Siembra un árbol. Ten un hijo y escribe un libro.
Aún me faltan el árbol y el hijo, pero prometo, en algún futuro ponerme a ello.
Para mis padres y mi hermana, que son el vehículo de felicidad que me ha regalado DIOS para enfrentarme a la vida. ¡Gracias por estar a mi lado y ser incondicionales en todas mis locuras!
Para mi abuela Celestina, que es una guerrera; una superviviente que no tiene miedo de plantarle cara a la vida. Por enseñarme a ser obstinada y valiente.
Para mi abuelo Arcadio, que partió sin previo aviso, pero quién tras su marcha, me reveló el motivó perfecto para seguir escribiendo, TE AMO, abuelo, y siempre estarás conmigo, porque tu alma se queda en la mía.
Karen Magnatiz.