Y ahora ¿qué digo? #2

8*** It must be love.

Tan pronto como Penny pasó las puertas de club el volumen de la música la sacudió. Vaya si estaban disfrutando ahí dentro. Había tanta gente que era casi imposible caminar. Detrás de ella iba Jason, a quien llevaba casi a rastras mientras intentaba no pensar en sus manos entrelazadas y se repetía que solo hacía para que no se le perdiera en aquel gentío.

Encontrar a Allyson no sería muy difícil, ya que su amiga tenía una insana necesidad de ser el centro de atención estaba sentada en una especia de rincón VIP desde el cual salían unas luces bastante psicodélicas y que eran capaces de cegar a cualquiera a dos kilómetros de distancia. Solo con cruzar la entrada Penny pudo verla, apenas eran las ocho de la noche y ya parecía estar muy borracha.

—Vamos —le gritó a Jason, haciendo exagerados gestos con los labios para que él pudiera entenderla mejor.

No eran más de diez metros los que la separaba de su amiga, pero aun así tardó más de cinco minutos en llegar hasta ella.

Durante aquellos dos días Allyson había cumplido su palabra de no hablarle, la había ignorado de una forma casi humillante y se había negado a contestar sus llamadas. Cada vez que Penny la llamaba recibía un mensaje de texto que decía: Lo que quieras hablar dímelo el viernes en mi fiesta. Sabía que aquel era un vil chantaje, pero también sabía que de no ser por esas acciones tal vez no estaría en esa fiesta aquella noche.

—Allyson —Gritó acercándose a su amiga, que parecía no notar para nada la presencia de nadie más que no fuera si misma— Allyson —volvió a llamarla, esta vez tocando su hombro.

—¡Penny, viniste! —exclamó su a­­­miga cuando se giró hacia ella—Por un momento pensé que no lo harías.

—Te hubiera avisado que vendría si hubieras contestado mis llamadas.

Allyson dio algunos saltitos y luego la abrazó tan fuerte que Penny temió que pudiera dejarla sin cabeza.

—Eres la mejor, mejor amiga del mundo. ¡Te adoro!

Si, definitivamente estaba borracha. Allyson no era de las que abrazaban, besaban o decían cosas lindas a menos que fue en extremo necesario, como la muerte de alguna mascota o alguna catástrofe.

—Sí, yo también. Ally, deja presentarte a Jason —dijo soltando la mano de este para intentar quitar los brazos de Allyson de su cuello.

Cuando al fin lo logró, su amiga la ignoró por completo para enfocarse en un punto de ella que obviamente era Jason.

—¡Hola! —gritó— Hasta que al fin nos conocemos —tomó a un sorprendido Jason y le dio un abrazo igual de intenso.

Penny iba a rescatarlo, pero, gracias a Dios, su amiga lo soltó antes.

—En serio eres un chico sexy —continuó Allyson—Aunque déjame decirte que por más emoticones de lunitas pervertidas que Penny ponga junto a tu nombre no logran hacerte justicia... Te has superado esta vez, amiga...

—Allyson —la interrumpió, evitando que continuara avergonzándola—Iremos por unos tragos ¿Por qué no nos esperas aquí?

—Nooooou —contestó su amiga—Ve tú por esas bebidas, Penny presumida, Jason puede esperarte aquí mientras me dice cuan serias son sus intenciones para contigo. Debo asegurarme de que no te suceda lo de la última vez.

—Sí, ve ''Penny presumida'' —apuntó él con sonrisa burlona en los labios —Yo te esperaré aquí, hablando con Allyson.

Penny agradeció que aquellas luces centellantes ocultaran su rubor, porque de otra manera ella sería quien iluminara aquel lugar. Sentía escalofríos de pensar que no tendría control sobre qué Allyson podía decirle a Jason. La avergonzaría hasta mas no poder, de eso estaba segura; si ya era indiscreta estando sobria no quería imaginarse en qué condiciones estaría su filtro.

Resignada, caminó hasta la barra y pidió un Cosmopolitan para ella y una cerveza para Jason porque no se le ocurría otra cosa. Justo cuando el chico de los tragos terminaba de servir el suyo, sintió un inconfundible perfume junto a ella. Aun si hubiera mil personas allí podría reconocer ese aroma entre todos los demás.

—¡Penny!

¿Qué era lo que había dicho Allyson? ¿Qué tenía muy pocas probabilidades de encontrarse con Owen aquella noche? Pues aquella era una desagradable manifestación de la ley de Murphy explotándole en la cara.

Maldijo por lo bajo y, cuadrando los hombros, se giró hacia él.

—¡Owen! No esperaba verte —dijo. Intentó que aquellas palabras no sonaran como ''¿Qué diablos haces aquí? Tu hermana me dijo que no te vería'', pero falló miserablemente.

—Sí, se nota lo emocionada que estás de verme —rió con sarcasmo— Te ves bien.

—Gracias. Ya debo marcharme...

—Espera un momento —la interrumpió tomándola del brazo cuando intentó marcharse —¿Por qué no me cuentas como te ha ido?

—¿Quieres decir después de que me abandonaras por otra? —Preguntó, conteniendo la rabia. No quería que Owen la tocara, pero tampoco quería hacer una escena en la fiesta de su amiga, así que se quedó ciega.



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Editado: 23.04.2018

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