Yo no creo en las hadas

Delincuente Con Corazón

El suelo por el que iban era blando. Ramas pasaban de un lado a otro, eran de diversas tonalidades de marrón y bordó. Los árboles a su alrededor eran negros como la brea y sus ramas tan finas como agujas.

- ¿Adónde vamos?

- Te ocultaré por unos días en mi casa.

- ¿Por qué?

- No querrás que te encuentren, créeme que no. Además, quiero saber algunas cosas del mundo natural y solo tú puedes esclarecerme.

- ¿Qué quieres saber? ¿Otro mundo?

- No importa, solo ven conmigo.

- ¿Por eso estabas arriba...?- En ese momento, una criatura majestuosa se detuvo frente a ellos: un pegaso de color negro brillante, forrado en escamas que parecían de cristal. El animal relinchó al aterrizar ante ambos como si les estuviera pidiendo algo para poder pasar.

- Aliado, qué bueno que apareces, estamos en un apuro, ¿sabes? Necesitaba tu ayuda.

- Oh, Dios mío...- Milo montó en su lomo y la miró. Montar "a pelo" un caballo ordinario es difícil; montar "a pelo" un pegaso de escamas (por lo que decir "a pelo" no concuerda), debía ser extremadamente difícil, sin mencionar lo peligroso. Mina lo miraba con pánico y sorpresa, con curiosidad y desagrado, pero la excitación por lo que sucedía ante sus ojos desbordaba su alma.

- Sube... deja de tener miedo, niña, sube ya.

- Mina, me llamo Mina.

- Lo sé, también sé que llamarte "niña" te molesta, lo noté. Sube ya.- Mina sabía que no le convenía ponerse histérica y caprichosa estando en un mundo ajeno y tan alejado de la realidad humana.

Se acercó, tomó su mano y dejó que Milo la subiera sin problemas, para colocarla delante a él. Sentir su cuerpo en la espalda no la dejaba tranquila, pero supuso que era lo más sensato al cabalgar de a dos. El sujeto la olió y frunció el ceño con asco. - Apestas a vergüenza e incomodidad, sin duda te bañaré al llegar.

- ¡¿Qué?!

- Chiste, no te tocaría ni aunque fuese lo último que hiciera. Te meterás sola en el estanque.

- Eres desagradable.

- No planeo agradarte, estás viva porque le llevo la contra al Colegiado. No me hagas cambiar de opinión.- Le susurró la última frase al oído. Despegaron sin tardanza y con agilidad.

Aliado voló con destreza y Mina pudo sentir el perfume a humedad y musgo que golpeaba su faz. La espectacular vista que llevaba por delante jugaba con su mente, ya que el cielo lleno de ramas marrones y verdes, con hojas anaranjadas y el lago rosado debajo le daba la idea de que estaba de cabeza.

- Tu cabello no deja de molestarme, ¿puedes sacarlo de mi vista?

- ¿Cómo voy a saberlo? Estoy mirando hacia adelante.

- Solo hazlo.- En un momento determinado, sonó una canción repetitiva y aguda, una melodía conocida que se oía constantemente en su colegio, en su casa, en la calle, en el mundo entero: el Canon de Pachebel era la melodía elegida por muchos para anunciar la entrada de un mensaje de texto o de una llamada a un dispositivo de telecomunicaciones. Mina no podía creerlo: una llamada entrante de un celular sonaba a centímetros de ella.

- ¿Hola? Leeneen, hola... ¿Qué haces llamándome? No, sabes que no estoy disponible al público femenino... ¿Estás loca? No iré a tu cabaña. Encontrarás a tu amor verdadero más adelante. Adiós -Y cortó la llamada-. Siento eso, ser deseable no estaba en los planes de mi madre. Leeneen, una chica que me sigue desde niño, quiere que la visite para "charlar". Lo entiendo, no la culparía, mírame.- El egocentrismo era tal que las arcadas la atacaron sin freno.

- No sabía que tenían celulares.

- No los tenemos. Nos hacemos de ellos cuando los ridículos y ruidosos naturales no están viendo.

- Eso es robar.

- Eso es robar, exacto, ¿por qué crees que me persiguen?

- ¿Te persiguen por robar?

- No, pero fue gracioso ver cómo creías que lo era. Soy un simple místico sin corazón y me encanta serlo. Para las hadas, robar no es un delito, al menos que se robe a otra hada, que es, exactamente, lo que hice yo. Me perseguían cuando me atropellaste porque tomé algo del Colegiado y conspirar en su contra es un crimen que se castiga con la muerte. Como podrás deducir: si me agarran, me cuelgan del cuello hasta morir, ¿qué se siente estar en manos de alguien peligroso?

- No tengo miedo. No eres real, esto es una invención de mi imaginación, el golpe en la cabeza fue severo. Posiblemente estoy muerta.

- Entonces dices que si estás en un sueño o lo que sea que creas que es, no puedo hacer esto.- Y sin esperarlo, Milo mordió el cuello de Mina, justo en la comisura con el hombro.

- ¡Aahh! ¡Eso dolió!- Dos hendiduras rojizas se lucían en su piel.

- ¡Felicitaciones! Sigues viva.- Mina no consiguió controlar su enojo y lo golpeó tan fuerte que cayó de lado de Aliado y colgó por su flanco. El animal pareció no darse por enterado.

- ¡¿Estás loca, niña?!- Y de un tirón, volvió a colocarse en el lomo del pegaso.

- No ibas a morir.- Milo tomó a Mina de un brazo y la lanzó fuera del pegaso como si fuera una pelota.

Mina caía sin freno rumbo al suelo. Sería una muerte segura si llegaba a tocarlo, lo cual era exactamente lo que iba a suceder. Ya sin esperanzas, Aliado la sorprendió al volar debajo y la sostuvo a tiempo, segundos antes del impacto.

- Oh, sí. Muere de miedo, soy solo una invención.- El corazón de Mina no pudo resistir la cantidad de adrenalina y terminó por desmayarse. - Sí, muere de miedo que yo te sostengo.- Milo sonrió al verla hecha un desastre y siguieron, los tres, rumbo al infinito.

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Hacía minutos Aliado se hubo despedido de Milo y había salido relinchando. Mina seguía dormida y roncaba como un oso. Se había metido con la chica en sus brazos por el sendero de un bosque ceñido y desembocó en una cabaña sencilla, de aspecto abandonado, la cual sería fácilmente pasada por alto si se veía.




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