Capítulo 9.
Me apresuro y salgo del coche cerrando con cuidado la puerta. Hay una serie de edificios continuos y si cruzabas la carretera llegabas a un parque infantil. Más allá de eso no podías ver el paisaje, enormes árboles ocultaban la belleza de la naturaleza.
—¿Dónde estamos? —Centro mi atención en él. Esta parte de la ciudad no la conozco.
Lleva su mano a mi cintura y sus labios cerca de mi oído.
—Es la casa de mi hermano mayor y de Galel.
—Juraría que Alicia me había dicho que Hayes es más pequeño que tú.
—Y así es —Me pide que camine con él y paramos en uno de los portales antes de que saque la llave y abra—, somos cuatro y yo soy el segundo.
—¿Y tienes la llave? —Entramos y esperamos que uno de los dos ascensores llegue.
—Confianza plena en la familia, Silvana.
Para él es obvio, para mí no, soy hija única. Nunca entenderé las relaciones entre hermanos, supongo que puedo hacerme a la idea porque tengo primas y también amistades que sí tienen hermanos.
Se encoge de hombros ante mi silencio y me invita a pasar delante de él. Mantiene cierta distancia después de pulsar el botón número seis, hay siete. Aunque no estamos ni medio minuto en el ascensor me distraigo brevemente con el móvil.
Abre la puerta y diviso a muchísimas personas que no conozco. Su puta madre, esto parece una hermandad o vete tú a saber qué.
Me ofrece algo de beber y declino la oferta, a pesar de tener la boca seca. Una mierda me la juego a que metan algo en mi bebida. Ni loca.
Miro al frente y algunas personas me están mirando, aunque se fijan más en Nash si que es verdad que algunos me observan de reojo. ¡Uy! Qué mal rollito…
Reconozco a Aaron y Timothy Coleman, este último es muy extraño, juro que tiene una fijación en mí que me crispa. Qué coño le pasa al chaval.
—¿No íbamos a hablar? —Me da una botella de agua sellada, lo compruebo y doy un pequeño trago—, ¿Por qué hay tanta gente aquí?
—Somos una familia —dice lavándose las manos en el fregadero—, es una casa grande y solemos juntarnos a menudo.
—¿Sois parte de una hermandad?
—No estudio en la universidad, cariño.
—No me llames así.
Se seca las manos y toma una de las mías, no me quejo porque a pesar de no confiar en él, evidentemente es quien más confianza me da.
—Bien —Nos lleva hasta el amplio salón donde un par de parejas dejan de darse el lote para atender a Nash; todos dejan de hacer lo que estuvieran haciendo y nos convierten en el centro de atención—. Os presento a Silvana —No sé cuántos son, podría decir una docena o podría decir que son unos cuantos más, no me molesto en contarlos, para qué—. Cariño —Le aprieto la mano y le miro con cierto reproche, se está acostumbrando a llamarme así y no debería, aún sigo enfadada por cómo me ha tratado en otras ocasiones; continúa hablando—, a Aaron y a Timothy ya los conoces —Asiento—, al resto los irás conociendo poco a poco —Baja el volumen para decir eso—. Tratadla con respeto —Su tono de voz cambia, ahora es demandante, como una orden—, dadle algo de comer tendrá hambre.
Suelta mi mano y el resto continúa con lo que estuviera haciendo antes de ser interrumpidos. Por Buda, algunos deberían conseguirse una habitación, es grotesco. Y lo digo yo, que hace poco di un espectáculo en plena calle.
—Quédate aquí, ahora vuelvo. Aaron te ayudará en todo lo que necesites, ¿vale? —Se agacha para darme un beso en la mejilla y me muevo impidiéndolo.
—¿Adónde vas?
—Tengo que hablar con Nathan.
—¡Una mierda! —Alzo la voz y él resopla, no le gusta que le lleve la contraria. ¡Jódete, Callegher! —. He venido aquí para hablar contigo, si me dejas así te juro por mi vida que me voy y no vuelves a saber de mí.
—Cariño —Ignora mi mirada llena de reproches—, tengo que hablar con Nathan, es importante. Después me haré cargo de ti, te lo prometo. Yo cumplo mis promesas.
Tomo aire.
—No.
—No estás siendo razonable… —dice y me trago una carcajada irónica.
Analizo bien la situación antes de hablar. ¿Qué yo no estoy siendo razonable?
—Nathan o yo.
—¿Qué? —Se cruza de brazos, él cree que tiene más poder que yo.
—Has dicho que tenías que hablar con él y también me has pedido que te acompañe porque tenemos que hablar.
—Y eso es exactamente lo que vamos a hacer —Se acaricia la barbilla—, vas a comer algo y quedarte esperándome mientras hablo con Nathan y luego hablaremos tú y yo. —Me acerca a él de un solo movimiento y agarrándome por la cintura.
—Nathan o yo —Pongo las manos en su agarre quitándomelo de encima—. No me gusta hacer elegir a las personas, pero me he ganado ese puto derecho.
Niega con la cabeza y me pide —más bien ordena— que hable bien. Se muerde el labio inferior, se agacha y deja una suave presión sobre mis labios.
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Editado: 04.05.2022