POV HUNTER
Doy pequeños saltos de alegría mientras camino junto a mami. Su mano es más grande que la mía. Mi mano es pequeñita, pero a ella le gusta que entrelace sus dedos con los míos. Ella sabe que la quiero y ella me quiere a mí; pero no se si los hombres del coche lo hacen.
— ¡Mira, mami ! Es un ciervo—.Digo asombrado.
Ella niega lentamente y consigue hablar cuando detiene el temblor de sus labios.
— Sí, mi vida. Sí lo es—. Frunzo el ceño confundido, ¿por qué mami está triste?
Ayer por la noche vimos películas en la pequeña televisión del salón. Mi casa no es muy grande, pero es de madera y está rodeada de árboles tan verdes como mis ojos. O eso es lo que mami dice. Sin embargo, cuando llegaron estos hombres vestidos de negro y con la insignia del reino ella comenzó a llorar.
Ellos dijeron que me iban a llevar con mi padre. ¿No quiere ella ver a papá?
Niego confundido y observo el interior del flamante coche en el que estamos. Nunca antes había estado en uno. Es brillante por fuera y limpio y ordenado por dentro. Gracias a un cartón que cuelga del retrovisor han conseguido que huela a limón.
—Abientador—. Susurro tratando de recordar cómo se llama aquel extraño objeto.
El conductor ríe e intento comprender por qué.
—Va a hundirte, niño —. Dice y los demás ríen cuando mami solloza.
Sus hombros tiemblan y yo enredo mis dedos en sus brillantes mechones rubios para hacer pequeñas trenzas. Sus brazos se posan en mis hombros y me sienta en su regazo abrazándome tan fuerte que creo que no me va a soltar nunca.
—Te quiero, mi vida. Te quise, te quiero y siempre te querré. Nunca lo olvides— murmura contra mi pelo cuando mis ojos se cierran y los suyos derraman más lágrimas—.Te quiero, Hunter.
Despierto desorientado y tratando de regularizar mi respiración. Llevo mis rodillas al pecho e intento calmar el temblor de mis manos pensando en aquellos árboles que rodeaban mi casa. Un hogar muy distante a lo que representa el Palacio Real, donde el frío y el sabor ácido de la soledad se adentra en mi piel para aferrarse a mis huesos. No hay nada bueno aquí. No puede haberlo en el lugar en donde la perdí, en donde la mataron. Niego lentamente mientras pellizco con fuerza el puente de mi nariz. No, Seth es bueno. Es la única familia que tengo, y también lo he perdido.
Me levanto con rapidez del gran colchón y camino con pasos lentos, pero decididos, hasta el comedor, en donde la amargura de la mirada de mi padre me atraviesa como cientos de cuchillas.
—Buenos días— saludo. Después, tomo asiento lo más lejos posible del rey y la reina—.Gracias, John.
El mayordomo me dedica una suave sonrisa antes de asentir e irse con las bandejas de comida ya vacías. Miro hacia mi plato. Huevos revueltos con tocino y tostadas. Cierro los ojos cuando la imagen de aquella mujer rubia y jovial aparece en mi mente. Ella solía hacer tostadas los miércoles y gofres los sábados. Abro los ojos; cojo los cubiertos y comienzo a comer rápido. Cuanto menos tiempo pase en compañía del rey menos sufriré.
Una vez he terminado, John vuelve para retirar mi plato mientras que me levanto con cuidado de no tropezar con las patas de la silla. Jodida silla.
La quemaremos.
Dice mi lobo interior y yo sonrío inconscientemente.
—No deberías estar tan feliz cuando tu hermano ha desaparecido— su voz fría y distante llega hasta mis oídos. Jodida reina.
La quemaremos.
Reprimo el nuevo intento de risa para mirar con seriedad a la mujer sentada elegantemente en su silla de oro. Decenas de niños mueren de hambre en Lyon y ella recubre de oro cada mueble de la casa en el que vaya a posar su sagrado trasero.Jodida hipocresía.
La quemaremos.
No puedes quemar algo abstracto, retrasado.
Jódete.
Corta la comunicación conmigo y sé que solo volverá a hablar si consigo salir a correr un rato por el perímetro. Estos días han sido más complicados de lo normal. Trece noches atrás, Seth y su equipo de seguridad desaparecieron. Tan solo dejaron grandes charcos de sangre y el cuerpo sin vida de un cazador. Röml ha estado especialmente susceptible y molesto. Es un hombre completamente incompetente, pero la sangre es lo que rige el poder, y por eso es el rey. ¿Qué pensarían los habitantes del pueblo si supieran que es incapaz de satisfacer a su mujer en la cama?
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Editado: 16.05.2018