¡Hay que salvar a los guerreros lunares!
Cuando Tsume terminó de hablar, todos se quedaron petrificados por la noticia, especialmente Makoto, Kabu y Ashley. Lentamente, todas las piezas comenzaban a acomodarse para Makoto. Los Lobos Sombra querían acabar con Takeshi y tomar el dominio de su clan. Habían intentado matar al líder luego de capturar a su hijo, y después habían atacado a los guerreros lunares para esclavizarlos. También estaban los ataques en la ciudad, ¿podrían haber estado buscando a Takeshi? Después de todo, él se ocultaba muy cerca de la ciudad, y si el aullido que se repetía cada noche realmente era una amenaza para su padre, entonces era claro que todavía lo buscaban para exterminarlo.
—¿Los enemigos siguen en nuestro territorio? —fue lo primero que se le ocurrió preguntar. Tras ver a Tsume asentir, esta frunció el ceño—. ¿Y por qué no estás ayudándolos? ¿Qué has hecho todo este tiempo?
—Cuando recuperé la conciencia estuve vagando por esa zona, tratando de encontrarte. Pensé que ya no te vería nunca más, pero no era capaz de regresar y tener que contarle a Kyouya que te había perdido. —El lobo bajó la cabeza—. Me quedé viviendo cerca del río, y luego me trasladé a esta colina. Habían lobos que querían cruzar por aquí, mas era de esperarse que los Lobos Sombra tomaran nuestro territorio y los que habían a su alrededor, así que me encargué de que nadie llegara hasta allá para ser atacado por ellos. Luché con muchos de nuestra especie, pero lo que les hice no fue nada grave, y si cruzaban, las bestias de aquel clan podrían incluso asesinarlos.
—¡Así que tú eres el Solitario de la Colina! ¿Nunca pensaste que si se quedaban en el otro lado del río los podrían cazar?
—Yo no pretendía que se quedaran, podían cruzar por el Gran Tronco o nadar a través del río. Mi trabajo era advertirles sobre el peligro y procurar que se mantuvieran lejos del territorio enemigo —explicó mirando fijamente a la menor, de pronto reparó en el collar de púas—. ¿Por qué tienes eso? —gruñó.
Makoto iba a hablar antes de que la pregunta de Tsume la tomara por sorpresa.
—En la ciudad, un humano cuidó de mí. Me colocó este collar como símbolo de amistad —respondió—. No todos son tan malos como los cazadores.
Los presentes quedaron impactados, excepto Kabu, quien ya conocía la procedencia de aquel objeto. Ashley se interpuso entre la joven y el guerrero, mirando fijamente a su hermano.
—Tsume, veníamos a hablarte sobre ataques que se han presentado últimamente. Esos malhechores de los que hablas, al parecer no están solamente en el territorio de tu manada. ¡Los lobos que enviabas a otros lugares no estaban seguros de todas formas!
El guerrero gris soltó un bufido y clavó sus garras en el suelo.
—¡No puede ser! —exclamó con ojos llenos de furia—. Los Lobos Sombra intentaron conquistar todo el bosque hace más de un año, los habíamos derrotado —contó mirando hacia arriba—. No desaparecieron como muchos pensaban, Takeshi y yo lo sabíamos. Sin embargo, no creí que se recuperaran y volvieran a atacar a los habitantes del bosque.
—No solo quieren venganza contra los clanes que les hicieron frente, ellos desean continuar peleando para lograr su objetivo —murmuró Kabu detrás de su hermana.
—Precisamente. Supongo que tu padre te habrá contado algo sobre ellos.
Kabu asintió. Antes de que alguien dijera algo más, Ice dio un paso adelante y exclamó:
—¡Mientras hablamos seguramente los guerreros lunares están sufriendo! ¡Tenemos que hacer algo ahora!
—¡Así es, Ice! —aulló la de pelaje oscuro con ojos resplandecientes—. Tsume puede guiarnos.
—Es peligroso que los lleve hasta allá —espetó el macho grisáceo.
—No podemos dejarlos en las garras de los Lobos Sombra. ¡Enfrentaremos cualquier peligro! —exclamó mirando a sus acompañantes. Todos se encontraban parados firmemente con una mirada llena de determinación, incluso Atsu, aunque sus patas temblaban un poco.
Tsume suspiró y se giró para empezar a caminar.
—Síganme entonces.
Sin dudarlo, los lobos lo siguieron. Todo el grupo cruzaba la colina caminando rápido. Tsume iba al frente, tras él estaban Ice y Makoto, luego estaban Ashley, Yukiko y Atsu, y Kabu iba de último.
...
El líder de los Guerreros de la Luna había bajado sigilosamente por un costado de la colina, y de allí saltó hasta el extremo del bosque donde se ubicaba su hogar. Al aterrizar, un fuerte ardor le recordó que aún tenía la bala en su pata. Este se incorporó rápidamente y corrió a toda prisa por el frondoso bosque. Tras unos minutos corriendo, su pata trasera empezó a doler con mucha intensidad. Este optó por detenerse y lamer la sangre que brotaba de su herida, y unas cuantas gotas de esta cayeron sobre el césped. Cerró sus ojos y gruñó al sentir la molestia que le provocaba al pasar su lengua por la zona en donde había impactado la bala. Retomó el camino sin más rodeos, no le importaba que su herida siguiera sangrando o doliendo.
Editado: 12.05.2019