X Siempre Mamá

No llores mamá

Estela

 

Me levanté de golpe por el llanto de un bebé. Creí que era la televisión que la había dejado prendida como los anteriores días. Algo extraño estaba pasando, mire por todos lados, el lugar no era mi casa tampoco me encontraba en el hospital.

Pensé que después de quedarme dormida volvería a la vida de siempre. A mi época.

Me equivoqué.

Me encontraba aún en la casa de mi joven mamá. Salí de la cama buscando a mamá y a mi pequeña yo. El llanto era más fuerte a cada paso que daba al buscarlas, entonces la escuché también.

Alguien más lloraba con ella. Con la pequeña Estela.

Camine directo a su pequeña sala y ahí encontré a mamá sentada, conmigo en sus brazos. De ambas las lágrimas resbalaban una y otra vez por sus mejillas. Me asusté, así que corrí hacia ellas.

—¿Qué pasó? ¿Porqué llora Estela?. Y ¿Porqué lloras tú?

Mamá me miró con los ojos hinchados y rojos.

—Ella está mal y no sé porque siente dolor—sorbió los mocos, respiro hondo para seguir hablando— lloro por impotencia Elizabeth, tengo miedo de no hacer lo correcto, de no ser una buena madre para mi hija.

¿Qué?

Mamá también tuvo miedo.

Entonces recordé aquellos momentos raros con mamá: el primer día de clases cuando se quedó esperando afuera, el pago exagerado del ratón Pérez por mi diente, cuando ella fingió estar sorda cuando le confesé las malas notas que tenía en matemáticas y las veces que ella nos contaba malos chistes para que Tomás y yo dejáramos de pelear.

Ella también se sintió insegura, cómo ahora me siento yo; por qué voy a ser mamá. Echada en mi cama muchas veces me pregunté si sería tan buena madre como mamá.

Con lágrimas en los ojos le contesté.

—No lo sé, yo tampoco se si voy a ser una buena mamá... Yo también tengo miedo de no serlo.

Mamá se levantó de la silla y vino abrazarme. Nos pusimos a llorar las tres sin consuelo.

Ahora comprendo mejor lo que mamá decía: nadie nace sabiendo ser padre. Es el tiempo, el que te dirá si estás haciendo lo correcto.

Mamá respiro hondo. Y se calmó.

—Dejemos de llorar...—dio un beso suave a mi pequeña yo en la mejilla—pequeña Estela te pondrás bien—luego mamá seco mis lágrimas con sus suaves manos como antes y me obligó a verla—Y tú… lo lograrás. No tengas miedo harás lo correcto y sabrás cómo sobrellevar las dificultades que se te pongan en frente.

Seque mi lágrimas con la mano.

—Irene, sabes algo, das buenos concejos y sabes decir las palabras exactas para consolar. ¿Cómo aprendiste a ser tan fuerte y valiente?

Mamá miro un cuadro que estaba colgado en la pared, era una foto de ella de pequeña con mis abuelos.

—Igual que a ti, mi familia me dio la espalda al enterarse de que quede embarazada. Nunca llegué a pensar que mamá dejaría de hablarme, yo quería de ella solo su apoyo y comprensión. Que me mostrara que realmente me quería. No fue así, a pesar de su frialdad no llegue a juzgarla, ella sufría en silencio por culpa de papá, porque le tenía miedo, más que respeto y amor.

>>Elizabeth no vengo de una familia ejemplar. Mi papá casi todos los días llegaba ebrio a casa. Mamá era sumisa y nunca le reclamaba por ello. El único hermano que tenía murió hace diez años, cuando él tenia solo ocho años edad. Mamá me culpo por su fallecimiento, por qué no le cuidado bien. Fabio un día se enfermo de repente de cólera, y como no teníamos dinero para llevarlo al hospital, falleció en casa. Pero que quería que hiciera mamá, yo también era una niña y me era difícil hacer el rol de una madre a los diez años. Mientras ella atendía las necesidades de papá. Mamá no pudo tener más hijos debido a los golpes que le propinaba papá y después de la muerte de Fabio, mamá fue más distante y fría conmigo. Era raro hablar como madre e hija entre las dos sin discutir.

>>A pesar de su indiferencia conmigo, la amé. No me gustaba ver a mamá triste e infeliz. A la vista ella parecía ser una flor frágil y no se daba cuenta que no era una simple flor. Mamá siempre fue una hermosa rosa que podía defenderse. Tenía la ilusión de que algún día ella me tomará de la mano, para salir juntas de esa casa, para encontrar la tranquilidad y felicidad que tanto anhelábamos. No obstante, fueron sus dudas y miedos las que la mantuvieron a lado de papá. Desde ese instante cuando ella se dio por vencida, prometí ser fuerte y valiente por las dos.

>>Sabes Elizabeth, que no te de miedo los problemas que puedan venir en adelante, aunque no lo creas ellos te harán crecer como persona y te harán ser más valiente.

Me acordé que mamá nunca hablo mal de la abuela a pesar de lo mal que se comporto con ella.

 Mamá perdono a la abuela mucho antes de que ella falleciera. Y también perdono al abuelo a pesar de su maltratos.

Papá.

Él también había cometido errores, Tomás debía darse cuenta que ya era el momento de perdonarlo, debía cicatrizar esa herida que llevaba dentro de su corazón, por culpa de su abandono.

Mamá me dio a mi pequeña yo para que la sujetará en brazos. Sin decir nada más se fue a buscar algo dentro de su habitación.

Los ojos de la pequeña Estela me observaban con asombro. Había dejado de llorar y un pequeño hipo le molestaba.

—Sabes algo pequeña yo, tenemos la mejor mamá del mundo.

Vi a mamá acercarse de nuevo a nosotras llevaba en la mano un libro.

—¡Lo encontré!— mire extraña a mamá y también al libro que hojeaba con afán—Aquí encontraremos qué es lo que tiene Estela.

—¿Qué libro es?—le pregunté.

—Es uno acerca de la maternidad, Félix me lo compro para ayudarme a entender más a los bebés.

Un manual.

Que fácil sería si todos los bebés nacieran con un manual en brazos para poder entenderlos mejor.

—Mira—me enseñó una página para que leyera junto con ella— no tiene vómitos, si tiene malestares y un poco de fiebre.




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