Rebecca
Sabía que este día iba a llegar, pero no creí que llegaría tan pronto. El lunes Roxana no llegó a clases y todos nuestros compañeros de clase nos echaron la culpa a Verónica, Dexter y a mí. Fue un día insoportable, pero el infierno apenas estaba comenzando porque el martes ya se había esparcido por toda la ciudad la noticia de la desaparición de Roxana y el miércoles a primera hora ya habían llegado varios oficiales de policía a la escuela para hacer preguntas.
Las clases comenzaron con normalidad, pero no había nada de normal en lo que estaba pasando. Tenía mucho miedo. El pánico me golpeaba como un tambor dentro del pecho y ni siquiera estaba en un interrogatorio. Verónica no dejaba de arrancarse el cabello y Dexter hacía un millón de dibujos en su cuaderno.
Cuando la directora entró a nuestra sección los tres ya sabíamos perfectamente lo que iba a pasar. Era el comienzo del fin.
–Lamento mucho interrumpir la clase, pero en vista de la desaparición de Roxana Devis debemos cooperar con los agentes de policía para brindarles toda la información que necesitan. Todo el grupo será entrevistado y los primeros en acompañarme serán Dexter, Edgar, Diego, Rebecca, Verónica y Lucy. Síganme por favor.
Edgar y Diego intercambiaron una mirada de sorpresa y Lucy se limitó a suspirar. Todos nos pusimos de pie y seguimos a la directora por el pasillo sin agarrar nuestras mochilas. Todos entramos a su despacho y me sorprendí al ver al policía que había ayudado a Verónica. Estaba en compañía de otro agente alto, de piel clara y de cabello negro y ambos tenían una expresión muy seria. Me intimidaban demasiado.
Todos tomamos asiento menos los oficiales y la directora.
–Quiero presentarles al agente Ian McCaffrey y al agente Gerardo Rodríguez. Ellos tienen algunas preguntas para ustedes –diciendo eso la directora los dejó a cargo y tomó asiento.
Verónica estaba muy incómoda, pero Ian actuó como si nunca la había visto en su vida.
–A como sabrán el tiempo es fundamental en esta clase de casos y estoy seguro de que desean cooperar para que encontremos a su compañera –explicó el agente Gerardo.
Lucy rodó los ojos y de alguna forma supe que estaba deseosa de hundirnos.
–Queremos saber qué fue lo que pasó la noche en la que Roxana desapareció. Todos ustedes estaban en una fiesta y necesitamos conocer los detalles. ¿Alguno de ustedes habló con Roxana esa noche? –cuestionó él agente Gerardo.
–Vamos Dexter, cuéntales lo que hiciste –le animó a hablar Lucy de una forma maliciosa.
Esto es lo que temía. Que nos interrogaran y que nuestras respuestas no cuadraran. Debimos habernos sentado a hablar de lo que diríamos, sin embargo, estuvimos tan asustados que no lo hicimos.
Dexter se tomó un momento para aclarar sus ideas.
–Le hicimos una broma a Roxana, eso fue todo –dijo restándole importancia.
Su actitud detonó la ira de Lucy.
–¿Eso fue todo? ¡¿Eso fue todo?! ¡La humillaste frente a todos! ¿Cómo crees que se sintió ella?
Dexter quiso hablar, pero ella lo interrumpió.
–Casi lo olvido. A ti no te importa lo que sienten los demás.
Sus palabras fueron como cuchillas para mí. Apreté el metal de la silla y me pregunté a mi misma cuanto tiempo podría soportar un interrogatorio antes de decir toda la verdad.
–No voy a hacerme la víctima y tampoco voy a fingir que Roxana era mi mejor amiga solo porque está desaparecida –Dexter prácticamente escupió las palabras.
Lucy se indignó aún más.
–No estoy fingiendo que soy su mejor amiga. Esa era mi fiesta de cumpleaños y mi día especial y fue arruinada por ustedes –ella nos señaló a todos.
La discusión continuó frente a los agentes y Lucy siguió enfatizando lo que hicimos mientras Dexter continuaba minimizándolo.
–¿A qué hora abandonó la fiesta Roxana? –intervino Ian mientras sostenía un lapicero y una libreta.
–A las una –respondió Lucy.
–¿Quién la acompañó?
–No lo sabemos –respondió Edgar.
–¿Y a dónde creen que pudo haber ido?
–Ese es el punto –Lucy volvió al ataque– Ella abandonó la casa de campo triste y humillada. ¿Qué creen que hizo después? –nos cuestionó a nosotros como si ella fuera la agente. Sus ojos estaban llenos de ira.
Ninguno de nosotros dijo nada.
–Les daré una pista. Ella pudo haberse suicidado y si lo logró significa que ustedes son los culpables. Espero de todo corazón que ese no sea el caso, pero existe esa posibilidad.
Miré hacia otro lado porque no pude seguir sosteniéndole la mirada. El interrogatorio se me hacía eterno e insoportable. Todos estaban preocupados por rescatar a Roxana y yo quería gritar y admitir de una vez por todas que estaba muerta.
–No fue nuestra intención. De verdad… era solo una broma inocente… –dijo Diego con nerviosismo.
Ellos estaban preocupados por haber conseguido la sangre de cerdo y esa solo era la punta del iceberg.
–Ay por favor. Ahórrate tus disculpas, ella no está presente para recibirlas.
La mano de Verónica empezó a temblar y yo me asusté mucho al notarlo. Ella estaba perdiendo el control y ni siquiera le habían hecho una pregunta. Verónica metió ambas manos entre sus piernas y nadie pareció darse cuenta.
–¿Roxana tenía novio? –cuestionó él agente Gerardo.
–No que nosotros sepamos –aportó Edgar.
–¿Existía alguien que quisiera hacerle daño? ¿Tenía algún enemigo?
Lucy volvió a vernos de nuevo con mirada de reproche y yo deseé que los agentes no estuvieran presentes para poder estrangularla. Me estaba sacando de mis casillas.
–No lo sabemos –respondió Dexter.
–Pero ella nunca fallaría a clases. Es demasiado aplicada –agregó Lucy.
Me sentía a salvo estando callada así que no quise decir nada.
–¿Ella mostró signos de depresión?
Un silencio pesado se apoderó del ambiente.
–No sabríamos decirle –respondió Dexter y Lucy fue de nuevo al ataque como un tiburón que huele sangre.
–¿Y cómo no iba a deprimirse con todas las cosas que ustedes le hicieron?
–Ya basta Lucy –dijo Dexter sin voltear a verla. Él estaba a punto de perder el control.
–Tú le gustabas. Toda la escuela lo sabía y te aprovechaste de eso para burlarte de ella.
–Exacto –dijo él como si fuera algo positivo– Tal vez se hartó de esta escuela mediocre y de esta ciudad mediocre y decidió que quiere empezar de nuevo en otra parte. Lejos de todo y de todos –dijo Dexter mientras bajaba las mangas de su suéter.
El agente Rodríguez afirmó levemente con la cabeza como si le convenciera más esa conclusión que un suicidio. ¿Cómo no se me ocurrió antes? Dexter era un genio.
–Muy bien, eso es todo por hoy. Si necesitamos más información los llamaremos. Gracias por su cooperación –finalizó Ian McCaffrey.
Verónica fue la primera en precipitarse hacia la salida como si no pudiera respirar en el despacho de la directora y los demás la seguimos. Estuve bajo tanta presión que mi corazón me dolía. Me detuve en el pasillo e intenté tranquilizarme. ¿El interrogatorio había ido bien… o no?
–Señorita Salazar –la voz del agente Gerardo me sobresaltó mucho. Demasiado.
Él estaba justo detrás de mí y los dos estábamos solos en el pasillo porque los demás ya se habían ido. Yo debí haber hecho lo mismo para evitar más problemas. Que estúpida…
–Agente –fue lo único que logré decir.
–Hay más preguntas que quiero hacerle, pero de forma privada.
El alma se me cayó a los pies y estuve a punto de desmayarme producto de un mareo. Lo sabía. Él sabía que tuve algo que ver. Debí olvidar algo en la escena del crimen. Tal vez se me cayó un arete. Era todo. Era el fin.
–Creí que… eso había sido todo –mi voz reveló un temblor traicionero.
–No le quitaré mucho tiempo. ¿Estará libre mañana a las seis de la tarde?
–Creo que sí –ni siquiera fui capaz de decir que sí de forma decidida.
–Muy bien. Nos encontraremos en la cafetería: Nocturna. Gracias por su cooperación –él volvió a entrar al despacho de la directora y yo me quedé allí parada como toda una sospechosa.
Me dirigí a mi aula de clase a pasos agigantados sin poder creer aún lo que había ocurrido. Definitivamente, el interrogatorio no fue bien.
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Editado: 06.01.2022