Yo no tengo novio

CAPÍTULO 5

Actualidad.

Las rosas que Jean me había regalado un par de horas antes, en ese mismo momento estaban cayendo al piso y adornando de este con algunos de los pétalos que se habían desprendido gracias al impacto y eran de todas las tonalidades posibles. Al suceder esto, mis manos corrían por su cuello de una manera desesperada y formando algo de presión en mis brazos, atraje sus labios a los míos. 

Nuestros labios gustos de estar juntos nuevamente, jugaban exaltados uno con los otros, mientras nuestras manos examinaban cada parte de nuestro cuerpo. En un milisegundo mi espalda se acomodó contra las fibras de manera de la puerta principal y mis piernas se ajustaron a su cintura, entonces comencé a sentir su tacto delicado al entrar por la zona baja de mi abdomen y subir por este, hasta llegar al borde de mi sostén, logrando que de mis labios saliera un leve gemido provocado por el cosquilleo.

— Tu cuarto... — dijo en medio de la agitada situación. 

Las prendas comenzaban a ser molestas, incómodas, fastidiosas. Mis labios todavía continuaban sobre los suyos intentando atrapar hasta la más dulce caricia que estos podían ofrecer, pero mis manos ya no se encontraban sobre su cuello, ahora eran un remolino angustiante sobre su cabellera rojiza. Por otro lado, sus largos brazos blancos como la nieve habían dejado de sostener mi trasero para que mis pies tuvieran contacto con la temperatura del piso y ambos pudiéramos caminar hasta mi habitación. 

Una vez dentro del pasillo que daba paso a mi recamara, empujé de su cuerpo y dejé que su espalda chocara contra una de las paredes, mientras mis labios continuaban atacando sus delgados labios. Fue en ese momento, que mis ojos se abrieron y pude notar que a un lado de su cabellera rojiza estaba una foto de Lexie junto a mí, donde ambas salíamos riendo y un recuerdo volvió a mi mente.

Sus ojos más oscuros que los míos, me observaban con preocupación mientras sus manos jugueteaban frenéticamente con un pequeño peluche de felpa con forma de conejo asesino, que Jean me había obsequiado días atrás. Frente a ella y de muy mal humor, me encontraba cruzada de brazos y con mi trasero sobre el escritorio de madera, mientras observaba cada uno de sus movimientos.

— Entonces cumplieron su primer mes como pareja... — mencionó al ver el peluche que reposaba sobre sus piernas y luego volvió a dirigir su mirada hacia mí — ¿Estas segura que no babeaste esto? Digo, que asco. 

— Mi abuela ha decidido quedárselo, cualquier cosa extraña, paranormal o asquerosa, es asunto de ella.

El peluche fue tirado hacia el piso con asco, luego Lexie se levantó de mi cómoda cama y limpiando sus manos sobre la textura de su pantalón, caminó hacia mí. Intentó sujetar mis hombros con ambas manos, sin embargo, se me era desconocido todo lo que había sucedido con el peluche, entonces con un movimiento rápido y el asco reflejado en mi rostro, aleje de estas. 

— Escucha Hope, en mis diecinueve años de vida he aprendido algo totalmente fundamental para la vida diaria de un ser femenino como nosotras — elevé una de mis cejas para demostrarle que toda mi atención era suya — los hombres son estúpidos. 

— Lexie, ese no es el jodido problema, el problema aquí es que estoy manteniendo una relación con un tipo al que no deseo y/o quiero como pareja. 

Posicionó su dedo índice sobre mis labios y luego formó un extraño gesto con los suyos para pocos segundos después expulsar un "Shh" de estos. Molesta por la falta de seriedad que estaba tomando en ese momento, tomé del peluche y lo tiré por la ventana, para luego observar como caía sobre el pasto que adornaba el exterior de mi casa.

— Déjame terminar de hablar, maldita sea — suspiró —. un día me pregunté ¿por qué Dios me hizo mujer? sabes más que nadie que deseaba haber nacido hombre para que mi madre no me obligara a ponerme vestidos, no me cuidara tanto y me dejaran hacer lo que quisiera, pero todo cambió el día que me di cuenta del poder que tenemos las mujeres y que gracias a este poder, hay que cuidarnos porque podemos joder el mundo en cuestión de segundos. — ladee mi cara hacia ella, mirando su rostro con curiosidad. — las mujeres tenemos un don el cual los hombres quisieran tener, una herramienta para ahuyentarlos y jamás volver a saber de su presencia; el drama.

Si bien el discurso de mi amiga era un tanto exagerado, sus palabras hablaban con toda la verdad. Las mujeres podemos cambiar el sentido de las cosas con solo desearlo; bastaba con hacer un pequeño mohín con nuestros labios, un par de lágrimas, un grito, un ¿y tú por qué no me quieres? ¿No soy suficiente para ti? ¿Crees que merezco esto? y sin darnos cuenta, esto es algo que aprendemos, implementamos y perfeccionamos desde pequeñas, cuando deseábamos algo que nuestra madre nos negaba y con unos hermosos ojos grandes y cristalinos por las lágrimas, nos acercamos a papá. 

Ese era el plan perfecto, hacer del drama una costumbre, pues la costumbre es una mala jugada que nos ayuda a ver la mentira como la verdad o el deseo de alejarse como el amor. Él iba a aburrirse de mí y yo iba a volver a ser libre o eso creía. Entonces comencé a reír al igual que mi amiga y segundos después el flash cegador del móvil de Lexie, iluminó mi habitación.



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En el texto hay: humor, miedo, amor

Editado: 25.11.2018

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