Yo Sin Ti... ©

Capitulo 29

El gran momento por la que hemos esperado, ya ha llegado. Después de siete años del último partido que le he visto jugar, lo haré hoy. Su primer partido es contra Utah Jazz. No será en el instituto, no será en mi casa y no será cuando me sorprendí ese día al verlo por primera vez tocar un balón... Será en un estadio lleno de aficionados eufóricos por ver a su equipo jugar.

 

Todos con sus casacas puestas con orgullo, sus gorros luciéndose bien sobre sus cabezas, esas manos gigantes de goma alentando desde donde estén y sus gritos tan característicos que, de algún modo, te levantan la autoestima cuando las cosas no te salen bien.

 

Después de que terminara el tour, nos despedimos de las personas que nos acompañaron y, de mi parte, les dije que para el próximo partido que les tocara jugar aquí nos esperaran para conocer un poco más la ciudad. Ellos sorprendidos, aceptaron y el hombre de la moto prometió que nos esperará en la entrada de la misma. De a uno saludamos a todos que están aquí, lo que nos ha tomado un buen tiempo y ellos contentos por el momento que han vivido.

 

Muchos de ellos iban a estar en el estadio y otros no pudieron conseguir sus entradas, pero lo verán en sus casas. Cuando se fueron, decidimos escaparnos un rato antes de entrar al Moda Center a almorzar, ya que su estómago ruge y me río dejando un beso en sus labios.

 

Falta una hora para el comienzo del partido. Me encuentro en un cuarto cerca de los vestuarios con William y sus nervios característicos tan familiarizada estaba cuando jugaba en la preparatoria.

 

Se preguntan que hace William conmigo en vez de concentrarse con el equipo... Cuando íbamos al instituto, estaba con él al menos por cinco minutos, todo por la costumbre de hace diez años. Nuestra unión ha sido fuerte en ese entonces y nunca perdió su fuerza con el transcurso del tiempo. Pidió que le reservaran un cuarto solo para que esté con él por cábala, y como su jugador estrella, se lo concedieron... Puede ser que también les haya caído bien a todos y no tengan nada en contra de esto. Suena raro porque todos deben tener los mismos derechos, pero ninguno se ha enojado. Es más, lo incentivaron a encontrarse conmigo y no quiero saber que fue lo que se les cruzaron por esas mentes.

 

Camina de un lado a otro tomándose el cabello, mientras yo estoy sentada en un banco y lo miro con el ceño fruncido. Me fastidia verlo así, me pone nerviosa a mí también. Cierro los ojos y suspiro al ver que no hace nada, me pongo de pies delante de él y lo beso. Su cuerpo tiembla ante el contacto de nuestros labios. Su lengua invade mi boca, sus brazos rodean mi cintura acortando la poca distancia entre los dos y siento frío en mi espalda.

 

- Me olvidé que estas aquí para mí.- dice mientras sus manos recorren mis piernas para luego enredar en su cintura y besa mi nuca.

 

- Como te gusta arrinconarme... Ya no tienes remedio, cariño.- me río.

 

Mis manos están en su cabello jalándolo, recibiendo un gruñido como respuesta y una presión en mi entrepierna, lo que de mi boca sale un jadeo y William se ríe ante mi reacción. Sus labios se unen a los míos de vuelta y dos dedos pasan por su pecho, sintiendo los acelerados latidos de su corazón.

 

- Will... Tienes que cambiarte y reunirte con el equipo.- le digo con voz ronca al recuperar un poco de aire y lo miro a los ojos.

 

- No. Quiero quedarme aquí contigo.- cierra los suyos, sonriendo.

 

- No puedes, mi príncipe.- me río- Tienes miles de personas que están esperando a que juegues, incluyéndome.

 

- Lo hago por tí principalmente y por lo que vinieron a verme.- me besa en la frente, llevándome al banco donde me estaba sentada.

 

Sin desviar su vista de mí, se desviste, poniéndose la calza deportiva, el pantalón de juego y el de entrenamiento.

 

- ¿Puedes besar mi casaca?- dice acercándose.

 

Me levanto estirando mi brazo para tomarlo y hacer lo que me pide. Una vez que beso el escudo del equipo, decide ponérselo enfrente de mí, con sus manos acaricia mis mejillas y cierro los ojos.

 

- Ya es hora de que me retire.- paso mis manos sobre su dorso cubierto ahora por la casaca y se coloca su campera- Esto no va a quedar así.- lo miro sin entender- Esto todavía no ha terminado aquí.- asiento con una sonrisa.

 

- Lo sé, pero si seguíamos alguien podría interrumpir lo que estábamos haciendo.- entrelazo mis brazos en su cuello- Te esperaré aquí cuando termine el partido.- le muerdo el labio inferior y sus manos viajan a mi trasero, riéndonos- Mucha suerte... Te veré en el banco de suplentes.- lo beso y doy unos pasos hasta llegar a la puerta.

 

- Te amo.- su mirada profunda, me desarma.

 

- Yo te amo más.- le doy un beso al aire y me retiro.

 

Un hombre de seguridad me escolta hasta la gran cita. Nos lleva algo más de cinco minutos llegar hasta allí. El camino es largo y los empleados con los que me cruzan, me saludan tanto a los que conocía como a los que no.



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Editado: 09.04.2018

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