Y E L L H A C K E R S

2. Ese día lluvioso ☺

Septiembre 15, Lunes

Esa mañana se apareció lluviosa, gris.

Genial, una buena forma de empezar el ciclo de clases. Podía excusarme en no ir, pero eso era imposible, sí vivías a dos cuadras de la secundaria.

Luego de prepararme, baje a la cocina y me encontré con mi desayuno en la mesa como siempre. Mi madre trabajaba como reportera en la New State. Sí, el canal estatal. Su jornada era bastante larga, visitaba otros pueblos cercanos para informar sobre lo sucedido o las elecciones. Mi semana, digamos que eran tres días con ella en la casa y cuatro solamente yo.

Y mi padre, bueno él... él es otra historia.

Tres palabras. Infidelidad. Alcohol. Desaparecer.

El resto, pueden imaginárselo ustedes.

¿Ventajas de quedarme sola en casa? No las tenía, mi mamá poseía una cámara de seguridad vigilándome constantemente.

No me refiero a una cámara electrónica, más bien a una humana.

La señora Annabelle Fox, vivía a nuestra izquierda. Ella solía cuidar de mí con frecuencia, le informaba a mi madre de cada paso que yo daba. Ustedes saben, "Nada de chicos en la casa", "Sin alcohol, sin cosas raras", etc.

Normas que yo podía cumplir.

Pero el hecho de que esa mujer de la tercera edad con el nombre de Annabelle me vigilara, daba más que una simple inquietud. Creo que saben a lo que intento referirme, ¿la muñeca? Mierda, de solo pensar en ella me dan escalofríos.

Volveré al tema.

Los medios y las redes, eso era otra cosa de la que se podía hablar. Como todos, los adolescentes se sumergían en el mundo de los me gusta y vistas.

Si tu foto o video contaba con al menos unas 100 reproducciones o me gusta, carajo, eras famoso. Básicamente era una batalla, inclusive, si tenías un seguidor que no partencia aquí, doble carajo, eras el doble de famoso.

Ya saben, un viene y va. Todos quieren eso, me gustas, vistas, comentarios y toda esa basura.

Para contarles sobre mí, no era lo mío las redes sociales. Facebook, Instagram, Twitter, y todas esas cosas, tenía cuentas, pero jamás las usaba.

En ocasiones, las redes pueden desnudarte, en ellas —para algunos— se ve reflejada su vida. Además, todas tus publicaciones estaban a la vista, luego de ser subidas, nadie puede saber dónde van a parar o a manos de quien.

Eso era un mundo aparte.

Okey, no quiero aburrirlos. Puedo acordarme, que luego de desayunar recibí un mensaje de Liss.

Lissa

¡Cass!, ¿dónde demonios estas? Las clases empiezan en menos de diez minutos.

Maldecí para mis adentros, se me había hecho tarde.

Yo

Voy para allá.

Me coloque mi chaqueta junto con la mochila y tome un paraguas. Cerré la puerta de la casa y deje la llave bajo el tapete de la entrada. Otra cosa que Statestown no tenía, eran ladrones. La mayoría —sí se pueden llamar así— solían robar bebidas de la estación de servicio que estaba casi a la entrada de pueblo. Deben imaginarse, eran adolescentes o vagabundos del condado. El tipo que trabajaba ahí, era un regordete durmiente.

—Cassandra, ¿ya te vas a la escuela?—cerré los ojos para luego voltearme.

—Buenos días, señora Fox—sonreí falsamente. La lluvia se deslizaba por el paraguas color mostaza—. Sí, yo ya me iba—vacile sobre mis pies.

—Muy bien, asegúrate de volver antes que oscurezca—me hizo señas.

—Ajá—asentí achicando los ojos y desaparecí corriendo.

Corrí las dos cuadras de mi casa hasta la secundaria, debo admitir que eso me había cansado. Al llegar a la esquina, camine jadeando, mire hacia mis pies. Me había mojado las zapatillas, que gran sacrificio por la educación.

—Cass—me saludo Max, quien estaba junto a Liss compartiendo un paraguas.

—Hola, chicos—sonreí aferrándome a mi mochila.

—Oh, chica, pensé que no llegabas—hablo ella, acomodándose más junto a Max.

— ¿Puedes creer, que esta inepta olvido su paraguas?—él rodo los ojos meneando la cabeza.

Liss golpeo su hombro.

—Es que en verdad, ¿cómo pudiste olvidarlo?—se interesó, entre risas.

—Por Dios, Maxon, a todos les puede pasar—ella meneo su cabello.

—Eso no lo creo—se río—. Cualquiera con un buen cerebro, podría notar que el cielo se está cayendo.

—Cállate, Maxon—ella le quito el paraguas y camino hacia la entrada.

Él se apresuró a resguardarse bajo el mío.

— ¿Qué te pasa? ¡Es mi paraguas!—le aclaro enfadado.

—Deberías aprovechar que está lloviendo—indico Liss.

Max mostro confusión.

—Oh, ya sabes, para darte un baño—ríe.

—Caray, eso estuvo...

—No digas nada, Cass—me suplico con la mirada.

Solté una carcajada y caminamos hacia la entrada con ese gran cartel "Secundaria State, dónde la educación es nuestra prioridad".

Ja. Sin comentarios con respecto a eso. Después de todo, no estoy para contarles sobre la educación de Statestown, sino sobre lo que sucedió años atrás.

Esa mañana lluviosa, paso demasiado lenta.

La primera clase que tuvimos fue Historia, con el profesor Brander. Recuerdo muy bien ese salón, era bastante grande, piso de cerámica blanca, cortinas celestes que parecían casi transparentes y paredes carmesís. Mi lugar era junto a la segunda ventana.

— ¡Ultimo año! —entro gritando Bryce Lee, junto con su pandilla por detrás.

Él era uno de los más torpes adolescentes que conocí. Su vida se basaba en las fiestas, en sentido de conquistador, era un cero muy grande. Pero, aun así, tenías la mitad de las chicas de la secu detrás de él. Era un patán.

—Buenos días a todos—entro Brander—. Bienvenidos a su último año, espero hayan pasado unas excelentes vacaciones—se acomodó la corbata y apoyo los libros sobre el escritorio.




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