Anna
Cuando era pequeña, más o menos a los siete u ocho años de edad, como muchas de las niñas que rondan esas edades, era fan de las princesas especialmente de Cenicienta, para mi mala suerte era un gusto que compartía con Emma.
Un día, mientras miraba la televisión anunciaron un increible disfraz de Cenicienta, yo me puse muy muy contenta, ya que pronto sería halloween y yo no había encontrado un disfraz de mi gusto, hasta ese momento, desde el momento en el que vi el comercial me quedé fascinada, ese vestido era específicamente lo que buscaba y definitivamente seria mio, corrí hasta la oficina de papá para pedirle que me lo comprara, pero mi sonrisa se borro de golpe cuando vi desde la puerta entreabierta a papá cargar una alegre niña que traía puesto el vestido del comercial, esa niña era Emma.
Ese día comprendí algo, nunca podría tener algo que quisiera ella sin importar lo que fuera, y momentos como el de este momento son recordatorio de este hecho
—Este es mi novio, Allen— trato de guardar mi cara de incredulidad, pero me es imposible, no puedo creer que el chico perfecto del centro comercial sea novio de Emma, lo sabia era muy bueno para ser verdad—y Allen, ella es mi hermana, Anna—el también parecía un poco sorprendido con lo pequeño que es el mundo.
—Un gusto conocerte, Allen— pareció un poco desconcertadode que yo fingiera no conocerlo y no entiendo porque lo hago, no es que como que hicimos algo malo, pero me siento algo tonta por el hecho de que pensé en algún momento que podría tener algo con Allen.
—Un gusto igualmente—a pesar de estar confundido, me siguió la corriente y fingió no conocerme, cosa que mentalmente le agradecí mucho—Emma me ha hablado mucho de ti—me hechó un leve mirada—eres tal como te describió—o sí, claro, de seguro le hablo de lo estupida que soy.
—Allen, puedes darme un minuto con mi hermana—le pidió Emma
—Claro, como desees, si me necesitas voy a estar con Roger—le dio un beso y se fue.
Nos miramos unos momentos en un silencio incómodo, parece que quisiera decirme algo, pero no sabe como.
—Y... ¿como te ha ido?—corta el silencio.
—Bien.
Otro momento de silencio incómodo.
—lo siento por no ir a recogerte del aeropuerto.
—Te perdono—me miró incomoda—y si eso era todo, puedes irte.
Iba a hablar, pero apareció una elegante señora que la distrajo mientras yo escapaba hasta la mesita de bebidas, me sirvieron una, mire la fiesta por un momento, era mi fiesta, pero al parecer era la única que no la estaba disfrutando, el sabor de lo que sea que bebí era muy bueno, así que pedí que me sirvieran otro, y así sucesivamente, hasta que perdí la cuenta de cuantas bebí.
Me levante un poco mareada hacia el balcón para poder tomar un poco de aire, casi resbalo pero me logré agarrar de la barandilla, el aire frío chocó contra mi, intente sentarme en la barandilla, si embargo, por la borrachera casi me caigo, pero unos anchos brazos me sujetaron, no sabía quien era, pero si duda olía delicioso.
—Ten cuidado podrías caer.
No estaba escuchando lo decía, solo podía pensar en aquel olor delicioso, acerque mi nariz a donde emergía ese olor, su cuello, el de inmediato se puso tenso, se notaba que estaba incómodo, pero no importo mucho porque yo lo seguía olfateando, Emma entro en ese momento y nos miro fijamente.
—¿Que hacen?—nos cuestiono confusa, se notaba un poco inquieta y claro, se notaba el porque, no hay muchas maneras de interpretar a tu hermana con la boca en el cuello de tu sexy novio, es obvio lo que estaba pensando, no era tonta.
Tal vez sea, por la cantidad de alcohol que ingerí, pero esa pregunta la tome de la peor manera posible, en ese momento toda la ira y frustración que había guardado por años salieron a flote.
—¿Hacer que? No estábamos haciendo nada, pero por la cara que hiciste eso no es lo que parece para ti ¿verdad?, de seguro viste la escena y pensaste que era una zorra, pero sabes, estas muy equivocada porque la zorra no soy yo, sino la trepadora de tu mamá —okey, discúlpenme, ni yo se lo que decía —pero para suerte de la hija de mami yo no soy asi, yo si tengo principios.
Emma se había quedado congelada con los ojos cristalinos, no había esperado tal respuesta y la verdad yo tampoco, en un rincón Allen miraba toda la escena sorprendido, debatiéndose si debería entrometerse. Decir que no me alegro ver a Emma a punto de llorar no me alegro seria mentir.
Camine llena de confianza de regreso al salón, me sentía dominante, había dicho lo que por años llevaba guardado y me sentía como flotando.
—Anna, espera—Emma logra alcanzarme y me sujeta de la muñeca.
El alcohol mezclado con la rabia y la adrenalina del momento hicieron que impulsivamente le diera una bofetada, esta resonó más de lo esperada y todos regresaron a vernos, oh mierda, las miradas recriminatorias cayeron sobre mí.
Que paso, por que la abofeteó, que malcriada, como se atreve, es una engreida, tuvo que quedarse donde estaba, escuchaba todos los susurras que hablaban de mí, si de por sí las personas no tenían una buena impresión de mi esto no era de apoyo mi imagen.
Corrí escaleras arriba en busca de refugio y entre lo más rapido que pude a mi habitación, de donde nunca tuve que haber salido, cansada de todo lo que había sucedido me senté en el piso recostada a la cama y llore.
Esta definitivamente había sido la peor fiesta a la que había asistido.