Y ahora ¿qué digo? #2

21** ¿Por qué estás aquí.

Estar sentada a la mesa frente al hombre del que estaba enamorada, el mismo hombre que parecía odiarla y que había estado evitando cualquier contacto con ella durante varios días era, por demás, incómodo. Penny había estado intentando fingir que nada sucedía, pero era demasiado difícil. Durante toda la cena ella había mantenido la vista en su plato, el hecho de que su madre hiciera el esfuerzo de que se uniera a la conversación lo hacía aún peor, porque provocaba que por breves segundos todos le prestaran atención y eso era la última cosa que ella quería que pasara.

Prefería mil veces escuchar la conversación de su madre y la madre de Jessy sobre como los hijos crecían y abandonaban el nido a ser parte de todo aquello.

Llevó un bocado de la cena a su boca y en serio se esforzó por tragarlo, pero por más que lo intentó, lograrlo fue imposible. Su garganta estaba cerrada y en la única cosa que podía pensar era en terminar con aquella farsa e irse a meter en la cama, porque fingir que estaba bien, o al menos intentarlo, mientras sentía la mirada de su hermano sobre ella era agotador.

Por eso, tan pronto el segundo plato fue retirado de la mesa, Penny se inclinó con disimulo hacia su madre. Ya había abandonado toda esperanza de permanecer estoica hasta el final, no iba a lograrlo y si no salía pronto de allí tal vez se pondría a llorar en medio de la mesa. No podía soportar estar allí, no podía soportar estar frente a Jason y que él ni siquiera la mirara.

-Voy a irme a la cama, mamá -se excusó- No me siento muy bien, lo lamento.

Un ligero gesto de decepción surcó el rostro de su madre, pero Penny no estaba para pensar en eso justo en ese momento. Solo quería dejar atrás esa farsa e irse a donde nadie la viera, para que la cara dejara de dolerle por intentar sonreír cuando evidentemente no podía hacerlo.

Aprovechó que todos estaban entretenidos en la conversación, o tal vez en no morir succionados en el tornado de aburrimiento que rondaba en la mesa y se levantó en silencio. Salió del comedor y se encaminó hacia las escaleras, pero de repente estar recluida en su habitación nuevamente no le pareció muy atractivo, una cosa era no querer estar frente a Jason en la mesa, y otra totalmente distinta era volver a su habitación para lanzar por la borda lo que a su madre y a su hermano les había costado tanto esfuerzo: sacarla de la cama y, de momento, de su profundo estado de autocompasión.

Entonces cambió el rumbo hacia el primer pasillo que se le atravesó, que curiosamente era el que llevaba al que una vez había sido uno de sus lugares favoritos en toda la casa. Salvo por los baños de visita, aquel pasillo era muy poco usado, y entre todos los cuartos vacíos que habían allí, estaba el que había considerado en su refugio.

En la adolescencia a Penny le había gustado tener un lugar donde esconderse de todos cuando quería estar a solas y dado que todos en la casa parecían ignorar ese pasillo en particular, ella había adoptado esa habitación como escondite, llegando a pasar allí más de la mitad de su tiempo. Se encerraba a leer, a pintar o solo a escuchar sus propios pensamientos y en ese momento eso era lo que más necesitaba: pensar y analizarse.

Entró en la habitación cerrando la puerta tras de sí. Todo Continuaba tal como lo había dejado. Al fondo había un viejo escritorio que debía llevar ahí mucho más de lo que podía recordar y justo a su lado, un armario antiquísimo que era donde solía esconder sus dibujos, en caso de que alguien entrara y les provocara curiosear.

Nada en aquella habitación había cambiado, salvo ella misma. Hacían al menos tres años que no entraba allí y, viéndose en ese momento, le causó gracia comparar sus "problemas" de entonces con los de ahora. Cosas como no haber obtenido la calificación exacta que quería en el examen de inglés, o que el chico que le gustaba no se hubiera fijado en su corte de pelo...

La imagen de un libro tirado en el suelo le llamó la atención, se inclinó al lado del escritorio y tomó el libro que reconoció al instante, Drácula, era lo último que había leído allí. Justo cuando se ponía de puso de pie escuchó la puerta tras de sí abrirse, dio una salta girándose hacia esta, solo para encontrarse con Jason parado frente a ella.

Inevitablemente, su corazón dio un vuelco y Penny quiso poder golpearse por patética. Fuera cual fuera la razón por la que él estaba allí, no quitaba que él era el mismo que llevaba toda una semana ignorándola de forma magistral. Además de que se había prometido a sí misma que ya no insistiría más y que lo dejaría estar. Si era sincera, debía admitir que había dado a Jason Davis y todo lo que él implicaba, por perdido.

-¿Por qué estás aquí? -cuestionó, con la voz más débil de lo que hubiera querido.

Él esbozó una media sonrisa y se encogió de hombros. Penny pensó que pasaría un largo tiempo antes de que esa sonrisa dejara de volver sus piernas de gelatina.

-Tal vez porque alguien necesita decirte que luces horrible, aunque intentes aparentar lo contrario.



#5049 en Novela romántica
#1390 en Chick lit
#1931 en Otros
#509 en Humor

En el texto hay: romance, yaqh, text

Editado: 23.04.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.