Wolf Soul: La amenaza de los Lobos Sombra

Capítulo 7

Los Lobos Sombra hacen su aparición

—¿Dónde estás? —gritó Makoto con esperanza de que él le respondiera, pero no fue así.

El lugar en donde estaba era muy cerca del bosque, se observaban algunos árboles, maleza, pájaros y pequeñas lagartijas. La cachorra tragó saliva y se dispuso a recorrer la zona, con el objetivo de encontrar a su acompañante. Cada vez se adentraba más en el bosque, olfateando el aire para buscar algún rastro que pudiera guiarla. Un ruido proveniente de unos arbustos captó la atención de la cachorra, quien se acercó creyendo que encontraría al perro desaparecido. Pero en el instante que se acercó, un conejo saltó por encima del arbusto. La pequeña loba sabía con certeza lo que debía hacer y comenzó a correr tras su presa. Una vez el conejo se distrajo y dejó de correr, Makoto se abalanzó sobre él y mordió su cuello, tal y como se lo enseñó Kyouya.

—¡Lo he logrado! —aulló emocionada después de haber matado al conejo—. ¡Finalmente cacé algo!

El aullido se escuchó a varios metros. Jess, quien se encontraba junto a otro perro, buscando comida cerca de donde estaba Makoto, movió sus orejas al oír aquel aullido.

—¡Makoto! —exclamó con fuerza y caminó en dirección al bosque.

—No podemos ir hacia allá —le dijo el perro de pelaje blanco. Jess hizo caso omiso y continuó su camino.

La cachorra de pelaje oscuro tomó a su presa con su hocico. Esperaba que lo que había cazado le agradara a los demás caninos.

Mientras se dirigía hacia las afueras del bosque, sintió como un escalofrío recorría su espalda, tenía una extraña sensación de que alguien la seguía. Al girarse, lo único que alcanzó a divisar fue un cuervo parado en una rama.

—¿Quién anda ahí? —preguntó. Suponía que tal vez era uno de sus compañeros que también estaba cazando en ese mismo lugar. Nadie respondió, por lo tanto Makoto prosiguió caminando. Repentinamente, alguien se abalanzó sobre la lobezna, causando que esta soltara el conejo. Tenía tanto miedo que cerró sus ojos, pero el olor de su atacante le resultaba familiar. Antes de que el perro enterrara sus colmillos en el cuello de la cachorra, Jess entró en escena y retiró a Makoto de ese lugar.

—Corre. —Fue lo único que dijo para luego correr junto a la lobita.

—¡Atrápenlas! —ladró Lanto. Enseguida todo un ejército de perros comenzó a perseguirlas, entre ellos se encontraban el perro blanco y el perrito que anteriormente acompañaba a la lobezna.

Makoto miró en dirección a donde fue atacada, logrando observar a un perro azabache furioso.

—¿¡Lanto!? ¿Por qué?

—Te lo dije pequeña. A esto me refería cuando te advertí que tuvieras cuidado.

La cachorra bajó sus orejas, se sentía realmente avergonzada e inútil por no haberse defendido por sí misma.

Los subordinados de Lanto las estaban alcanzando. Makoto se cansaba muy rápido y no podía mantenerse al paso de Jess, ya que no era muy resistente. Uno de los canes sujetó la cola de Makoto haciendola frenar repentinamente. Un golpe en el hocico de parte de Jess bastó para que el perro liberara a la lobezna, pero ese mismo instante fue suficiente para que terminaran rodeadas por sus perseguidores.

Jess adoptó una posición defensiva, mostrando sus colmillos y mirando fijamente hacia el lugar en el que pronto se asomaría el líder de aquella manada de perros.

—Ni siquiera lo pienses, vieja amiga —dijo Lanto acercándose a ella—. Si te enfrentas a mi, también tendrás que luchar contra mis numerosos subordinados.

—No des ni un paso más —ordenó con voz firme al mismo tiempo que gruñía.

—Dame a la cachorra.

Makoto, nerviosa por la actitud agresiva que mostraban esos dos, escondió su cola entre sus patas y con su mirada le rogaba a su compañera que evitara volver la pelea más violenta.

—¿Por qué quieres hacer esto? Sabes que ella no es tu enemiga —dijo intentando hacerlo entrar en razón, pues tras haber visto la mirada de la cachorra se dio cuenta de que debía solucionar su problema sin llegar a la violencia.

—Ahora aparenta ser una cachorra buena e inocente, pero si permitimos que crezca, se convertirá en una bestia asesina como todos los de su especie. Cuando eso pase, seremos nosotros los que pagaremos con nuestras vidas.

—Eso no pasará. No soy una asesina, ¡y nunca lo seré!

—¿Lo ves, Lanto? Deberías darle otra oportunidad a los lobos —sugirió Jess con una leve sonrisa.

—Es increible que ese lobo te haya puesto de su lado. No eres la misma desde que lo conociste a él —dijo negando con su cabeza.

—¡Él me salvó la vida!

—Jamás creeré tal mentira —gruñó—. ¡Todos los lobos son peligrosos! ¡Si no nos deshacemos de ellos nos matarán!



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En el texto hay: lobos, animales, misterio y drama

Editado: 12.05.2019

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