Esta noche me perteneces
Blair, Maryland 1785
- ¿Cómo se consideran las acusadas? – Preguntaba el ministro a las tres mujeres. El trio reían sin cesar. – Inocentes su señoría, hasta que se demuestre lo contrario. –Respondía la joven Tituba. - ¡Brujas! No tienen temor a Dios nuestro señor, han cometido crímenes tan atroces para nuestro pueblo, solo el podrá apiadarse de sus almas, de lo contrario arderán en el infierno. – Sarah Osborne lo calló. - ¡Blah! Blah, Blah, ¿Ya ha terminado? – El juez se puso de pie. – Sarah Osborne, Tituba, Sarah Good, por atormentar a los habitantes de Blair, asesinar a niños inocentes para robarse sus almas, y por sus crímenes sin comprobar en Salem las sentencio a morir en la hoguera. ¡Quemen a las brujas! – Todos los asistentes en el recinto gritaban exaltados, minutos más tarde se dirigían al bosque, a la cabeza iba el ministro, seguido por las tres brujas atadas una tras la otra, la multitud les seguía el paso con antorchas en las manos, al llegar al lugar tres grandes troncos las esperaban, fueron atadas y bañadas en combustible, los pueblerinos les lanzaron las antorchas para iniciar el fuego, las brujas no hacían más que reír, finalmente las risas terminaron y los cuerpos ardían en llamas. Pero un fuerte viento soplo agitando los árboles y apagando las antorchas. Los tres espíritus flotaban en el cielo y Sarah Good se dirigió a la multitud. – Esto no ha terminado, nuestra suprema acabara con ustedes, nunca encontraran la paz malditos, nunca. – Desapareciendo como si de humo se tratase no se volvió a saber más de aquellas mujeres, la multitud armada con palos y herramientas para siembra emprendieron camino hacia la cabaña del lago, en esta se encontraba Elly Kedward, succionando el alma de los niños del pueblo, sus cuerpos yacían en el suelo y su vitalidad se elevaba hasta el cuerpo de la bruja inmortal, al llegar algunos hombres intentaron entrar por la fuerza volviéndose cenizas al instante, la multitud lanzo piedras, palos y cuanta cosa tenían entre las manos, lograron prenderle fuego a la cabaña, la cual se incendiaba a prisa, detrás de ellos se apareció Elly Kedward. - ¡Soy yo a quien quieren! No me resistiré, vamos atenme, yo soy quien se ha bebido las almas de sus criaturas inocentes. – Un par de hombres la ataron de las manos y la caravana nuevamente se dirigió al bosque donde atada en una carretilla fue abandonada a su suerte en medio de un largo y duro invierno, los habitantes finalmente podían respirar la paz, habían desterrado el mal que por años los había atormentado, sin embargo, un año más tarde mientras festejaban la noche de todos los santos la hija del ministro desapareció junto con todos los niños del lugar, una enorme ave negra se abalanzaba por los techos de las casas, con las patas llegaba a tocar la paja del lugar y esta se incendiaba al contacto, en medio de la fiesta el ave aterrizo convirtiéndose en una mujer jovial y hermosa, no era otra más que Elly quien había vuelto para reclamar sus almas y sus tierras, las otras tres brujas aparecieron detrás de ella, acompañadas de los fieles súbditos de la bruja inmortal, esa noche todos los habitantes de Blair desaparecieron y no quedo rastro alguno o señal de vida en aquel lugar, el cual a partir de aquel momento quedaría maldito por el resto de la eternidad. En 1824 Blair se convertiría en Burkittsville y ninguno de los nuevos habitantes parecía conocer el pasado de aquel lugar maldito.
Burkittsville, Actualidad
Varias patrullas rodeaban el callejón, un cordón amarillo con la leyenda “Escena del crimen, prohibido el paso” impedía cruzar, la calle permanecía cerrada, un gran número de reporteros hacían preguntas a los oficiales acerca de lo ocurrido, algunos curiosos se dedicaban a grabar con el celular lo poco que podían ver, la funeraria había ido a recoger el cuerpo, del otro lado de la calle una reportera transmitía en vivo en el canal informativo: Luego de esta trágica muerte se puede confirmar que hay un asesino serial suelto en nuestro pueblo, el cuerpo fue encontrado esta mañana luego de que un grupo de adolescentes que recorrían el vecindario lo descubrieran merodeando por el callejón, con esta ya son dos muertes sorpresivas que se presentan en nuestra localidad. –Señorita Adams ¿Cree usted que ambas muertes están relacionadas? – Preguntó la reportera a la joven forense. – Lo dudo mucho, el cuerpo que fue encontrado hoy tiene señales de haber muerto por un choque térmico luego de electrocutarse con algún cable suelto en el callejón, es por eso que tiene la piel en ese tono y con ese aspecto, además ya habíamos confirmado que la muerte del otro joven fue un suicidio. – Respondía nerviosa la chica de cabellera oscura al tiempo que seguía caminando a su patrulla. –Necesitamos más información Bonnie, ¿Tienen algo que ver los niños desaparecidos en los últimos meses? – La forense permaneció callada subiendo a su automóvil y arrancando. Con la era tecnológica y redes sociales como twitter, Facebook entre otras cada vez era más común que la información pasará de mano en mano, luego de unos minutos varios jóvenes habían colgado fotografías de la escena del crimen en Instagram y en otras redes sociales, incluso lograban sacar más conclusiones antes de que la misma policía termine de revisar y realizar sus reportes. En casa de los Johnson el señor Charles sostenía una conversación con su hija. – Por favor Meredith, prométeme que tendrás mucho cuidado si llegas a salir por las noches, hay algo muy extraño con las muertes recientes de esos muchachos, creo que puede haber un asesino suelto que está atacando a los jóvenes del pueblo. – La joven rubia permanecía indiferente al otro lado de la mesa. – Sabes que nunca he sido una hija problemática papá, y aunque no lo creas ya se cuidarme sola, ahora lo sé. – Su padre le daba pequeños sorbos al café. – De eso no tengo dudas, y no es que no confié en ti, simplemente quiero cuidarte porque eres lo único que tengo en mi vida. – Levantándose de la mesa se acercó a su hija para darle un beso en la frente y marcharse al trabajo. En la florería del pueblo Anastasia y otros jóvenes compraban flores para el difunto Patrick, en casa sus padres lloraban frente a su foto, con los recuerdos de que el mayor de sus hijos había muerto, Geraldine estaba frente al espejo del baño secándose el cabello pensando en que en menos de una semana había perdido a dos de sus amigos, del mismo modo Devon miraba fijamente al techo de su recamara, acostado en la cama no podía sacar de su mente la pesadilla y los sucesos recientes en la vida de sus amigos. Mientras tanto Meredith en la sala de su casa acomodaba un circulo de velas, frente a ella tenía el Aradia y revisaba paso a paso el ritual que estaba por realizar, al otro lado de la ciudad a las afueras de la iglesia varios habitantes del pueblo vestían de negro y entraban a la capilla, la mayoría eran jóvenes, conocidos, familiares y amigos de Patrick se encaminaban en grupos cruzando la calle, algunos con flores otros solo con penas, en una esquina un reportero seguía el paso del suceso y hablaba frente a la cámara: –El descubrimiento de su cuerpo conmovió a esta comunidad, y hoy, cientos de amigos y familiares se reúnen para decirle adiós. – empleados de la funeraria bajaban coronas de la carrosa que estaba frente a las puertas de la iglesia, las campanadas de la iglesia anunciaban que la misa estaba por comenzar, en el altar a cajón abierto estaba el ataúd de Patrick, rodeado de las ofrendas y fotografías que habían llevado los asistentes. El padre hablaba desde el atril. - El señor todo nos lo da, pero del mismo modo nos lo quita hoy nos reunimos para dar el último adiós a nuestro hermano Patrick Swanson, un joven devoto, un buen vecino, amable, amigo del prójimo, fiel al servicio del señor. – Al fondo de la iglesia en una de las ultimas bancas Meredith quien hacia una proyección astral escuchaba las palabras del cura, luego de unos minutos en el lugar regreso a casa dentro de su cuerpo, tomo un poco de aire y se recuperó del viaje. - ¡Que idioteces! Pura basura, la gente religiosa es tan hipócrita a veces. –levantándose del suelo apago las velas y guardo sus materiales, subía las escaleras cuando tuvo una visión que hizo que las velas se le cayeran de las manos. A las siete con treinta minutos Bonnie y Thammy Adams sería atacadas en su propia casa por un automóvil y estarían al borde de la muerte, volvió en sí y trato de apoyarse contra el barandal para procesar lo que había visto, en la iglesia ya terminada la misa la carrosa subía el ataúd de Patrick para llevarlo al crematorio, en la acera Geraldine y Devon estaban abrazados contemplando la escena, Anastasia se les acercó para darles el pésame y se retiró unos segundos después. - ¿Qué harás más tarde? Todo esto lo de Erick y lo de Patrick me han hecho pensar demasiado y no quiero que nos separemos. – Dijo Devon dirigiéndose a su novia. – No lo sé, todo esto ha sido muy extraño, mis papás no estarán en casa, se irán a una cena en casa de los abuelos, y yo la verdad no tengo ganas de salir, quiero descansar, últimamente no me he sentido muy bien, mejor hay que vernos mañana. – Besando a Devon la joven teñida se subió a su automóvil y se marchó dejándolo fuera de la iglesia, el chico solo se quedó contemplando a la multitud que salía del lugar rumbo a sus casas. –Pensé que tal vez al funeral de Patrick si asistirías, sus padres le planearon una ceremonia el día de hoy, te lo avisé por mensaje. - Decía Anastasia en casa de su amiga. – Si tenía pensado ir, pero la verdad es que me levanté y me sentí muy mal, mucho dolor de cabeza y mi papá estaba algo nervioso cuando se fue al trabajo así que preferí quedarme en casa para no preocuparlo. – Anastasia apoyaba su barbilla contra su puño. – ¿No has pensado en que las muertes de Erick y Patrick han sido muy extrañas? Ambas de noche, sorpresivamente, en una especie de accidentes sin pruebas. – Meredith la miro y soltó una carcajada. – Ay Ann, disculpa que me ría, pero creo que has visto demasiada televisión, estas muy paranoica, simplemente son coincidencias, pero es una pena que el pueblo vea morir a dos personas jóvenes en un periodo de tiempo tan corto. – Anastasia se levantó de su sillón. – Bueno, me voy a casa de los padres de Patrick, la verdad no tuve tiempo de darles el pésame en la iglesia y unas palabras de consuelo nunca están de más. – Su amiga la encamino a la salida, Devon estaba en su casa mirando televisión cuando los recuerdos de su pesadilla invadieron su mente, se tallo los ojos y vio pasar una sombra al otro lado de la sala. – Estoy demasiado nervioso. – Pensaba, fue a la cocina y tomo un vaso con agua y unas pastillas para dormir, se dirigió a su cuarto sin darse cuenta que a sus espaldas mirándolo fijamente estaba la sombra negra que había visto pasar minutos antes, la noche estaba por caer y Meredith leía el Aradia en su recamara, su padre había llegado temprano del trabajo, con la desaparición de niños, la ciudad había entrado en toque de queda para evitar más tragedias. En un puesto de comida rápida nocturno las hermanas Adams cenaban papas fritas y hamburguesas. – Hubieras visto, los padres de Patrick no dejaban de llorar, sigo pensando que Meredith podría ser un problema, ¿Qué tal que es ella quien está desapareciendo a los niños del pueblo? - Comentaba Thammy con su hermana, Bonnie negaba con la cabeza. - Ya te dije que he visto que algo malo le hicieron esos chicos, pero ella es una bruja blanca, los niños desaparecidos se deben a alguien más, estamos en peligro Thammy lo he visto, Meredith es la única que puede ayudarnos, y creo que ya no deberíamos hablar de estas cosas en público. – En su casa Geraldine salía de la cocina camino a la entrada, en la mano derecha llevaba un cuchillo, en la mano izquierda las llaves de su auto. Camino a su casa, caminaban por la banqueta las dos hermanas, la calle estaba completamente sola, la menor de las jóvenes se percató de que un automóvil las perseguía a paso lento y guardando su distancia, las luces del auto alumbraban la calle. - ¿Nos está siguiendo? - Preguntó Bonnie a la pelirroja. Thammy miraba disimuladamente con el rabillo del ojo tratando de no ponerse nerviosa. – Si, se nos está acercando desde dos cuadras atrás. – Bonnie la tomo del brazo. – Rápido hay que darnos prisa, ya estamos más cerca de casa. – Poco a poco las dos chicas apresuraron el paso, pero el carro no dejaba la persecución, sus pies comenzaron a correr y el automóvil acelero subiéndose a la banqueta, las jóvenes gritaban pidiendo ayuda, corrieron a media calle para llegar más pronto, el auto las seguía a toda prisa, estaba prácticamente pisándoles los talones, doblaron a la derecha y el coche derrapo pero no detuvo su marcha, justo en la entrada Bonnie buscaba entre sus cosas las llaves de la puerta principal, al abrirla el auto se estampo contra el porche provocando los gritos despavoridos de las hermanas, gritos que retumbaron en la mente de Meredith quien inmediatamente de un salto se levantó de su cama recordando su visión y cerrando los ojos tratando de ver lo que ocurría se percató de que eran las chicas Adams quienes estaban en peligro. - ¡Diablos! - Se dijo a sí misma y buscando entre sus cosas se preparó para irse a rescatarlas. Thammy dentro de la casa pasaba su mano por el marco de la puerta para sellarla bajo un hechizo de protección, tomada de la mano de su hermana estaban por recitar un conjuro que impidiera el paso del peligro en la casa cuando una voz las hizo estremecerse, se dieron la media vuelta para quedar de frente a su adversaria quien había logrado entrar por la puerta trasera. –¡No más hechizos brujas! – Gritó Geraldine con una mirada de odio, sostenía el cuchillo en la mano derecha, su falda negra estaba rasgada probablemente por el accidente en el automóvil, llevaba una blusa tejida de color blanco y encima un ligero suéter negro, sin pensarlo dos veces les lanzó el cuchillo, pero lograron esquivarlo y este se clavó en la pared detrás de ellas, las chicas subieron las escaleras corriendo, se encerraron en un cuarto pero cuando Thammy trato de sellar la puerta no pudo hacerlo, miro a Bonnie y la chica trato de proyectarse fuera de la casa pero del mismo modo sus poderes le fallaron.- Se acabó.- Dijo la hermana mayor, su maldad es más fuerte que nosotras, es todo, estamos perdidas, Geraldine quitó el cuchillo de la pared y subió lentamente por la escalera pasando por el barandal su arma. En el cuarto las jóvenes se abrazaban tiradas en el piso calladas, Thammy rompió el silencio. - ¡No quiero morir aún! – Una voz detrás de ellas las sorprendió. - ¡No lo harás! Ninguna de las dos, vengan conmigo. – Dijo Meredith extendiéndoles las manos esperando que las tomaran. Al llegar arriba Geraldine dio un empujón a la puerta y esta se abrió sin dificultad, pero las jóvenes ya no estaban en el cuarto. - ¡Mierda! - Exclamó, se dio la media vuelta, pero se detuvo y se regresó caminando cerca de la ventana, en la cortina estaban un par de cabellos rubios, Geraldine los tomo y los olfateo. - ¡Meredith! - Se dijo a sí misma la chica, asomando su cabeza hacia la calle tratando de buscar a sus víctimas, pero la calle estaba sola. Al otro lado de la ciudad en la carretera cerca del bosque transmutaron las tres jóvenes, Meredith las había llevado hasta aquel lugar lejos del peligro. - ¡Aquí estarán a salvo! Por ahora, busquen refugio. - Les dijo a las hermanas. – ¿A dónde iremos? – Preguntó Bonnie. Meredith se detuvo a mirarla. – Ese no es mi problema. - Y sin decir más se dispuso a marcharse, cuando inexplicablemente se desmayó, cayendo contra el pavimento. Segundos más tarde se levantaba del concreto, para contemplar una horrible escena en la cual su casa se incendiaba, las llamas hacían cenizas su hogar, dentro se escuchaban los gritos de su padre, la chica no podía hacer nada por salvarlo, un tumulto de gente la apresaban acusándola de brujería y le ponían una antorcha en la cara, entonces despertó recostada en un sillón de piel, se incorporó lentamente, las otras dos jóvenes se acercaban para tratar de conocer su estado, Thammy le ofrecía un vaso de agua. - ¡Bébela! Te hará sentir mejor. – Meredith tomo el vaso con una de sus manos y con la otra se tocaba la cabeza. - ¿Qué me sucedió? - Preguntó. – Te desmayaste, y no podíamos dejarte en medio de la carretera, así que te trajimos con nosotras al hotel, supongo que nos quedaremos aquí por unos días. – Comentó Bonnie, Meredith le entregó el vaso a Thammy y se puso de pie. - Aquí estarán bien, yo debo irme, mi padre debe estar preocupado. – Antes de salir por la puerta Thammy se dirigió a ella. – Te debemos la vida, muchas gracias Meredith. – La joven rubia solo se dedicó a sonreírles y abrió la puerta para irse a casa, tenía que asegurarse de que su padre estuviera bien, si la visión de las chicas se había vuelto verdad, también era posible que su padre y ella estuvieran en peligro, pero al transmutar a la casa, esta estaba intacta, no había ni la más mínima señal de problemas, entro revisando la sala, la cocina, las habitaciones, entonces la voz de su padre la calmo. - ¡Te dije que no salieras tarde! ¿Dónde estabas? – Meredith lo abrazó inmediatamente. – Lo siento, fui a casa de Anastasia por unos minutos, debí avisarte. – Su padre le acaricio el cabello. – No te preocupes, solo no vuelvas a hacerlo, por favor. – En su casa Geraldine cambiada estaba sentada frente a la computadora redactando un correo, el mismo que enviaría a los oficiales del pueblo, al alcalde, al cura, al cuerpo de bomberos y prácticamente a todas las autoridades del lugar. Luego cerró la computadora y se fue a dormir, a la mañana siguiente Meredith discutía con su padre. - ¿Mudarte tu sola? ¡Te has vuelto loca! Sabes los peligros que eso implica. – la chica guardaba todas sus cosas en cajas y en maletas. – Lo sé papá, pero ya estoy grande y creo que es lo mejor, ya he visto el alquiler de unos departamentos cerca de la universidad y justo hoy en la mañana llame al propietario y tiene uno desocupado, entiende que es lo mejor para mí, pero te prometo que vendré a visitarte, comeremos juntos, todo será prácticamente igual. – Pero su padre no estaba convencido. – A excepción de que no dormirás aquí, estarás sola con todos los peligros a los que se enfrenta una joven como tú, no te lo permitiré. – Meredith estaba decidida. - ¡Es lo mejor papá! Entiéndelo, no quiero que te suceda nada. – El señor Johnson quedo desconcertado. - ¿Por qué habría de sucederme algo? – su hija lo tomo del brazo y utilizando concilium controlo su mente para convencerlo de dejarla ir, finalmente su padre accedió y se despidió de su hija, en la puerta esperaba Anastasia, quien ayudo a su amiga a bajar todas sus cosas para llevarlas al auto, juntas llegaron al nuevo departamento de la joven rubia, Anastasia ayudo a su amiga a decorar y a instalarse, limpiaron el lugar, sacudieron el polvo, prepararon la cama, la cocina, movieron los muebles, todo estaba listo para que Meredith se quedará a vivir en su nueva casa. - ¡Bien! Creo que ya es todo, solo faltaba esta caja, está bastante pesada ¿Qué tienes aquí? - Preguntó Anastasia, Meredith la detuvo antes de que abriera la caja y pudiera notar que eran sus materiales que utilizaba durante los rituales y hechizos. - ¡Solo son zapatos y algo de maquillaje! – Anastasia levanto una ceja. - ¡De acuerdo! Si ya no necesitas ayuda iré a casa con mamá, ya es tarde y debe estar esperando a que llegue para cenar. – Las chicas se despidieron y Meredith se recostó en el sillón hasta quedarse dormida. En la casa infernal a orillas del lago estaban estacionados todos los automóviles de las autoridades del pueblo, Geraldine los había convocado a una reunión de emergencia, la líder del grupo se dirigía a sus visitantes que estaban sentados a lo largo de la mesa. - ¡Me alegra recibirlos a todos! En especial al alcalde que nos acompaña esta noche, como ya lo saben durante años hemos resguardado la seguridad de este pueblo, la armonía y la tranquilidad estaban de nuestro lado, pero dados los acontecimientos recientes he notado que tenemos enemigos muy cerca, que se esconden entre nosotros, las jóvenes Adams, las hermanas que se han criado toda su vida aquí son brujas, nos han engañado todo este tiempo y habían permanecido a las sombras de nosotros fingiendo ser normales, pero no es así, ellas deben de ser exterminadas. – Todos en la sala murmuraban sorprendidos tras las palabras de la joven. - ¡Silencio! No solo ellas son una amenaza para nosotros, uno de los nuestros nos ha traicionado, todo este tiempo hermanos, habían cazado para mí a las brujas de la ciudad, pero Charles Johnson es el padre de una tercera bruja, él ha traído el mal a nuestras tierras, desatando la muerta y el peligro.