer beso.
El primero de abril, el día de mi cumpleaños.
—Aunque hay algo que aún no me cuentas. —. Susurró separándonos.— Hoy es tu cumpleaños y yo no sabía nada.
Lo miré cansada, odiaba mi cumpleaños ya que para estás fechas mi madre me trataba el doble de mal.
—Es la fecha que menos me agrada recordar.
Él arruga su frente viéndose más lindo.
—Tu madre es una bruja, no dejes que esos malos recuerdos te abruman, pitufina. Es más, ponte hermosa para esta noche que te tengo una sorpresa.
—¿Qué? —. Él se pone de pie pero antes deja un beso en mis labios y frente.
—¡Ya sabes! —. Y sale corriendo de mi habitación.
Reí viendo a su dirección y negué, sin duda estaba enamorada de él.
Elida me ayuda a subir la cremallera del vestido negro que usaría está noche para sorpresa que me tiene preparada Max. Elida onduló mi azulado cabello y lo dejamos caer como cascadas sobre mi espalda, ella me maquilló el rostro y me hizo que por esta noche me viera diferente. Él también la invitó a ella por lo que ambas andábamos con vestidos y maquilladas, preparadas para lo que sea que él esté tramando.
#3834 en Novela romántica
#1412 en Otros
#314 en Relatos cortos
historia corta de amor, enfermedades y lagrimas, amor adolecente amor a primera vista
Editado: 26.06.2024