Yo no creo en las hadas

La Conexión (tercera parte)

- Hola. -Le dijo cuando notó su presencia en el pasillo y, sin darse cuenta, se puso de pie como si hubiera dado una orden-, ¿está todo bien? ¿Necesitas algo? -Mina se acercó un poco.

- No, estoy bien. -Los amigos de Milo se habían ido hacía casi una hora, todos con posturas similares con respecto a lo que estaba pasándole a su amigo-. Milo... he decidido irme... ahora. No es posible que me quede aquí. Además, estoy en peligro como dijiste, esta ni siquiera es mi tierra. Estoy segura de que es lo mejor. Teo me dijo que sabe cómo llevarme a casa, él lo hará. De hecho, se lo pedí ayer y le dije que no dijera nada.

- Mina, no, espera...

- Está bien, sin rencores. Me salvaste. Te debo todo.

- ¿Crees que lo que nos ha pasado no significa nada? -Milo rodeó la mesa y se le acercó ella-. Digo, tiene que haber una razón y estuve pensando que... tal vez... significa algo importante.

- ¿Qué crees que significa? ¿Realmente significa algo? Milo, por favor, lo has dicho: fue un mero accidente y yo, un estorbo.

- Fui un idiota cuando dije eso. No fue en serio. Y... la verdad es que no sé si fue solo un accidente, las cosas siempre significan algo... -Se agarró la cabeza y volteó. El fuego delineada su figura delgada y alta-. Yo no... no sé... pero algo me dice que debemos estar... que debes quedarte por ahora. No sé qué sea esto, tal vez es solo una etapa que debemos terminar. -Volteó hacia ella nuevamente. Estaba estática. Era la primera vez que Milo se veía tan preocupado y dudoso de sí mismo-... tienes que quedarte por ahora, lo sé, lo siento en mi alma, en nuestra alma. Ya no somos dos separados, somos dos unidos por una misma esencia. Increíble, lo sé, pero es cierto.

- Milo, no es posible. Mi esencia es natural y la tuya, mística, ¿cómo podemos tener la misma alma? ¡Dios mío, parezco loca hablando así! ¡Yo ni siquiera creo en estas cosas! -Milo hizo una mueca como de sonrisa-. A veces olvido que esto podría ser un sueño.

- En el castillo se ratificó que tu sangre no era natural, ya no. Has aceptado que el mundo tiene más dimensiones de las que te han dicho y te encuentras ahora en este lugar que te parece muy interesante aunque no lo admitas. Respecto a mí, me has dado un poco de tu humanidad, me has hecho más sensible, un protector, me has dado la verdadera esencia de ser un humano: solidaridad y bondad.

- Los humanos no son así.

- Algunos lo son. Tú lo eres. -Sus ojos no podían dejar de verla, Mina notaba algo en su interior que la asustó-. Estamos mezclados, una parte de ti en mí y una parte de mí en ti. Por alguna razón estás aquí, por alguna razón me atropellaste con tu bicicleta, con mucha fuerza debo agregar, y nuestras almas se mezclaron... Por favor, no me digas que no significa nada o que es solo una casualidad -Agachó su cabeza, se acercó hasta poder contar los lunares que descansaban sobre la ceja derecha-. Quédate, por favor. -Mina alzó la mirada al tiempo que Milo tomaba sus manos. Otra vez sus recuerdos compartidos pasaron de uno al otro como documentos en una computadora:

Mina de pequeña, iluminada con un color rosado, iba hacia un jardín de flores.

Milo, de color azul eléctrico, corría por los pasillo de una cabaña en el bosque, alejándose de su abuela, quién quería colocarle una casaca.

Al mismo tiempo, esos colores que los identificaban se volvieron uno solo, un brillante y hermoso lila refulgente.

Milo la miró a los ojos.

- Eso que nos acaba de pasar tiene un porqué. -Dijo al soltarla. Mina notó que era extraño ver a un ser místico, mágico, mitológico y fantástico con simples ojos marrones. Cualquiera pensaría que, por ser hada, tendría extraños colores con incandescentes destellos y una luminosidad como de estrellas, pensé Mina, pero no era el caso. Eran simples ojos café oscuro cuya pupila dilatada le daba un aspecto aterrador, como de cazador a punto de matar a su presa.

Milo continuó.

- Hemos pensado un plan y podría funcionar, ¿quieres saber de él, al menos? -A pesar de estar unidos por el alma, la mente seguía siendo privada. No podía conocer su pensar sin que ella se lo dijera. Milo sintió un fuerte golpe en el centro de su pecho ante tanto silencio de su parte- ¿Ocurre algo malo?

- Me di cuenta de que he sido una persona ciega, de que he juzgado mal y de que no tenía una meta para mi vida. No tenía vida. Entonces te atropellé y vine aquí, me metí en este embrollo místico y veo. Sí. Veo todo lo que he estado negando. Creo que todo esto servirá de algo después de todo.

- Aprender es parte de la vida, nunca dejas de hacerlo.

- Lo sé. -Mina se le acercó y tomó su mano. Los recuerdos se compartieron de nuevo, pero algo diferente los llenó por completo: una extraña sensación, acompañada de luz amarilla y calor, de cosquilleo y vacío, de alegría y satisfacción. Mientras veían los recuerdos del otro, sentían como si estuvieran en una gran calesita iluminada.

- Por los cristales... -Dijo Milo con los ojos sobresaltados.

- ¿Qué está pasando ahora? -La luz que había surgido del roce iba copando sus cuerpos bajo la piel, subía como lo hacía su sangre, tiñendo de un luminoso dorado intenso cada conducto arterial y venoso. Luego todo se apagó.

- ¿Sigues pensando que esto no significa algo?

- Siento tu corazón en mi cuerpo.

- Yo siento el correr de tu sangre en mi corazón -Mina sonrió. El corazón de Milo era como un zumbido, no un tranquilo tambor como era costumbre en el mundo natural. La llenaba por dentro, le hacía cosquillas-. Quédate, por favor... -Tomó su mano y las venas se iluminaron aún más-. Te estaré eternamente agradecido si lo haces.

- ¿Qué se supone que debo hacer aquí? ¿Cuál es el plan?

- Hay dos opciones: entrenamos para poder transferir ese poder, tal y como ocurrió en el laboratorio, para potenciar la fuerza en la lucha, o... -No quería darle la opción de elegir entre su vida y el mundo místico. Milo tenía la sensación de que elegiría irse. Recordaba lo del deseo. No quería siquiera mencionarlo.




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