Capítulo 14
Habían pasado cinco años y aunque los recuerdos causados por su amor de juventud no habían opacado su vida. Anghela no se había permitido sentir amor por nadie, día a día se repetía que el amor no era para ella y a pesar de no haber olvidado todo lo se siente cuando te enamoras, como, por ejemplo: el típico nerviosismo que te da al tener cerca a la persona que te gusta o interesa, el brillo que se refleja en los ojos cuando ves a alguien que empiezas a querer, el compartir el día a día con el ser amado y sentir ese calor que solo da los besos de tu amor; muy a pesar de no haber olvidado todo eso, ella había sobrevivido y se sentía bien consigo misma.
Un día, en el que todo parecía transcurrir con normalidad en el café que ella administraba (había iniciado una cadena de cafeterías por todo el país) porque nada es mejor, que un buen café para las frías tardes Limeñas…
- Hola… - una voz llama su atención - ¿está ocupado este asiento? – señala una silla de la mesa donde estaba sentada leyendo unos documentos.
- No. – responde inmediatamente - Puede sentarse, yo me estoy retirando – empieza a recoger sus papeles y un parte de matrimonio que había puesto en la mesa.
- Disculpa, no quise incomodarte, - dice con voz dulce y un poco nerviosa - la verdad era una excusa para hablarte…
- ¿Hablarme? – levanta la mirada – sí, dígame en que lo puedo ayudar, ¿Tiene algún tipo de reclamo, sobre el producto o la atención al cliente…u otra cosa? – lo mira expectante.
- ¿Reclamo? No, no, ¡no!... – mueve las manos en negativa con una sonrisa nerviosa - aquí todo es perfecto, ¿¡trabajas aquí!? – pregunta asombrado.
- Si. Soy la administradora del lugar, - sonríe amablemente – así qué si hay algo en que lo pueda ayudar, no dude en decírmelo.
- ¡Oh! La administradora, - sonríe – pensé que eras un cliente más, ya que cuando vengo… siempre te encuentro sentada leyendo documentos. – señala los papeles que ella tenía en las manos - No quiero hacer un reclamo, no te preocupes.
- Si no es un reclamo, entonces ¿en qué lo puedo ayudar?
- Bueno… pretendía platicar contigo, para conocernos un poco más…soy…
- ¿Conocernos? – interrumpe el hablar del joven - ¡Oh! Gracias, es muy amable, pero no estoy interesada…
- Solo quiero ser tu amigo…
- ¿Amigo? Discúlpeme, en verdad no quiero sonar grosera, pero gracias, tengo los amigos que necesito… - intenta irse.
- ¡Vaya! – dice sonriendo avergonzado haciendo que ella se detenga - pero nunca es malo tener más amigos, al menos quiero llegar al millón de amigos…ya sabes, y así más fuerte poder cantar…soy fans de Roberto Carlos, pero ya te habrás dado cuenta… ¿no? – sonríe nervioso.
- ¿Roberto Carlos? Si claro, – responde abriendo los ojos como indicando está loco - me disculpa tengo muchas cosas que hacer, - sonríe por compromiso - que tenga buena noche señor… y buen provecho… - se retira.
- ¡sí! buen provecho… ¡gracias tu platica fue… muy divertida!… - suspira sentándose - ¡¿En serio le dije eso?!… - dice agarrándose la frente - ¡qué estúpido!, debí haberme visto como un tonto.
Anghela se encontraba en su oficina, terminando de revisar los documentos que anteriormente estaba leyendo.
- Anghela, ¿me mandaste a llamar? - dicen al abrir la puerta de la oficina.
- Sí Julia, - levanta la cabeza sonriendo - siéntate por favor, - señala una silla que estaba frente a su escritorio – te llamaba para comunicarte que me ausentaré por unos días y deseo que te encargues de la cafetería, no quiero estar en la boda de mi madre – le muestra el parte de la boda.
Julia era la barista principal del lugar, ya que habían dos, se conocían desde que Anghela abrió la cafetería y en todo el tiempo que trabajaban juntas habían cultivado una buena amistad.
- ¿De todas maneras se casará? – dice mirando sorprendida la invitación - ¡vaya! – mueve negativamente la cabeza.
- Sí, lo hará, - responde molesta - sin importarle nada… ¡vamos! – se levanta de su asiento y camina hacia un lado de la oficina - hace un año que papá murió…- se le aguan los ojos - y…ella se vuelve a casar… no es que quiera que se quede sola…- levanta los hombros - pero es un año, acaso toda una vida puede superarse en un año… - cierra los ojos para no llorar.
- Cálmate… Anghela, - se levanta y se acerca a ella tomándola del hombro - no ganas nada con enfadarte, solo hacerte daño.
- Si… tienes razón, - abre los ojos - como te decía, me ausentaré por unos días…iré a ver el funcionamiento de los cafés de Cuzco, últimamente no hemos tenido buenos reportes.
- Está bien, - asiente - ve con cuidado, yo me encargaré aquí.
- Gracias Julia, no sé qué haría sin tu ayuda – la abraza.