Thiago evitó hablar del incidente. Linda lo notó extraño durante el desayuno, pero justo cuando le iba a preguntar, Sonia apareció fregándose los ojos.
—¿Desde cuándo te levantas tan temprano?
Sonia la miró con pesadez, luego volteó hacia Thiago y se le iluminó la expresión.
—Buenos días —saludó con una aparente felicidad—. Me he levantado con ganas de ayudar. Y de pasar más tiempo en compañía tuya y de Thiago.
Thiago en todo ese tiempo seguía concentrado en el desayuno, y en cuanto la oyó nombrarlo, se tensó.
Sonia tomó asiento al lado de ambos. Cogió una rebanada de pan y comenzó a untar mermelada sobre ella. Linda observó el mantel nuevo que acababa de poner y los nervios se le pusieron a flor de piel.
—¿No puedes coger un plato? ¡Vas a manchar la mesa!
—Ay, Linda, no es tan importante —dijo dando el primer mordisco al pan de molde, del cual cayeron un par de migajas, como su hermana presentía.
—Sí lo es porque tú todavía no aprendes a lavar bien y lo tendré que hacer yo.
—O Thiago me puede ayudar —murmuró sugerente.
—Thiago ya tiene suficiente trabajo como para añadirte a la lista —replicó Linda—. Voy a por un plato.
Y cuando Linda se levantó de la mesa, Thiago no supo en que hoyo meterse.
—Sobre lo de anoche...
—Quedamos en que no lo íbamos a mencionar más —dijo entre dientes.
—Sí, ya me acuerdo. Solo quería decirte que no quería molestarte. Después de lo que hice... no esperaba que te enfadaras y que salieses corriendo, yo...
—Bueno, Sonia. No quiero nada contigo y punto.
Linda volvió y trajo el plato para Sonia. Vio que Thiago la evitaba y por dentro se sintió bien. Eso significaba que acabaría dándose cuenta de que incomodaba a la mayoría y se iría, después de todos sus fallidos intentos por persuadirla a hacerlo.
Más tarde, Thiago se acercó a la habitación de Linda.
—¿Quién?
Thiago no dijo nada y se limitó a meter su cabeza.
—¿Puedo pasar?
—Ya estás dentro —Linda negó repetidas veces y Thiago se llenó de jubilo.
—¿Qué haces aquí tan temprano? Has empezado a espiar antes de tiempo —le reprochó, sabiendo que él estaba enterado de que en pocos minutos se metería a la ducha.
—En realidad, quería entrar a propósito antes de que te empezaras a desvestir.
—¿Y eso? —inquirió.
Se sentó junto a ella y atrapó su rostro entre sus manos.
—Necesitaba recordar por qué te quería tanto.
Y repartió besos por su frente, mejillas, nariz, y luego siguió por su cuello mientras sus manos se apoderaban de sus caderas.
—Mmm, Thiago...
Él se separó escasamente y se fijó en el brillo que tenían esos ojos apetecibles como las castañas del otoño.
—Nadie además de ti, tiene tu mirada. Porque solo tú puedes transmitir esa mezcla de emociones en tus ojos ¿entiendes?
Linda frunció el entrecejo.
—Me estás diciendo que acabas de besarme, ¿Y solo se te ocurre pensar en mis ojos?
—Me puede fascinar tu cuerpo, pero tus ojos serán lo único que no cambiará con los años. Aunque también quiero disfrutar la juventud de esta maravilla.
E inesperadamente, Linda cayó sobre el colchón retorciéndose por las cosquillas.
—¡Thiago!
Y entre risas él acabó por besarla. Linda se dejó hacer, hasta que las caricias y los besos aumentaron hasta una temperatura importante y ella acabó permitiéndole un poco más libertad de la debida.
No se preocuparon de medir la intensidad de los sonidos que ambos emitían de vez en cuando. Ni mucho menos los gemidos de Linda cuando Thiago la mimó de nuevas maneras con tal de complacerla.
***
El rastro de esa pasión satisfecha temporalmente siguió presente en Thiago y Linda por el resto de la tarde.
Y cuando Thiago acabó sus quehaceres y se metió a la cama, no esperó notar un cuerpo a su lado.
—¿Así que de traviesa has pasado a...?
Pero en cuanto se giró, se dio cuenta de que esa no era la mujer que esperaba encontrar entre sus sábanas.