Whiteshark

Capítulo 2: Cabo Martillo.

Cojo el bote y remo hasta llegar a una formación rocosa que se encuentra cercana a cabo Martillo. Quiero aprovechar la salida e inspeccionar el lugar, como pille a un furtivo, con el humor que llevo, lo haré trizas. Escondo la barca entre las rocas, y para asegurarme de que la marea no se la lleva sitúo el ancla de manera estratégica en una grieta.

No tardo en encontrarme con TB. Lo saludo como de costumbre y nos dirigimos al punto caliente de la pesca.

- No te vas a creer a lo que ha pasado – Me agarro a su aleta dorsal, es más rápido de esta manera – Resulta que hay otra persona en el reino que tiene la marca real, por lo que tiene derecho al trono – TB no parece sorprendido en absoluto – Ah bueno, y para colmo me han prometido con un príncipe extranjero.

TB para en seco y colisiono contra él. Puede que sea un tiburón pero entiende perfectamente todo lo que le digo, podría decirse que es más inteligente que una persona media.

- Tranquilo, no pienso casarme con nadie, hicimos una promesa ¿recuerdas? – Al escuchar mis palabras retoma el rumbo – Y de todos modos nunca te abandonaría, eres mi todo.

Conforme llegamos al cabo la profundidad va disminuyendo, el fondo rocoso se transforma en fina arena blanca, que junto con los rayos que pasan a través de la superficie, crean un paisaje de cuento. Grandes bancos de peces adornan el lugar, llenándolo de vida y color. Un pequeño grupo de lenguados, camuflados en la arena, intentan avanzar sin ser vistos.

- Me encanta este sitio.

Me muevo rítmicamente entre los peces, que al verme se acercan a saludar. TB por otro lado impone demasiado.

- Bueno, creo que deberíamos centrarnos – Digo después de jugar un poco – Vayamos a ver a tus primos.

Los tiburones martillo son fascinantes, lo más llamativo de estos peces es su particular cabeza en forma de T, con los ojos y los orificios nasales situados en los extremos. Al contrario que sus parientes, prefieren nadar en grandes bancos, lo que por desgracia facilita su pesca.

En Arqua la pesca es un tema muy serio, sobre todo si se trata de tiburones. Muy pocos tienen licencia y las especies que se permiten cazar son muy limitadas. El martillo está completamente protegido, por lo que su pesca es ilegal y cualquiera que lo intente acabará en prisión una larga temporada.

No tardamos en avistar el enorme remolino de escualos, nadando tan coordinadamente.

- Vaya es grande – No encontramos a unas pocas millas de la costa – Debe de haber unos ochenta individuos.

Es muy probable que estén de migración, después de todo ya es tiempo de su época de apareamiento. Algún día saldré de estas aguas y podré ver a donde se dirigen año tras año, incluso puede que descubra más cosas acerca de ellos. TB me devuelve a la vida real con un ligero golpe en la espalda, estaba tan perdida en mis pensamientos que no he visto el barco que hay sobre nosotros.

- Parece pequeño para ser un pesquero – Digo observando el casco – Es más diría que es un velero – TB revolotea bajo el – Aunque que mejor manera de pasar desapercibido ¿no crees?

No tardo mucho en pensármelo. Esta es zona restringida para la pesca y me da igual si es un bote de remos o carguero, lo echaré abajo.

- TB prepárate, es hora de hundir barcos.

Al ser de madera la tarea se agiliza. Es más pequeño que TB así que solo necesitará un golpe directo en la zona de la quilla para romperlo. Me aparto para dejarle vía libre mientras vigilo el perímetro.

- Una vez que lo hundas no olvides mostrarles tu mejor sonrisa a los tripulantes.

No somos asesinos, y por mucho que me gustase torturarlos hasta la muerte por sus acciones, no depende de mí juzgarlos sino de los tribunales. Por lo menos así les damos un buen susto y nos aseguramos de que no salgan en una larga temporada.

En el momento en el que TB colisiona contra la cubierta de madera esta se resquebraja en varios pedazos ocasionando importantes entradas de agua.

- ¿Pero qué mierda? – Se escucha desde la superficie.

- TB, que sea irreparable, quiero que se hunda hasta las profundidades – Tengo mucha ira acumulada.

Tiburón sigue embistiendo contra el barco, haciendo que se tambalee al mismo tiempo que lo perfora. En pocos minutos será un elemento más del fondo marino.

- Me cago en Poseidón – La voz que emana de la proa se vuelve más sonora.

Nos apartamos mientras el boquete se ensancha y el navío cae paulatinamente. Me escondería peor quiero ver sus caras de frustración y desconcierto. Una secuencia de ondas perturba la superficie al saltar alguien desde arriba.

- Recuerda, muestra todos los dientes que puedas, que se estremezcan.

De entre un manto de burbujas emerge un joven. Su pelo es blanco, sus ojos azules como el océano y... un momento. Yo le he visto antes. Trato de procesar la información pero mi acción se ve obstaculizada por un nuevo dato. Al principio no me había percatado, estaba más pendiente del susodicho que en su anatomía, pero ahora que me fijo mejor observo con asombro una cola, como la mía.

- ¿Eres un sireno? – Grito desde la otra punta del ya sumergido barco.

No era suficiente con tener la marca y aplicar al trono, sino que encima también tiene la habilidad de transformase en sirena. Ya solo me falta que tenga su propio tiburón guardián.

El joven, aun desconcertado por la situación, gira sobre sí mismo para encontrase a TB imponente ante él. Asustado retrocede y lo agarro por el brazo desde atrás.

- Una explicación – Exijo.

- ¿Qué? ¿Pero qué pasa? – Creo que aún no entiende la situación.

- Pasa que tienes cola y te ordeno una aclaración a esta dantesca situación.

- ¿Tú eres la princesa de esta mañana?

- Obviemos lo obvio y responde – TB se sitúa a mi lado cual guardaespaldas.

- Espera, ¿me has hundido tú el barco? – Su expresión se torna arisca, como si estuviese enfadado.



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En el texto hay: romance

Editado: 29.11.2020

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