Cuando termino, mis manos aferradas a los pinceles deshacen su agarre. Estos caen al piso y rebotan un par de veces hasta que el sonido se apaga. Mis ojos deambulan por cada pincelada que acabo de dejar sobre el lienzo. La pintura está fresca y emana un olor característico que aspiro. Me gusta el olor de la pintura, aunque suene extraño para algunas personas, a mí me trae recuerdos buenos.
Pintar es una de las cosas que más me gusta hacer. Pocos saben que lo hago, solo las personas de mi entera confianza, y por estas me refiero a: Larry, mi mejor amigo, mi madre y una vez el padre que un día me abandonó. Pero esa es otra historia.
Mi obra de arte se ve bien, lo suficiente para entrar en una galería y ser exhibida junto a grandes pintores, pero no podría exponerla de esa manera porque entonces, estaría exhibiéndome a mí misma, incluido mis sentimientos y secretos vergonzosos y hasta un poco tontos.
Me gusta un chico, un chico que no está dentro de mi línea de conquistas, un chico que no está dentro de mi radar ni posibilidades. Un chico imposible. Un chico cuyo rostro acabo de pintar.
No es algo perturbador, ni extraño, pero si tenemos en cuenta la cantidad de veces que he tratado de ignorar mis sentimientos hacia él, es penoso. Además, estoy muy segura de que, si mi mejor amigo se entera de esto me abofeteará hasta cansarse no sin antes enseñarme el dedo de en medio y gritarme lo idiota que soy. Y todo esto motivado por la desazón de haber rechazado el viaje a la playa que habíamos planeado antes del reingreso a la universidad.
"Deja las drogas, rubia. Él tiene novia".
Sí, esa sería la primera frase que Larry diría si ve el retrato que le hice a “N.T.L.T”.
N.T. L.T., es el código que utilizo para llamar al chico que me encanta. El resumen de: No te lo tirarás, frase motivadora que utiliza Larry todas las mañanas, exactamente en el momento que nos cruzamos con él. Con Loann Cooper.
Él es una mezcla vilmente dulce de todo lo que conlleva ser imperfecto. Y es que... no es un chico común y corriente al cual le puedo llamar lindo, no. No puedo definirlo como un tipo malo y egocéntrico porque, definitivamente, él es diferente. Posee la inteligencia de Albert Einstein y el atractivo de un modelo de revista. No obstante, tiene defectos, los cuales son tan evidentes como su hermosura. Uno de ellos, y el más terrible, su pésimo tacto para decir las cosas además de la frialdad con la que emite cada palabra que sale de sus divinos labios. Todo eso lo transforman en un ser mal visto por muchos en la universidad, pero muy bien recibido para mi corazón. Corazón que ya está harto de fingir que no le interesa.
Sonrío.
Complacida porque, por primera vez en mucho tiempo, he dejado mi vacío circulo de amigos para hacer que en verdad me agrada. He sacrificado la mejor fiesta de bienvenida a clases de Charlotte para dedicarme toda la tarde un viernes a pintar el rostro del chico que me gusta. Y mi pregunto si este semestre, solo me pregunto, qué tanto tendré que hacer para que él me mire de la forma en que quiero porque… vaya, esta vez voy a hacer que estés es mi radar.
Intimidante.
...
Adiós fin de semana. Hola último semestre.
Sí, el año termina y eso solo puede significar dos cosas:
1) Loann se gradúa.
2) Solo tengo este ciclo para conquistarlo.
¡No puedo permitirlo!
El reloj sigue marcando las horas y mi corazón late a su paso. Cuando el tiempo acabara este dejaría de bombear sangre a mi cuerpo. Moriré, moriré si Loann Cooper no sabe mis sentimientos ahora mismo.
Cierro mi casillero con fuerza y respiro profundo, puedo sentir el aroma de su colonia muy cerca de mí. Una mezcla irresistible de cítricos y vainilla. Mantengo los ojos cerrados tratando de grabarme ese embriagador aroma en la cabeza. Me imagino lo deleitante que sería acercar mi nariz hacia su cuello y poder percibirlo con mayor comodidad.
Alguien interrumpe mi trance de la manera más abrupta posible. Unas manos sobre mis ojos hacen que mi corazón de un vuelco.
— Rubia, ¿quién soy?
Tuerzo los labios hacia un costado, me hubiese encantado blanquear los ojos, pero sus manos sobre estos me lo impiden.
— Eres el maldito semental de la escuela. El tipo rudo que todos los hombres desean.
Escucho la rasposa risa de Larry antes de que descubra mis ojos.
— Estuviste cerca, aunque me hubiera encantado que añadieras maldito sexy semental.
Los castaños rizos de mi amigo se agitan a medida que el mueve su cabeza hacia un costado, dándome un movimiento algo arrogante pero muy propio de él. Larry se confesó gay desde hace mucho tiempo, sin embargo, aún no ha tenido una relación amorosa con ningún chico. Alega que aún no encuentra al indicado, pero yo sé muy bien que son otros motivos.
Antes de saber su verdad, fuimos novios en la escuela. Solo un par de semanas hasta que nos dimos cuentas que nuestra relación no iba por buen camino, así que decidimos ser lo que empezamos. Buenos y grandes amigos. Un año después, él me confesó que le gustaban los chicos. A pesar de que antes creía firmemente en su heterosexualidad, nunca lo cuestioné, ni quise indagar sobre ese tema. Siempre me lo ha agradecido, porque a Larry no le gusta dar explicaciones. Creo que por eso soy su única mejor amiga.