Rebecca
–Hoy te levantaste muy tarde –comentó mi mamá mientras sostenía una taza de té– ¿Te sientes bien?
Ambas estábamos sentadas en el sofá viendo una película, pero al parecer ella se dio cuenta de que yo no estaba prestando ni la más mínima atención.
Negué con la cabeza.
–No es nada, solo estoy con mi período –mentí.
–¿Verónica vendrá a verte?
Apreté mi teléfono. Solíamos pasar todo el fin de semana juntas, pero ahora no tenía ni idea de en dónde estaba. No respondía mis mensajes ni mis llamadas.
–No podrá venir hoy. Tiene una sesión de fotos –expliqué.
Mi respuesta pareció convencerla porque empezó a ver la película de nuevo y no volvió a tocar el tema. Mi celular empezó a vibrar y yo lo revisé enseguida con la esperanza de que se tratara de Vero, pero no era ella. Se trataba de un mensaje de Dexter.
“Aún sigo en el taller con el auto de Verónica. Tenemos que reunirnos y hablar de lo que pasará mañana”.
Mañana. Mañana era lunes. Teníamos que ir a clase y fingir que la vida seguía su curso normal. Mi cuerpo tembló ligeramente ante la idea de tener que enfrentar a todos mis compañeros. No quería hacerlo.
Miré a mi mamá de reojo y me recordé a mí misma que tenía que ser fuerte. Había tomado la decisión de abandonar la escena del crimen y ahora tenía que aceptar las consecuencias de mis actos. Si abandonaba la escuela me constituiría automáticamente como la sospechosa número uno. Y de por sí ya éramos los principales sospechosos. ¿Cómo íbamos a responder las preguntas de la policía? ¿Qué iba a pasar si nos contradecíamos? Dexter tenía razón. Necesitábamos tener una reunión urgentemente.
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Editado: 06.01.2022