X Siempre Mamá

No mires las estrellas

Irene

 

Estaba ahí sin poder hacer nada. Estaba apunto de presenciar la muerte de mi propia hija. Intenté una y otra vez sujetarla, mis manos ni la rosaban.

Había presenciado toda la discusión que había tenido con Lucas, pero no paso por mi mente que ella tomara esa decisión.

¿Como pueden las palabras matar más que los actos?

¿Por qué ellas son más filosos que el puñal de un asesino?

Ahora confirmo que el mundo esta lleno de asesinos silenciosos, asesinos que no es necesario que los señalemos o nombremos.

Otra ves intente sujetarla pero fue envano, tenía la respiración agitada, la misma no me dejaba pensar muy bien.

Así que la mire y corrí hacia ella.

-¡Angela!. Ayúdala por favor. No dejes que cometa esta locura.

-Lo siento Irene, te dije que no podría hacerlo. Interferir en sus vidas.

-¿Qué hago?... no sabes que dolor siento ahora mismo por no poderla ayudar. No sabes que frustrada estoy. ¡¿Qué hago?!

-Nada-Angela contesto tajante y fría.

-Esperas me quede de manos cruzadas, mientras ella se quita la vida -ladee la cabeza a ambos lado-¡No!. No lo haré.

Volví a ir donde se encontraba Estela y me coloque a su lado.

-Cariño, no lo hagas. Todo saldrá bien en adelante. Este es un momento amargo que pronto pasará, sabes que después de una tormenta aparece un bello rayo de luz. Sabes que a eso lo llamamos esperanza... ¡Estela no mires a las estrellas!

Estela no me escuchaba, ni a esos gritos eufóricos que hacía cerca de su oído. La vi deslizarse en medio de los tubos del puente abriéndose campo, para colocarse al frente de ellos.

Mi corazón empezó a latir rápidamente, sin moverme corría detrás de ella para sujetar su mano.

-¡Cariño no mires las estrellas!

Cuando me confeso sobre las clases de natación todo me dio vueltas. Y mas preguntas empezaron a rondar mi cabeza.

¿En verdad conocía a mis hijos?

¿Fui una mala madre?

En segundos la vi caer para sumergirse dentro del rio, sin pensarlo dos veces me lance con ella para sujetarla, por un instante pensé que lo había logrado, abrí los ojos. No podía creer que de nuevo estaba en el mismo lugar. La vi sumergirse dentro del agua. De nuevo salte y de nuevo volví al mismo lugar.

-¡Estela!

Grite con fuerza y rabia a la vez. En vano eran mis intentos de salvarla. Lloraba desconsolada.

Angela solo me observaba en silencio. Ella solo obedecía su misión.

Pasaron segundos, luego minutos que eran importantes en la vida de mi pequeña Estela.

Entonces oí una voz que me dio esperanza.

-Código QRV.

-¿Hugo a dónde vas?-le grito su compañero.

-Código QRV. Apúrense-grita mientras se alejaba de sus compañeros.

¿Hugo?

Escuché ese nombre en algún lado.

Hugo se saca los zapatos y en segundos salta al río, donde cayó Estela. Respira profundo para luego sumergirse adentro del agua.

Observó con atención el río. Con la mano apretó mi suéter. Algo me dice que ella se va salvar. De nuevo pasaron los segundos y llegaron los minutos.

Cuando vi su rostro asomarse a la superficie, volví a sonreír. Hugo sujetaba la cabeza de Estela con delicadeza para que respire. Sus compañeros aparecieron en el lugar y se pusieron en posición de rescate, apretaron una soga a los tubos de fierro y lo lanzaron a Hugo para que subiera con Estela. Hugo envolvió primero el cuerpo de Estela para que la subieran enseguida, todos empezaron a jalar con fuerza esa gruesa soga. La pusieron con delicadeza en el suelo, una mujer empezó a darle los primeros auxilios. Después subieron a Hugo.

Enseguida él se acercó a Estela. Estaba empapado.

-R.C.P. , con frecuencia Diana.

-Lo estoy haciendo Hugo.

-Yo lo haré Diana-Hugo empezó a darle los auxilios a Estela-vamos tu puedes. Regresa a nosotros.

Estaba afligida por no poder ayudarla.

¿Porque estaba siendo castigada de esta manera?

Sujete ambas manos en forma de plegaria Angela seguía observando en silencio. Mire al cielo pidiendo que ella reaccionara.

De repente lo volví a oír, eran sus latidos. Estela estaba viva.

Estela arrojo por la boca un poco de agua, pero aún no habría los ojos.

Hugo se acercó a su nariz y escucho su débil respiración.

-¡Rápido traigan la ambulancia debemos llevarla al hospital rápido!

La ambulancia no tardo en venir y la subieron a una camilla, luego le pusieron la máscara de oxígeno y un pequeño monitor en su dedo meñique verificaba sus latidos. La subieron a la ambulancia. Los seguí paso a paso hasta llegar al hospital con ellos.

Llegamos al hospital, enseguida la trasladaron a la sala de emergencia. Los médicos intentaban hacerla reaccionar, de repente se escuchó un pitido, mire el monitor de frecuencia de sus latidos, una línea larga se mostraba en su pantalla. Llamaron a más médicos, algo malo estaba apunto de suceder. Una vez todos adentro cerraron la puerta quise entrar pero Angela me sostuvo del hombro.

-No puedes entrar.

-¡Ella me necesita!

-No es así. En realidad ella si necesita de alguien. Necesita de si misma deja que luche por su vida.

-¿Morirá?

-No lo se. No debes de preocuparte adentro ella no está sola. Él esta a su lado.

-¿Quién?

-Su ángel guardián. Irene no debes temer a lo que solo existe en tus pensamientos.

Sujete con fuerza mi pecho. En estos instantes quería seguir aún con vida, para poder sacar mi corazón y dárselo a mi hija para que siguiera vida.

Espere y espere por mucho tiempo. Al distraer mi vista, encontré aquel joven que rescató a Estela. Hugo, ese es su nombre. Estaba sentado en una de las sillas de espera. Camine hacia él, aún tenía puesta la ropa mojada, parece que esperaba a alguien. Sin dudarlo me acerque a él, me agache a su rostro para hablarle.




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