Y ahora ¿qué piensas? #4

35*** Las mismas estupideces.

Dave abrió los ojos tras escuchar un fuerte ruido que lo arrancó del sueño y por segunda vez en apenas unas horas, el rostro poco amistoso de Jessica lo recibió. No podía asegurar si el dolor que sintió tan pronto abrió los ojos era debido a lo mucho que había tomado o a los dardos que esta le lanzaba con la mirada. Hizo una mueca de dolor llevándose la mano al rostro y necesitó pocos segundos para darse cuenta de que no era suficiente. Tomó una almohada con su mano libre e intentó taparse, aunque el resultado no mejoró.

—Hola, Jessica —gruñó cuando la escuchó moverse por la habitación para dejar la bandeja que llevaba en las manos en la mesa junto a la cama—¿Puedes, por favor, cerrar las cortinas?

Ella se tomó algunos segundos antes de responder, como si intentara desesperarlo a propósito.

—Podría, pero pienso que te haría bien cerrarlas tú mismo. Te traje algo de comer, agua y un par de aspirinas, supongo que si no moriste anoche hoy ya estás a salvo.

Dave la imaginó mirándolo con esa expresión que ya la había visto usar anteriormente. Un recuerdo fugaz de la noche anterior surcó su mente y no pudo evitar sentirse avergonzado. Si unas horas atrás había estado hecho mierda, no quería imaginarse en ese momento.

—Gracias.

—No lo hice por ti.

Escuchó los pasos apagados de la chica caminando hacia la puerta y sospechaba que debía estar a punto de abandonar la habitación cuando al fin se decidió a hablarle.

—Oye... una cosa más.

Jessica tardó en contestar.

—¿Sí?

—Yo... hmmm... ni siquiera puedo recordar como llegué hasta aquí —balbuceó.

Y era cierto, no recordaba muchas cosas de la noche pasada, entre el momento en el que había despertado en la parte trasera del auto de Brett y el momento en el que había destrozado el jarrón del salón, casi todo era borroso. Era toda una tortura intentar recordar y no poder hacerlo, aunque suponía que era un mecanismo de defensa de su propio orgullo porque por lo que podía recordar aquella había sido la noche más humillante de toda su vida.

—Vomitaste en mis escaleras por más de quince minutos, lloraste como un niño llamando a Allyson y luego te quedaste dormido, o te desmayaste, no lo sé —respondió ella—. Da igual, Brett te trajo a la cama y has dormido por catorce horas seguidas.

Dave abrió los ojos de golpe y se quitó la almohada del rostro sin siquiera importarle el exceso de luz en aquella habitación.

—¡Tienes que estar bromeando! —exclamó y se arrepintió tan pronto lo hizo. Sintió su propia voz rebotar dentro de su cabeza e incrementar su jaqueca a niveles estratosféricos.

Se giró para alcanzar las dos aspirinas que Jessica le había dejado sobre la bandeja y tomarlas, sin pensarlo dos veces. Su cabeza explotaría en cualquier momento. Ella lo observó fijamente cruzada de brazos.

—¿Cuál es la parte que no te crees? —cuestionó, cuando Dave terminó de tragarse toda el agua.

—Ninguna, realmente.

—Pues lamento decirte que es cierto, ahora me debes un jarrón y una alfombra, pero tranquilo que no le contaré a nadie. 

Dave se imaginó que la expresión de terror en su rostro debía ser épica porque ella parecía estar luchando contra las ganas de reírse. Eso, o estaba mintiéndole para verlo enloquecer.

» Grabé un video mientras Brett intentaba llevarte hasta el baño, podría hacerme rica en internet.

—Estás mintiendo.

La sonrisa de Jessica se ensanchó peligrosamente y casi al instante Dave se arrepintió de haberla provocado. La mujer metió una de sus manos en el bolsillo delantero de sus pantalones y sacó su celular, pareció buscar algo y unos segundos después la habitación se llenó de los sonidos del aparato. Al principio solo eran ruidos que Dave no podía interpretar, pero luego pudo distinguir algo parecido a un sollozo, seguido de un gruñido y unas risas apagadas que se escuchaban a mayor volumen que todo lo demás y que obviamente pertenecían al monstruo que sostenía el teléfono en esos momentos. Pronto los sollozos se convirtieron en murmullos que él pudo distinguir muy bien y que, en efecto, se trataban de su voz susurrando el nombre de Allyson.

No era como si estuviera gritando como loco, pero aun así era humillante, pocos segundos más tarde pudo escuchar como vomitaba y luego la voz de Brett pidiéndole a Jessica que parara de bromear y lo ayudara, ahí terminaba la grabación. Dave se llevó ambas manos al rostro y maldijo en voz baja. Si no lo había hecho, ahora se juraba que jamás en la vida volvería a tomar. Nunca. Ni que de ello dependiera su vida.

Ambos se quedaron en silencio por largo rato, hasta que Dave se decidió a hablar.

—¿Qué se supone que piensas hacer con el momento más vergonzoso de mi vida? —cuestionó. Si había algo obvio era lo poco que le agradaba a Jessica Davis y, aunque en esos momentos de su vida tenía problemas mayores que ese maldito video, lo cierto era que le preocupaba.



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En el texto hay: amor adolescente, rechazo, reto

Editado: 25.05.2018

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