Y como había dicho ofrecí mi ayuda de nuevo, decidí cargar con la silla sobre mi espalda sujetándola con mis brazos por encima de mis hombros, junto con mi bolsa de compras, la casa no es que estaba tan lejos, pero aun así recuerdo que ese tramo me hizo sudar un poco, al llegar, la madre de Miranda la dejó sentada en una silla en el patio y a su vez, yo dejé la silla casi a su lado, recostada sobre una pared. Fue un alivio increíble, la espalda me dolía, pero ese dolor, significado de hacer algo bien, era sensacional.
Las dos me agradecieron nuevamente, no se imaginarán lo apenado que estaba, pero en fin, ya tenía que irme y casi por un momento pensé que sería como…, algo así como una despedida definitiva, pero nuevamente me armé de valor y antes de salir de la casa se lo dije, creo que era algo así como... "Miranda, yo..." y me había interrumpido con la respuesta, antes de haberle dicho lo que quería.
–¿Quieres ser mi amigo? –Fue su respuesta, en forma de pregunta.
–¿Qué? –le pregunté sorprendido, era retórica, la entendí pero me impresionó que supiera lo que iba decir.
–Sí, es decir, ¿Eso era lo que ibas a decir, verdad?, que si quiero ser tu amiga –dijo sonriéndome.
–Este… sí, yo quería que fueras mi amiga.
–Está bien, quiero ser tu amiga, no puedo visitarte por obvios motivos, pero puedes venir tú si quieres, el próximo sábado estaré libre si te parece.
–Aquí estaré. Sí.
Ella solo rio y me dijo “Bien”, y me fui, sin darme cuenta durante las siguientes tres cuadras de camino a casa en mi mente retumbaba “el próximo sábado”, o eso es lo que mi mente me quería hacer creer, porque cuadras después me di cuenta que en realidad lo estaba diciendo en voz alta.
Entonces había hecho mi primera amiga verdadera en mucho tiempo, así empezaba una travesía que me ayudaría a cambiar para siempre, con ese simple gesto, me ganaría por el resto de mi vida una de las mejores personas que podría haber conocido jamás, y sería el inicio de aquella amistad el punto de inflexión en mi vida hacia un cambio mejor.
Pero no termina ahí, claro que no, antes de conocer a quienes serían, y son los otros amigos especiales que conforman el grupo, Miranda y yo hicimos un montón de cosas divertidas, ¡Una vez fuimos al cine sin su silla de ruedas!