Unas horas después, Luna se despertaba sobresaltada, empapada en sudor frío. Sacudió a Roberto para despertarle, de su siempre profundo sueño; había tenido una pesadilla de esas tan terribles o sorprendentes que tenía que contarlas, dado que si pasaba mucho rato más, la olvidaría.
- hmm...- Su marido se hacía el remolón.
- Roberto, despierta- Lo zarandeó un poco más.
- Arg... ¿es qué uno no puede dormir al lado de su esposa favorita sin qué lo molesten?- Se quejó bromista.
- No seas tonto, ya quisieras tú tener más de una- Se mofó.
- ¡Oye!, déjame soñar- Dijo sacando la lengua en gesto burlón.
- ¿Es qué no te valgo yo sola?- Replicó enojada dándole la espalda.
Roberto la abrazó por detrás.
- Me vales y me sobras...- Susurró en su oído- Son bromas mujer...-.
Comenzó a darle besos desde la base del cuello.
- Ro... Rober, tengo algo que... que contarte- Musitó nerviosa agarrando con ambas manos el edredón.
- ¿Y no puede esperar?- Preguntó picarón besándola en el cuello mientras con sus manos la acariciaba por todo su cuerpo.
Luna ladeó la cabeza y lo miró a sus ojos color avellana. Con ganas de más. Roberto le robó un beso de sus carnosos labios.
- Lu, te quiero- Soltó inmediatamente después.
Entonces su mujer tomo la iniciativa, y tras darse la vuelta lo empujó, haciéndole caer tumbado en la cama. Roberto trató de levantarse, pero Luna se lo impidió, poniéndose sobre él.
Rober la miró, pero lo hizo como no había hecho en mucho tiempo. Era una mujer muy hermosa y apasionada, a veces lo olvidaba, mientras Luna le besaba, él no dejaba de pensar en lo afortunado que era, pero tampoco dejaba de pensar que tenían un "invitado".
Luna era un mujer guapa, apenas tenía treinta años y estaba en su mejor momento, era una mujer algo cínica y muy inteligente, no se hacía a la idea de como debía ser para ella, tener un ángel en casa cuando nunca fue religiosa, de hecho, era atea.
Físicamente estaba saludable, todos los días sin excepción, salía a correr; era alta, casi tanto como él, y Roberto medía un metro ochenta y dos. Era delgada, si, pero con sus atributos de mujer bien puestos. Su melena era larga y lisa, de un castaño claro, sus ojos verdes y sus rasgos faciales, daban la impresión a todo el mundo de que ella era una persona muy pacífica, cuando en realidad, tenía un carácter bastante fuerte.
La conocía mucho, y sabía que algo no marchaba bien.
Luna le morreaba en ese momento, Roberto levantó su mano izquierda, pidiendo que se detuviese. Y así lo hizo Luna, se detuvo si, pero aprovecho la pausa para quitarse la parte de arriba del pijama.
- ¿Que ibas a decir?- Preguntó con voz sensual.
Su marido enmudeció en el acto. Su desnudez parcial le dejó con la boca abierta, en ese momento parecía una diosa. Su larga melena alborotada se recortaba contra el sol que la iluminaba desde la ventana, dándole un toque celestial.
- ¿Te ha comido la lengua el gato?- Inquirió seductora.
- No... no ha sido... no ha sido precisamente un gato- Dijo tartamudeando.
Se fundieron en un beso tan intenso que hizo parecer que todo a su alrededor había perdido el color. Aunque tardaron en separarse, al final lo hicieron y se miraron a los ojos largo rato. Parecía que aquel silencio tan bonito nada lo podía romper, se miraban con ternura. Pero entonces Roberto tuvo que intervenir:
- Parece que haya pasado un ángel- Dijo tratando de parecer gracioso.
Luna entonces se puso muy nerviosa y cogió la parte de arriba de su pijama, con intención de ponérsela.
- ¿Qué ocurre?- Preguntó sin comprender.
- Anoche tuve una pesadilla terrible Roberto... y me la acabas de recordar- Dijo mientras ocultaba sus bellos pechos bajo la parte de arriba del pijama.
- Perdón...- Rober desvió la mirada de su curvilíneo cuerpo- ¿Que pasaba en tu pesadilla?-.
- Escuchábamos algo caer en el techo, y saliste pensando que eran ladrones, pero al final resultaba ser un ángel... y...- Comenzó a relatar exaltada.
Roberto hizo un gesto con ambas manos para que parase.
- Para, para... Luna, ¿como qué un sueño?- Inquirió confuso Rober.
- ¿Qué pasa?, ¿qué hay de raro?- Refunfuñó.
- No es que sea raro, mira... no se como llegaste a esa conclusión, pero Lu...- Resopló- No se como decirte esto...-.
Luna hizo un gesto para dar a entender que no comprendía.
- Aah... Luna, no fue...- mostró una mueca en su bronceado rostro- No fue un sueño... eso ha pasado, está noche-.
- ¡No!, ¡no puede ser!- Exclamó retrocediendo sobre sus pasos y llevando sus manos a la cabeza- ¿Todo?-.
- Si... no te acuerdas que lo curamos con agua, y que todo brillaba con una luz cegadora...- Confirmó.
- ¿En... enton....entonces hay un...?-.
- Un ángel si- Siguió.
- Madre mía- Se dejó caer sobre la cama.