Se acercó la delicada porcelana a los labios, sin entreabrirlos, mientras observaba con detenimiento como él bebía su té despreocupadamente. Tomó un bocadillo con desconfianza y volvió a ponerlo en la bandeja. Una sonrisa se extendió por el rostro de la mujer. Diversos manjares, dulces y salados, decoraban las repisas de la torre de coloridos pasteles.
–¿No probarás los sándwiches que he preparado? – preguntó arrastrando las palabras.
El hombre casi podía palpar el veneno que destilaban sus palabras. Veneno tan evidente como con el que había preparado los manjares que estaban sobre la mesa.
– No.
La mujer hizo un atractivo puchero. Sus hermosas facciones contorsionadas con decepción.
– Estoy satisfecho– agregó a modo de disculpa, en una forma de animarla. Frunció el ceño, ofuscado. ¿En qué trivialidades estaba pensando? ¿Por qué se preocupaba en lo herida que podía sentirse esa arpía? Tomó otro sorbo de su té, para disipar sus cavilaciones.
– El té está delicioso–. Denotó con la forma de amenizar la tensa atmósfera entre ambos.
–¿Sí? – la voz de la mujer era monótona, pero su mirada intensa, se esforzaba en cautivarle. – Lo he preparado yo misma…– los ojos del hombre se ensancharon con sorpresa. Un nudo se cerró en su garganta, invadiéndolo de pánico.
– He seleccionado las más finas hojas de té… recién llegadas de Asia…
Se llevó las manos temblorosas hasta el nudo del pañuelo anudado en su cuello, con el propósito de deshacerlo. El aire escapaba de sus pulmones entre jadeos.
Sus manos cubiertas de sudor resbalaban incapaces de lograr su cometido. Perdían fuerzas a una velocidad impresionante, así como todo su cuerpo.
Pequeñas motas de luz, alcanzó a ver, antes que su vista se empañara por completo, sumergiéndolo en la negrura.
La mujer seguía hablando, sentada frente a él, mientras él se derrumbaba y caía contra las baldosas del jardín.
El sonido de su cabeza golpeando contra el duro suelo, fue amortiguado por el pitido intenso en sus oídos.
El veneno que la mujer había vertido en su té, hacía efecto realmente rápido. Una habilidad digna de la llamada bruja de la monarca. Entre temblores y sudores fríos, alcanzó a divisar la figura de un ángel. Su aura oscura y ojos de penetrante mirada, le indicaron que, no era cualquier ángel, sino la que había provocado su prematura muerte y la que lo conduciría a los confines del infierno.
Holi :3
Primero ¡gracias por leer! Segundo, ¿a alguien más le parecen sumamente aburridos los domingOFF o soy solo yo? Tercero, si alguien encuentra la referencia subliminal le regalo... un regalo :v ná lo que quiera c: