Capítulo 31

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“Lo siento, lo siento, lo siento. Creo que hacía mucho tiempo que no me sentía tan mal por algo. Se que jamás lo dirías, pero tal vez arruiné tu cumpleaños con mis acciones, no te dí el lugar que merecías y preferí comportarme como el antiguo yo, irresponsable, inmaduro y con altos niveles de alcohol en la sangre. Espero que podamos hablar hoy, te quiero. “

Jm

Visto.

— ¿Quién era? – El rostro de impaciencia de Tae se notaba desde otro planeta. Se veía tenso, nervioso, incómodo y expectante al fracaso. No era como si el fracaso no era una opción, pero yo iba intentar que no fuera así. Solté un suspiro y apagué mi celular, para luego guardarlo.

— Nadie. – contesté. Jimin había sido un tonto la noche de mi cumpleaños, pero no podía dejar que eso me distrajera de lo que era realmente importante. - ¿estás bien? – pregunté.

— ¿Me veo bien Min? – sonreí al ver lo histérico que estaba. Me acerqué y le dí un par de palmaditas en la espalda. – No ha llegado nadie – habló. Sabía que esto era algo importante, literalmente el segundo chance de vida que tenía la familia Kim para salir a flote nuevamente.

— Ellos llegaran… - le dije. – y de no ser así… Nosotros lo lograremos. – le aseguré. Sabía que era un pensamiento fantasioso, pero a estas alturas la gran mayoría de las cosas estaban siendo regidas por pura suerte, ¿Quién quita si la suerte estaba de nuestro lado?

— Pues… - trató de hablar, pero el fuerte sonido de un motor lo interrumpió. Me giré para poder ver de que se trataba. Un camión se había estacionado frente a la tienda, eso era extraño, pero aun más extraño fue que de este bajaron Hoseok y Young. Kim y yo nos miramos sin entender que sucedía y nos apresuramos a salir.

— ¿Necesitan ayuda? – hablo Hobi. El rostro de Kim se había iluminado como un foco. – Nos dijeron que estaban tratando de hacer una recaudación para la tienda y creímos que tal vez podríamos ayudar.

— Así es – habló la pelinegra. – Los padres de Hobi tienen una compañía de organización de eventos y creímos que esto podría ser útil. – Junto con ellos se bajaron unos señores que empezaron a descargar el camión, estos bajaron estantes, banners y un par de máquinas de globos. Me imagino que el punto principal era llamar la atención y hacer que todos se interesaran por el lugar, aparte de eso habíamos pasado casi todo el día de ayer haciendo afiches y volantes para entregar en las calles. Como les había comentado, la suerte estaba de nuestro lado.

A penas que terminaron de descargar nos pusimos a organizar todo, las mesas, los estantes, las maquinas de globos y no pasó mucho tiempo antes que el resto empezara a llegar; Namjoon, Yoongi, Chaeyong, algunos chicos del club de teatro, y Jimin. Este último llegó casi corriendo y despistado, pero no pude evitar sonreír cuando lo vi parada en la entrada.

— ¿Entonces ese es el plan? – hablé. Kim asintió. – Un grupo de 2 irá y entregará volantes por aquí cerca mientras que otro grupo de dos hará lo mismo, pero en la zona contraria. Y por último los que quedan se quedarán aquí con Tae.

— Yo iré a entregar volantes. – La pequeña Sun-mi había hablado. Esta empezó a tomar la pila de volantes que estaban en el mostrador.

— Yo también – chillé.

— Yo igual – escuché a Jimin.

— ¿Podría ir? – Young había hablado. Todos asentimos a su petición.

— Bueno el resto nos quedamos aquí. – Era un plan simple y sin mucha cabida al posible error. Kim se veía mucho más animado ahora que estábamos todos allí, eso me hacía feliz, que el pudiera sentirse apoyado y que entendiera que no tenía que luchar solo. Todos nos pusimos en marcha y comenzamos a organizarnos para salir.

— Hana – maldije por lo bajo. El pelinegro estaba parado allí. Moví mi cuerpo en su dirección y esperé a escuchar lo que diría. – Hola…

— Hola – lo saludé.

— ¿Crees que podríamos ir juntos a entregar los volantes? Ya sabes como yo también iré… - Si les era honesta, no quería hacer eso, adoraba a Jimin, pero no quería forzar ningún tipo de discusión innecesaria en este día, hoy era un día importante para Kim, era especial y yo a diferencia de otras personas entendía y respetaba eso.

— Si necesitamos hablar lo haremos luego, pero por el momento ya había quedado con Sun-mi para ir a entregar volantes. – era obvio que estaba avergonzado, su rostro sonrosado y su risa incómoda lo delataban. - ¿Cierto Sun-mi? – La castaña me miró y luego a Jimin, odiaba meterla en mis estúpidos problemas con mi novio, pero era la única forma. Aunque también estaba la posibilidad que aquella despiadada enana me diera una puñalada por la espalda y me soltara a mi suerte.

— Claro – la miré un poco asombrada. - ¿Vamos? – asentí. Las dos chicas salimos y dejamos a al pelinegro allí adentro.