Luego de la abrumadora batalla con la población vecina invadida por los japoneses y la derrota de las tropas imperiales en la ciudad de Kaesong el ejército así como la capital del país fueron reubicadas en Hanyang (actualmente Seúl). Con una fuerza débil y una economía inestable los ciudadanos de toda la nación sufrían de hambre y pobreza por lo que buscaban de cualquier oportunidad para sobrevivir y alimentar a sus familias.
Tras la lenta recuperación de las fuerzas imperiales el Rey proclamo un decreto para reclutar a los hombres de cada familia con capacidad para combatir en el ejército, este rápidamente se expandió por diversas regiones del país y miles de familias desesperadas optaron por enviar a sus jóvenes al ejército para disminuir las bocas que alimentar y así mismo con la espera de que el rey les diera de su favor y sus hijos pudieran ascender a guardia imperial u cualquier otro cargo de importancia en el ejército.
Gracias a esto el joven Kim Taehyung de la capital de Hanyang fue influenciado por su abuela para unirse al ejército, y aunque era un riesgo a tomar debía hacerlo ya que cada vez le era más difícil conseguir comida para ambos por lo que prefería no ser una carga y al contrario ganarse aquel logro como guardia imperial y poder darle una vida digna y pagarle por la crianza que le había dado. Aunque Taehyung no se destacaba por su fuerza si lo hacía por su inteligencia, y si bien no era lo suficientemente prestigioso o adinerado como para entrar a una academia tenía todas las ganas y hasta donde pudo el conocimiento para estar al nivel de un erudito.
Terminando de empacar sus cosas en el desgastado baúl de madera encontró aquel viejo amuleto de su madre, el único recuerdo que tenía de ella pues jamás llego a conocerla. No era nada especial, solo un manchado dije de bronce con algunas inscripciones extrañas, a pesar de no saber nada del solía usarlo todo el tiempo en su infancia hasta que la época de guerras empezó, entonces debido a su poco valor tuvo que ocultarlo hasta ahora.
Nuevamente se lo colgó en el cuello y ocultándolo bajo la tela de sus ropas salió de la habitación.
—Abuela, ya estoy listo. – Murmuro el joven acercándose a la anciana.
—Oh, qué bueno porque yo estaba por llevármela– Comento divertido el joven de cabellos negros haciendo acto de presencia en el pequeño salón.
—Realmente te agradezco esto que haces por nosotros Jimin...
—No te preocupes, es lo menos que puedo hacer– se acercó al castaño palmeando suavemente su hombro con una sonrisa reconfortante en los labios.
—Gracias... ¿Abuela estás lista?
La mujer de cabellos blancos asintió suavemente con una sonrisa apenas imperceptible para el menor.
—Bien, entonces ya deberíamos irnos, no quiero que se me haga tarde.
—No te preocupes, aún es temprano además te acompañare.
— ¿Estás seguro?
—Por supuesto.
Sin rechistar tomo el pequeño costal con las pertenencias de su abuela y se lo puso al hombro saliendo así de su hogar. Ahora que se iba al ejército no podía dejar a su abuela sola pero para su fortuna Jimin y su familia se habían ofrecido a cuidar de ella. Ellos no eran demasiado adinerados, pero ciertamente vivían de mejor modo que él y su abuela, por lo que agradecía infinitamente que se hicieran cargo de ella aunque está no haya hecho nada más que cuidar de él y de Jimin en su infancia cuando los padres de Jimin trabajaban.
Mientras caminaba por las calles se dio cuenta de que aquel decreto del rey había impactado fuertemente en los ciudadanos ya que la mayoría de familias parecían ocupadas con los preparativos y los jóvenes a su manera se preparaban para partir.
Por alguna razón sentía que todo era como una competencia, aun cuando ciertamente no lo era, al menos no del todo, sin embargo no podía evitar preocuparse por ser lo suficientemente bueno como para no morir en una guerra o como para ascender de rango, pero pronto todos sus pensamientos se esfumaron tras ver al más bajo detenerse, no sabía en qué momento habían llegado.
—Muy bien, hemos llegado, puede ponerse cómoda abuela. Su habitación es la del fondo– Sonrió lleno de amabilidad una vez abrió la puerta dejando que ambos acompañantes entraran.
—Gracias Chimmy...– Murmuro la mujer girándose por completo para ver a su nieto fijamente y a pasos lentos se acercó para tomarle de la mejilla. —Quita esa cara de preocupación, eres listo, muy listo y te ira bien, tampoco te preocupes por mí, Chimmy va a cuidarme así que puedes ir en paz.
Taehyung sonrió lleno de nostalgia y pronto sus ojos se llenaron de lágrimas que inútilmente trato de contener y sin pensarlo dos veces dejo caer el costal de su abuela y se acercó a su pequeña anatomía atrayéndola en un fuerte y cálido abrazo. Ya no pudo aguantar las lágrimas y estás pronto cayeron mojando el hombro de su abuela quien intentaba consolarlo acariciando suavemente sus largos cabellos castaños.
—Regresaré pronto, volveré para cuidarte, por favor espérame... – Sollozo suavemente limpiando sus lágrimas.
La anciana asintió con una sonrisa.
—No quiero ser pesimista pero es hora de irnos– Jimin se acercó al castaño dándole un pequeño abrazo seguido de una palmada en su espalda.
Taehyung asintió con una pequeña sonrisa y despidiéndose de su abuela con una seña salió del lugar seguido por su mejor amigo quien no dejaba de mirarlo con pequeñas sonrisas intentando animarlo.
—Sabes que tú abuela es también mi abuela, así que la voy a cuidar por ti, no debes preocuparte.
—No me preocupa eso, sé que con ustedes está bien... Solo deseo ser lo suficientemente bueno para esto.
—Oh si, lo eres, tendrás un buen entrenamiento y será como cuando éramos niños y jugábamos a las atrapadas, tenías una gran resistencia y podías correr mucho sin cansarte.
—Ya no somos niños, pero espero conservar algo de eso. – Sonrió lleno de nostalgia tras recordar aquella época.